martes, 31 de enero de 2012

Travesía de Montaña: Portilla (Vega de Pas) - Nacimiento del Pisueña - Selaya

· Salida-Llegada: Portilla 460m, Casa Rural El Cerro 395m, Selaya
· Tiempo: 6h 30min
· Desnivel: más de 1000m acumulados
· Cimas: Campizo Real 928m, Bustalpasante 764m
· Máxima cota: 928m
· Nivel de Dificultad: Avanzado, por el desnivel, distancia y orientación

28 de enero de 2012, niebla, nieve y agua. Montañeros: Carlos y Pablo. Fauna avistada: un corzo.


Un fin de semana en una casa rural en Selaya era la excusa perfecta para atravesar y recorrer el corazón de los Valles Pasiegos. La dura climatología nos impidió atacar el objetivo inicial de los Picones de Sopeña debido a la niebla por lo que rápidamente diseñamos una travesía con final en la misma casa rural, donde dejamos el coche y establecimos el campo base para nuestra llegada exhaustos y hambrientos.




Jose, el padre de Carlos, junto con Alfonso, nos subieron contando historietas a la Vega de Pas. Desde el barrio de Portilla, donde acababa la carretera, nos soltaron. Carlos y Pablo iniciabamos la travesía sin camino alguno establecido, solamente la orientación como único apoyo para llegar a la casa unos cuantos valles más allá. Recorrimos un pequeño tramos del bonito valle de Portilla y por una cambera a la izquierda iniciamos la ascensión del cordal de la Braguía "a plomo", como nos habían indicado unos cazadores. Por un camino precioso, ganamos altura con mucha rapidez entre robles, y salimos a los inclinadísimos prados de arriba después de superar una cabaña habitada y con una jauría de perros guardianes. Poco después vimos el único corzo del día. El clima en estos momentos era estable y nos permitía ver unas preciosas vistas del valle 100% pasiego con las pindias laderas de bosques y prados de verde rabioso, las cumbres nevadas y como no, las innumerables cabañas pasiegas.

Empezó a nevar y sin parar coronamos la divisoria metidos en una niebla no muy densa pero que no nos dejaba adivinar en qué punto del cordal nos encontrábamos. Hicimos cima en una peña cerca entre los enclaves del Acebo y Campizo Real, a unos 900m. Iniciamos la bajada a ciegas por la niebla hacia el valle de Pisueña. Recorriendo prados, atravesamos lugares espectaculares con cabañas de cuento y poco a poco la retirada de la niebla nos comenzó a mostrar las maravillas de este valle. Arbolado, cabañas, praderías, docenas de vallejos y cascadas cayendo de las vertiginosas laderas de los Picones que se perdían en la niebla. Espectacular. Las nubes venían y pasaban, dejándonos bastante lluvia, pero estábamos disfrutando tanto que nos daba igual. Es más nos metía más aún en lo que es esta zona de Cantabria en lo que son los valles pasiegos que no se entenderían sin esta humedad que les da vida.



Entre buenos hayas, robles y abedules llegamos al río Pisueña, el fondo del valle, y decidimos subir aguas arriba para conocer esta ruta que llega hasta su nacimiento. Cascada tras cascada recorrimos el bonito sendero apto para todos los caminantes hasta el lugar conocido como La Garma donde dos ríos se unen en el mismo lugar con sendas cascadas de cierta entidad. Aquí repusimos fuerzas y con las pilas cargadas después de 3 horas y media de caminata, decidimos atacar la ladera que salía desde La Garma en dirección Norte directamente para conseguir pasar al otro valle. Sin duda no era la opción más fácil, pero sí la más directa, dando otro toque más de trail a nuestra travesía superando pendientes sin caminos establecidos. Solo el desnivel y nuestras piernas. Con sorprendente facilidad superamos la impresionante ladera y coronamos otra pequeña cima de unos 764m, Bustalpasante, muy cerca del Coterotejo que llevaba a los Picones, pero que la niebla nos impedía observar. Campo a través alcanzamos una pista y sorprendimos a un furtivo entre la niebla, que se llevó más susto que nosotros. Suerte que íbamos hablando y no nos confundiese con un jabalí.

Una ladera más fuera de la pista y alcanzábamos la siguiente divisoria entre el Pisueña y el Campillo. Parecía que quedaba poco, es más, a lo lejos divisábamos nuestro objetivo. Pero aun quedaba un buen tramo. Además el tiempo arreció castigándonos con alguna granizada. Tramo de pinar, más praderías y descenso entre caminos, prados y cabañas. Llegamos al río Campillo, donde tras cruzar un arroyo un mastín bajó de un prado de ovejas de enfrente y se nos lanzó amenazándonos desde pocos metros. Por fortuna salimos del paso e iniciamos otra pequeña etapa en nuestra travesía. Recorriendo los prados a orillas del Campillo avanzamos distancia quedándonos cada vez menos. Barro, agua y bonitos enclaves. Una gozada. Últimas laderas. Para atajar subimos a la carretera del Caracol y volvimos a descender para superar la revuelta que hace el puerto en un vallejo para alcanzar la casa. Ya subíamos y ascendíamos prados y desniveles como cabras. Y aunque aquí ya había caminos, las piernas y la mente nos pedían prados.

Montes y prados como los que forman este paisaje mágico de los valles pasiegos. Un verde tan intenso y radiante que es imposible de describir. Una humedad que uno no puede imaginar cuanto se puede llegar a valorar. Hay que estar allí para sentirlo y vivirlo. En casi 7 horas, nos metimos de lleno en el medio, formando parte de él y atravesando en forma de aventura unos cuantos valles que separaban la Vega de Pas y la casa rural del Cerro en Selaya. Satisfacción plena y celebración con los amigos de siempre junto a la lumbre y sobre a la Ermita de Valvanuz que visitamos de madrugada, para completar un magnífico fin de semana que nos demuestra lo muchísimo que se puede disfrutar en un día de niebla, nieve y lluvia. Lo mucho que se puede disfrutar de los Valles Pasiegos en estado puro un duro día de invierno.


Grimpeur!


Nota: este tipo de rutas no es recomendable para gente sin experiencia en la montaña, sobretodo con estas condiciones climatológicas de niebla, nieve y lluvia. Con niebla y tanta distancia atravesando tantos valles diferentes, la buena orientación fue esencial y tuvimos que tirar de todos nuestros recursos: brújula, gps y sentido común, teniendo además muy bien estudiado el terreno sobre el mapa aunque no lo conocíamos. En la montaña siempre mucha precaución, para seguir disfrutando de ella.

viernes, 27 de enero de 2012

BOSQUE DE CIEZA Y ALTO DEL TORAL

· Salida-Llegada: Area recreativa al fondo del Valle de Cieza 300m
· Tiempo: 4h 30min
· Desnivel: 597m
· Cimas: Alto del Toral 897m
· Máxima cota: Alto del Toral 897m
· Nivel de Dificultad: Intermedio aunque con la niebla se convirtió en nivel avanzado

21 de enero de 2012, niebla y agua. Montañeros: Carlos y Pablo. Fauna avistada: dos corzos desde el coche, dos ciervas en el bosque y aves y anfibios.



La climatología era malísima y era el día indicado para adentrarnos en un bosque y mancharnos bien de barro las botas. Elegimos Cieza ya que llevábamos bastante tiempo teniéndolo como objetivo pero nunca nos había coincidido entrar en este escondido valle del Besaya entre Buelna e Iguña. Como puerta a la Reserva del Saja, Cieza posee un extensa área cubierta por toda una selva de robles mayormente y hayas.


Desde el fondo del valle, justo en la señal que indica la entrada en la Reserva tras una zona recreativa, iniciamos la caminata con la idea de ascender todo el bosque hasta la divisoria entre Cieza y el Monte Ucieda. Pasamos un puente hacia la izquierda en un cruce de caminos llamado Entramborríos. Por un caminuco de los bonitos, subimos por una pequeña arista y nos adentramos en la densa floresta. Rapidamente nos vimos inmersos en un mundo aparte donde ya casi ni se escuchaban el flujo de torrentes y cascadas que provenían de los innumerables vallejos que daban a dar al valle de Cieza. Un mundo paralelo con un silencio increíble.


El barro y la hojarasca eran los protagonistas junto con la espectacular selva. La fina lluvia se filtraba entre las ramas de los árboles y poco a poco íbamos ganando altura. Es difícil entender como en un día tan infernal se puede disfrutar tantísimo. En otra bifurcación cogimos de nuevo el camino de la izquierda que subía con fuerza para arriba. De repente, de entre los troncos, Carlos avistó dos ciervas en medio del bosque que emprendieron la huida monte arriba hasta perderlas de vista. Antes desde el coche, ya habíamos visto dos bonitos corzos en un prado, siendo el día, de nuevo, otra gran jornada con fauna. Poco después y ya perdiendo la cambera entre las hojas, fuimos adentrándonos en la tenebrosa niebla que se colaba entre los robles y hayas. No había vistas pero la estampa era preciosa. La orientación entró en escena, y tirando de gps pero sobretodo de la brújula tradicional pusimos rumbo a Brañazarza, saliendo a la Llana de Salcín llegando por la pequeña arista llamada El Vitorón. Con niebla no muy densa, pero sin dejarnos ver ni vistas ni la cima del Toral, que era nuestro objetivo, cumbreamos por toda la amplia y embarrada divisoria durante un poco más de media hora. Después una última y dura rampa y tras de 2 horas y cuarto de caminata a buen ritmo, coronamos el Alto del Toral, de 897m.



Con condiciones desagradables de niebla, lluvia y viento, no tardamos mucho en poner rumbo a la divisoria que partía desde aquí hacia el Este. No teníamos muy claro por dónde iniciar la bajada pero sabíamos que tendríamos que hacerlo monte a través. La niebla en absoluto ayudó y quizá nos precipitamos, pero con ansias de aventura y conocer lugares escondidos y salvajes tiramos para abajo. Luego comprobaríamos que hubiese sido más fácil haber continuado un poco más, porque nuestra opción se complicó bastante. Éramos conscientes que iba a ser así por lo que supimos salvar los escollos que nos plantaba el bosque con prudencia y paciencia. El primer tramo cómodo de braña se perdió al adentrarnos en el bosque. Con gran pendiente, troncos caídos y zarzales nos costó avanzar aunque perdíamos altitud con rapidez. Pero lo más complicado fue salvar un par de cortados por donde el agua saltaba en forma de cascadas. Tras estos pasos, completamente perdidos en la selva, intentamos elegir la mejor opción en cada caso, siendo una auténtica prueba de orientación. Nos lo pasamos bien y al final, tras vadear algún barranco, alcanzamos un sendero que nos llevó a Entramborrios directamente. Pero casi al llegar, nos plantamos ante el último obstáculo. El sendero cruzaba el río, y este, al estar ya bien abajo, bajaba con mucho agua sin posibles pasos ni piedras para saltar. La única opción era vadearlo con todas las consecuencias, con el agua por encima de las rodillas.



Con las botas mojadas, eso sí, limpias de todo el barro que fuimos a buscar, cerramos esta preciosa y salvaje ruta circular de 4 horas y media donde, salvo vistas, hubo de todo. Fauna, barro, torrentes y cascadas, cima y retos de orientación para seguir aprendiendo de la montaña y como no, disfrutando del bosque y acompañado de un gran compañero de caminata.

Grimpeur!

miércoles, 18 de enero de 2012

ESCAÑO desde el Arroyo de Mostajal, León

· Salida-Llegada: Arroyo Mostajal, Pandetrave 1445m
· Tiempo: 3h hasta la cima y 1h 15min de bajada. 4h 15min en total
· Desnivel: unos 700m
· Cimas: Altos de El Mostajal 2033m y 2099, Escaño 2108m
· Máxima Cota: Escaño 2108m
· Nivel de Dificultad: Intermedio, aunque hay que tener en cuenta la altitud




Escaño desde los Altos del Mostajal


14 de enero de 2012, espléndido, día fresco y soleado. Montañeros: Carlos y Pablo. Fauna avistada: tres ciervas, unos 20 rebecos, 2 crías de cabra montés, buitres y un tejón.

No era muy común que a mediados de enero la nieve no cubriese las cimas de Cantabria, por lo cual decidimos atacar todo un dos mil aprovechando esta atípica situación. El Escaño fue nuestro objetivo, una cumbre de los Puertos del Salvorón a la sombra del Coriscao, pero no por ello menos espectacular y con unas vistas impresionantes. Además el clima acompaño con un día magnífico y una visibilidad perfecta.

La ascensión la afrontamos desde la parte de León. Pasamos San Glorio disfrutando de los estupendos paisajes y descendimos a la parte leonesa hasta Portilla de la Reina, donde nos desviamos hacia el Puerto de Pandetrave, cerca del cual, en una curva de 180º que salvaba el Arroyo de Mostajal, iniciamos la marcha directos a las cumbres atacando la ladera que separaba los vallejos de Mostajal y Puermán. Desde el primer momento campo a través, salvamos los primeros riscos que se ascendían sin dificultad, a pesar del importante desnivel en tan poco tiempo. Al poco de comenzar, sorprendimos a tres venadas que emprendieron una hermosa carrera monte abajo hacia el arroyo Mostajal.


Tres venadas en el Mostajal, León


Iba a ser un gran día en cuanto a fauna se refería. A lo largo de toda la subida fuimos avistando no de muy lejos un montón de rebecos, obsequiándonos con preciosas estampas encaramados a los roquedales. También, en los pocos neveros que quedaban, descubrimos infinidad de rastros y huellas, una de las cuales se asemejaba a una zarpa. En plena zona osera, quizá habíamos descubierto nuestra primera huella de oso pardo. La huella era antigua y la nieve algo derretida pero parecía una huella trasera, más alargada que las delanteras.

En poco más de hora y media alcanzamos la cresta que separa Cantabria de León asomándonos al espectacular balcón hacia Liébana y Los Picos de Europa, los cuales se fueron dejando ver a medida que ganábamos altura. Impresionante. Pero para nuestra sorpresa, no habíamos alcanzado la cima del Escaño, sino de los llamados Altos de Mostajal, también de dos mil metros, que formaban una cresta que se precipitaba hacia los bosques lebaniegos.


Macizos Central y Oriental sobre Liébana desde los Altos del Mostajal, Cantabria


Cresteamos nos dirigimos hacia el verdadero Escaño que se encontraba a nuestra derecha, hacia el sur. De repente, bajo uno de los pedruscos del cresterío observamos una pequeña cueva con tierra removida y cuando nos fuimos a asomar, junto a la entrada, descubrimos una gran bola de pelo gris respirando. No sabíamos qué podía ser ya que no podíamos verle la cabeza. Desde una distancia prudencial, sobre una roca debatimos qué podía ser aquel animal durmiendo a más de 2000m. Tras varios minutos esperando y observando, cuando ya nos íbamos por fin el animal se movió y nos enseño su cara con dos rayas blancas. Era un gran tejón.

La jornada estaba siendo perfecta en cuanto a animales, vistas y sensaciones. Yo volvía a dos mil metros después de más de un año en el dique seco y para nada la ruta se me estaba haciendo dura, es más cada instante era un momento de completa satisfacción, disfrute y emoción acordandome de las personas que me han estado sosteniendo y animando todo este año, mi fisio Laura, mis amigos siempre tirando de mi y el resto de los muchos apoyos recibidos. Por fin, conseguíamos el objetivo. Coronamos el Escaño con sus 2108m de altitud. La temperatura, aunque fresca, nos permitió comer allá arriba disfrutando de las maravillosas vistas imposibles de describir. Además, en la cima sorprendimos a dos pequeñas cabras blancas que la principio confundimos con crías de rebeco, pero que en realidad eran dos hembras de cabra montés. Nunca las habíamos visto y desconocíamos que poblaran esta zona norte de la Península, pero asi era.

La bajada la hicimos directamente por los brezales que bajaban al valle de Puermán. Flotando sobre las pequeñas escobas y brezos alcanzamos con facilidad y rapidez el fondo del valle, donde, aunque no había nieve, el riachuelo estaba cubierto por gruesas capas de hielo. Cruzándolo, recorrimos toda la cara norte de la ladera contraria aguas abajo, pasando por zonas preciosas de abedules, robles, turberas congeladas y por último un pequeño hayedo para concluir la ruta alcanzando la carretera.


Valle de Puermán hasta el Arroyo Mostajal, León


Pleno enero y todo un dos mil. Volver después de tanto tiempo no tiene precio, pero lo que realmente es impagable es poder disfrutar de estos parajes escondidos, los paisajes que nos brinda la Cordillera y los Picos, la fauna que nos rodea, y sobre todo un compañero de caminata que nunca me dejó de animar y sostener, para poder a alcanzar lo que representa un dos mil en la Cordillera.


Grimpeur!

martes, 10 de enero de 2012

PEÑA OVIEDO. Circuito desde Sebrango

    Salida-Llegada: Sebrango 705m
    Tiempo: 3h 45min andando más hora y media en la cima comiendo y disfrutando
    Desnivel: 600m
    Cimas: Peña Oviedo 1309m
    Máxima cota: 1309m
    Nivel Dificultad: Intermedio

CRÓNICA:

7 de enero de 2012, nublado al principio y gran día soleado a lo largo del día. Montañeros: Carlos, Pedro y Pablo. Fauna avistada: pajarillos como un trepador azul, dos pájaros carpinteros (pico picapinos), arrendajas, grajas, buitres… Infinidad de rastros de jabalíes.

El día en la costa amaneció bastante feo y tan sólo Liébana nos ofrecía alguna esperanza. Pedro volvía a nuestras rutas y contándonos sus aventuras de su periplo en la Universidad de Miami nos adentramos en el Desfiladero y llegamos a Potes donde nos avituallamos con tres buenos tortus. Tras unos minutos de duda ya que allí también algo de nubes nos decantamos por dirigirnos a Mogrovejo y atacar la Peña Oviedo que, aunque no muy alta poseía una buena prominencia sobre el valle.

En vez de salir del bonito pueblo de Mogrovejo con su torre bajo los Picos, nos acercamos hasta Sebrango por una carreteruca dejando el coche junto al abrevadero. Comenzamos la ruta. Charlas, anécdotas y buen tiempo con la niebla situada a la altura de nuestro objetivo. A medio camino entre Sebrango y Vallejo, nos encontramos con el señor Sinfoniano Fernández González, vecino de Llaves. Con sus 90 años y calzado con sus albarcas se estaba dando su tradicional paseo que repite, como nos dijo, todos los días, aprovechando hoy el sol y las vistas del Coriscao entre las nubes y con el valle de Camaleño debajo. Tras hablar un rato con él nos despedimos y proseguimos la marcha.


Perfil Ruta Peña Oviedo 1309m

Entre Vallejo y Llaves, a la altura de la iglesia que está entre ambos pueblos, cogimos la pista que ascendía hacia la derecha. Con buenas rampas fuimos ganando altitud y salimos a una preciosa pradería bajo la Peña Oviedo y con unas espectaculares vistas. Atravesándola y habiendo cambiado la orientación de la marcha, teniendo ahora la Peña Oviedo a nuestra izquierda, nos internamos en el bosque de robles que poblaban las laderas. Alcanzando una arista, la seguimos hacia arriba hasta llegar a las brañas de la Calvera. Con la cima a tiro, coronamos la Peña Oviedo con sus 1309m en apenas dos horucas de caminata.

Como hacía buena temperatura y aunque las vistas estaban sesgadas por la niebla decidimos echar cuenta del manjar del tortu allí mismo. Y fue lo mejor que hicimos porque a medida que engullíamos el tortu, las nubes fueron desapareciendo y empezando a descubrir las impresionantes vistas del valle de Liébana y de todas las cimas que la rodeaban. Empezando desde nuestra derecha mirando desde el balcón sobre el valle de Camaleño, el Coriscao con su forma de cono reinaba sobre Liébana, pero pronto aparecieron las cumbres nevadas de Los Altares y Peña Prieta, siendo las únicas zonas cubiertas de blanco a pesar de ser pleno enero. Más allá detrás, el Curavacas agreste como siempre y el resto de cumbres de la Cordillera pasando por el Lezna y Bistruey entre otros. A lo lejos, el circo del Tres Mares desde atrás con sus cordales hacia ambos lados. Como no Peña Sagra cerraba el paso de Liébana a Cantabria hasta la pelada Peña Ventosa bajo la cual empezaba el desfiladero. Enfrente de nosotros el Pico Jano y la Viorna llegaban hasta Potes que se veía desde nuestra posición.

Y ya mirando a nuestras espaldas, apareció el Cumbre Abenas con una cresta de nieve sobre el Joracón de la Miel y como no, la Morra de Lechugales con su castillete en forma de cubo perfecto coronando el Macizo Oriental y el resto de sus cimas sobre nosotros. Precioso.

Mapa Ruta Peña Oviedo 1309m

Tras una hora y media de disfrute máximo iniciamos el descenso por el lado contrario al que habíamos subido. Al rato nos salimos del camino que bajaba a Llaves y continuamos bosque a través entre los robles, algunos de ellos de gran porte a pesar de ser de la variedad del Quercus pirenaica, comúnmente conocido como melojos que abundan en toda Liébana. El bosque precioso, encontrando infinidad de rastros y bañaderos de grandes jabalíes. Llegamos la pradería por donde habíamos subido y la atravesando formando la ruta un ocho. Bajamos por un Vallejo que llegaba al pueblo de Vallejo y antes de llegar nos desviamos a la izquierda para, después de atravesar otro melojar con algunas encinas, llegar por un prado al punto donde nos habíamos encontrado a Sinfoniano. Desde este prado ahora podíamos observar las cimas del Oriental desde el Sagrado Corazón hasta la Morra. En menos de 4 horas de caminata, sin contar el extenso periodo de la comida, llegamos al abrevadero de Sebrango.

Ruta muy bonita, de no mucha distancia y cima no muy alta, pero con unas vistas y parajes espectaculares como siempre nos brinda Liébana. Pedro respiró el aire puro de esta ruta para coger con fuerzas la continuación de su etapa en Miami, y Pablo y Carlos dieron el pistoletazo a lo que será seguro, un gran año de rutas y vivencias en la montaña. Ha empezado bien el 2012.

Grimpeur!

jueves, 5 de enero de 2012

PASEO POR LOS ORÍGENES Circuito por Luena: Selviejo-Carrascal-San Miguel de Luena-Selviejo

Salida-Llegada: Selviejo 553m

  • Tiempo: 3h 30min
  • Desnivel: Unos 350 de bajada y de subida.
  • Cimas: Ninguna
  • Máxima cota: 730m (La Cerradona y alrededores)
  • Mínima cota: 376m (N-623)
  • Nivel Dificultad: Principiante

4 de enero de 2012, niebla. Montañeros: Nando y Pablo. Fauna avistada: un corzo, arrendajas. Rastros de jabalí y corzo. Huevos de anfibios.

Uno tiene que saber de dónde viene, y mi familia, por parte de mi abuela, viene de aquí, del corazón de Luena. Hacía años que no me acercaba de donde provenían mis orígenes, y con la iniciativa de mi tío Nando pusimos rumbo hacia allá nada más salir de trabajar. El tiempo para nada acompañaba y la niebla nos obligó a posponer el objetivo inicial del día, que era subir a la cabaña de Brenaportillo, propiedad de mi abuela. Pero sin ningún problema, rápidamente diseñamos otro paseo para recorrer los pueblos de la zona e internarnos en la Luena perdida que, cubierta por la niebla, inspiraba una profunda sensación.

Perfil del circuito por Luena

Desde el pueblecito de Selviejo iniciamos la marcha con la intención de llegar a Carrascal de San Miguel al otro lado de la garganta que formaba el río Selviejo. Tras preguntar a un frío lugareño que después nos atendió muy educadamente, pusimos dirección al monte por una embarrada pista. Enseguida alcanzamos la niebla lo que nos hizo extremar la atención. Al subir demasiado, desandamos unos cuantos metros para meternos por un senderuco de barro que salía a la altura de un pequeño depósito de aguas. Luego descubriríamos que lo más inteligente hubiera sido seguir la pista. Quizá más inteligente pero no tan espectacular. Rodeamos primero un joven pinar y luego nos internamos en él, siempre siguiendo el camino. De repente, de apenas 15m de nosotros salió brincando un corzo que habíamos sorprendido y se encontraba tumbado. Con la ilusión de haber divisado fauna continuamos y en un arrebato de emoción, Nando decidió abandonar el camino e internarnos en un impresionante hayedo. Descendimos por la hojarasca bajo las impresionantes hayas que tenían un porte vigorosísimo. Disfrutando del campo a través por la empinada ladera que acababa en un caudaloso arroyo fuimos recorriendo el bosque y avanzando aguas arriba intentando encontrar un paso para pasar al otro lado del monte. Decidimos subir las aguas hasta cruzarnos con el camino que sabíamos que cruzaba de Selviejo a Carrascal. Tras algún momento de duda e incertidumbre, con la que también se disfruta el monte, encontramos la pista que vadeaba el río hacia un grupo de cabañas típicamente pasiegas, con su cuadra abajo y el pajar arriba al que se accede por una escalera de piedra exterior. Contando y escuchando historias pasamos por la cabaña de la Cerradona, que perteneció a la familia y que lamentablemente se encontraba hundida. Con mucho barro y agua en el camino continuamos a través de la niebla y tras descender un poco, alcanzamos el pueblo de Carrascal donde tres impresionantes roblones nos recibieron en el centro de la aldea. A la salida hacia abajo, visitamos los robles propiedad de mi abuela los cuales estimamos que sumarían unos setenta y pico años y que plantó mi bisabuelo. Allí siguen, las treinta y tantas cagigonas a las que estuvimos observando con orgullo. Junto a ellas, dimos cuenta de una riquísima tortilla de patata tras las dos horas caminata.

Mapa de la Ruta de Luena

Ahora, ya por la carretera, sólo quedaba descender a San Miguel y tomar la carreteruca a Selviejo al cual faltarían 3km desde la nacional. En San Miguel visitamos el cementerio donde estaban enterrados varios de nuestros parientes, y con la noche ya amenazando, con buen ritmo de subida, no tardamos mucho más de media hora en llegar a Selviejo para completar el circuito, no sin el cansancio de caminar por asfalto.

Antepasados, tradición y propiedades de la familia. La niebla de Luena no nos impidió disfrutar y volver a nuestros orígenes. Con ganas de saber más, sobre la gente que allí vivió, sobre cómo hemos llegado nosotros aquí, sobre el lugar de donde procedemos. La satisfacción, enorme como siempre, pero esta vez diferente. No quiero ni imaginar cuando le cuente todo a mi abuela y ella a su vez, me cuente ella a mí muchísimo más.

Grimpeur!

martes, 3 de enero de 2012

RUTA DE AÑO NUEVO: La Cuera. Travesía Alto de Hijas-Corvera de Toranzo

  • Salida-Llegada: Alto de Hijas 292m, Corvera de Toranzo 90m
  • Tiempo: 4h
  • Desnivel: 524m de subida y 726 de bajada
  • Cimas: La Cuera 816m
  • Máxima cota: La Cuera 816m
  • Nivel Dificultad: Intermedio

1 de enero de 2012, soleado y viento sur. Montañeros: Tomás, Isabel, Rodrigo, Juan, Nacho y Pablo. Fauna avistada: 6 corzos y buitres. Rastros de zorro y corzo.

Se ha convertido ya en una tradición, una tradición preciosa, recibir el año con una ruta de montaña, y este año no fue para menos. Después de las duras celebraciones de la Nochevieja, el madrugón iba a ser duro, pero merecía la pena. A las 9.30 am el grupo formado por 6 valientes ya estaba en marcha, comenzando la ruta desde el mismo Alto del Corro o de Hijas. Tomando la dirección sur y tras algunos pasos en falso para calentar, tomamos la pista de la izquierda que nos encontramos en la primera bifurcación, y a partir de aquí no había posibilidad de pérdida ya que la caminata transcurría por todo el cumbre que divide Hijas del Valle de Buelna. La constante ascensión la primera hora fue dura para la mayoría, pero más por los excesos de la noche anterior que por la dificultad del recorrido, ya que, tras dejar la primera pista, la ruta transcurría por una preciosa braña abierta con buen piso y no excesiva pendiente. Con el día que hacía y el, aunque fresco, viento sur las vistas que iban apareciendo eran cada vez más amplias y espectaculares con una visibilidad perfecta. Como siempre las pequeñas charlas, batallitas y explicaciones de Tomás acompañaron toda la agradable subida hasta el enclave conocido como la Colláa de Hijas, donde encontramos un pequeño refugio, con La Molina, un barrio de Hijas a la izquierda y el bonito bosque del monte Tejas a la derecha que goza de una nada desdeñable extensión. Desde la cabaña, continuamos por todo el cumbre siguiendo la divisoria que a partir de aquí dividía los municipios de Corvera de Toranzo y Puente Viesgo directos a la Cuera. Últimas rampas y cima!! A la hora y tres cuartos de haber salido. La primera del año. Un mojón del IGN corona la amplia cumbre de la Cuera, y desde aquí una impresionante panorámica de toda Cantabria desde el mismísimo corazón de la región. La ciudad de Santander con su bahía se veía con una asombrosa claridad, desde allí hacia la derecha un perfecto 360º con Peña Cabarga, el Caballar, el macizo de las Esguinzas detrás, el siempre prominente Porracolina, el Picón del Fraile, el Castro Valnera, el Tablau sobre el Valle de Toranzo, Castillo Pedroso encima, el Cildad, Pico Jano, el Navajos, el resto de cumbres de la Reserva del Saja, donde se veían perfectamente los montes de Montequemao y el Moral, la Sierra del Cordel detrás nevada aunque no muy cargada, no así sus caras norte bien blanqueadas sobre Sejos, delante la Concilia, las paredes de Peña Sagra y detrás el Macizo Oriental de los Picos hasta llegar a la Sierra de Cuera asturiana y completar el 360 con el Cantábrico. Debajo, los montes del Valle de Buelna, el Cueto sobre el monte Tejas y el pueblo de Collado de Cieza dominando el valle bajo el Garita Collado. Un poco más allá el Ibio y ya mirando hacia el Norte el Monte Dobra con su Pico de La Capía. En definitiva: todo Cantabria, a pesar de no estar en una cima muy alta, poco más de 800m, pero gozando de una situación central privilegiada.

Perfil de la Ruta

Comenzamos desde aquí la bajada hacia el Valle de Toranzo cumbreando hacia Camplé. No muy lejos de la cima, nos detuvimos sobre unas garmas pobladas con helechos y grupos de abedules donde Tomás indicó que era una típica zona corcera. Y en efecto así era. Nada más detenernos a observar, enseguida divisamos no muy alejados de nosotros una parejita de corzos. Al macho ya se le veían los cuernos cubiertos de terciopelo. Con la ilusión de haber visto fauna, de repente, de más cerca aún que antes vimos aparecer corriendo otro corzo más, y otro, y otro! Y otro!! 4 corzos en fila por el monte que nos deleitaron con una preciosa carrera atravesando toda la zona y los grupos de pinos para ascender brincando por la ladera de enfrente y desaparecer en cuestión de menos de un minuto. Una imagen imborrable. Sin duda lo mejor de lo que estaba siendo una gran mañana de Año Nuevo.

Mapa de la Ruta

Alcanzamos el collado de Camplé y por la llamada Cuesta de los Capellanes pasamos ya a la vertiente torancesa.Cogimos la pista que nos llevaba ahora dirección norte bajo las laderas de Camplé. Pasamos por la Fuente de la Teja y la zona llamada de Gozapera donde también hay una fuente oculta en las turberas y donde se encuentra la traída de aguas del pueblo de Corvera que era nuestro destino. Desde aquí atravesamos las fincas de Cotano, que se extienden sobre la planicie que forma la Peña de Corvera y no sin problemas con un erizado mastín blanco y de lejos, vimos los búfalos africanos que tenían en la finca. Ya bastante cansados, por la bajada principalmente, tomamos el último tramo de la gran ruta de año nuevo. En la curva de Carral aparecimos ya sobre Corvera, y en cuestión de minutos llegábamos por fin a la Casona donde la familia nos esperaba dándonos tiempo incluso a ver el final del tradicional concierto de Viena, tan tradicional como ya la ruta de año nuevo. Una merecidísima comida de Año Nuevo fue el colofón a esta primera gran jornada, y aunque el cansancio aún perdura, la satisfacción de haber comenzado tan bien el año da fuerzas para coger este 2012 con fuerzas y ganas.

Feliz Año Nuevo!

Grimpeur!