domingo, 29 de abril de 2012

Volver a volar. Crónica personal del Duatlón de Reinosa 2012

Prefiero ni pensar el número de días desde mi última carrera, pero lo que sí recuerdo bien es el lugar: Reinosa. Y Reinosa ha sido el lugar para volver. El Duatlón de Reinosa con distancias aceptables de 5,1 km corriendo, 20 en bici y 2,4 a pie de nuevo me ponía al alcance el sueño de sentir esa sensación que me había sido robada, esa sensación de volver a volar.

Todos los días desde que me vi recuperado ya fueron de disfrute deseando que llegara el día. Los momentos previos de recogida de dorsal, preparar el material, pincharte con los imperdibles, entrar a bóxes, colocar tus zapatillas, tu casco y tu bici. Sin darme cuenta estaba bajo el arco de salida rodeado del resto de participantes. ¡Un sueño! Pero un sueño que había que consumar.

Empieza la carrera. Mis aspiraciones, de momento, simplemente completar los 5km a pie. Las sensaciones bastante buenas. De las tres vueltas que se daban la única dura fue la segunda. La primera demasiado fuerte y la tercera, fuerte a voluntad. Disfrutando, y venía lo mejor.

Duatlon de Reinosa 2012. Imagenes del Diario Montañes

Cogí la bici tras la transición como si no hubiese pasado el tiempo. El tramo de bici picaba para arriba los 10 primeros kilómetros hacia Población de Suso. Con numerosos corredores delante, tiré fuerte para alcanzarlos sin mirar atrás. Un pequeño repecho me sirvió para acercarme a un grupo de unos 10 duatletas pero sin llegar a ellos. Empecé a pasar descolgados pero ninguno pudo servirme para relevar y se quedaban. 20 segundos de diferencia y el grupo delantero no paraba rodando fuerte. Miré para atrás para ver si llegaba algún otro grupo pero no había vuelta atrás. Para adelante o para adelante, rumbo las montañas nevadas de Campoo. Así que tirando de lo que tenía, y sobretodo de ganas, metí la cabeza en el manillar y a dar pedales. Fue una buena persecución y me costó prácticamente 8km contactar, pues tiraban fuerte. Tras lograrlo, contacté con otro numeroso grupo y formamos un buen pelotón en el que se encontraba Iñaki Galilea de la UC para afrontar la última subidita a plato pequeño y vuelta 180º. Bajada. El trabajo estaba hecho, pero tenía ganas de más y me puse a colaborar con un hombre del Ozono que fue muy generoso y un triatleta mítico del Polanco con el que solía coincidir en muchas carreras. Y a llevar el grupo. Un pequeño susto con un mastín que se nos cruzó pero sin consecuencias y el último tramo para volver a Reinosa y completar el sector de bici. Como estaba disfrutando.

Duatlon de Reinosa 2012. Imagenes del Diario Montañes

Era consciente que después de tanto tiempo y tras la paliza en bici lo más normal era que lo pagase corriendo en el último sector, con problemas de gemelos o algo por el estilo, pero sorprendentemente tras una transición rápida, comencé a  correr sintiendo fuerza en las piernas. En todas las carreras hasta la fecha, después de haberlo dado todo en bici, siempre me dejan atrás corriendo la gran mayoría del pelotón, pero hoy fue diferente. Hoy empecé a pasar, uno a uno, a prácticamente todos los corredores de mi grupo, y para adelante! Increíble. 2km para la gloria y con una sonrisa de oreja a oreja disfruté de cada zancada hasta el final yendo a más mano a mano con mi compañero Iñaki. Las calles llenas de gente, como siempre en Reinosa, adoquines mojados y un arco que significaba la meta de un sueño que añoraba desde hacía 15meses! META!! No sé ni cómo habré quedado, pero ¿acaso importa? Javier García se impuso a Pepin Fuentespila y la gran Inma Pereiro fue la vencedora en féminas.

Yo por mi parte, lo había logrado y muy entero. Había completado un duatlón después de tanto tiempo. He de reconocer que se me humedecieron los ojos al recordar todo este año, al recordar que hubo gente que me insinuó que me olvidara de esto de correr, al recordar pasear por Roma cojo, al recordar los días de no poder ni andar… al recordar esos duros momentos en los que llegué incluso yo a pensarlo, aunque en mis adentros sabía profundamente que volvería. Pero sobretodo al recordar a todos aquellos que me han estado sosteniendo y dando ánimos estos meses. A los amigos que he tenido siempre a mi lado, a mi fisio Laura a la que nunca podré pagarle todo lo que ha hecho por mí, a ese amigo que me devolvió al monte sin dejar perderlo nunca de vista, a mi hermano Juan con el que me he sentido correr viéndole ganar carreras sub23, y a todos esos grandes compañeros y familia que no se cansaron de darme nunca ánimos y se alegran tanto como yo de mi recuperación. Os aseguro que cada uno de ellos contó y mucho ¡¡GRACIAS!!

Y ahora me toca a mí decir a todos aquellos que caen en una lesión, que atraviesan momentos duros o se ven envueltos en una espiral sin final, que todo se recupera, que de todo se sale y sobretodo que de todo se aprende y se crece. No imaginaría mi vida sin este año porque, por muy mal que lo haya pasado, ha sido muy grande aunque me faltara algo, como grandes las personas con las que me he cruzado, todo lo que he descubierto y aprendido. Cada momento suma y no perder las ganas y la ilusión es la clave. Este año ha sido la búsqueda de un objetivo y, como sabéis, la satisfacción de lograrlo es inmensa. ¡Imaginad como me siento ahora!

Ahora sólo queda… buscar la siguiente meta, o las siguientes, que ya las hay desde el mismo momento de cruzar esa línea de Reinosa que ha supuesto volver, volver a volar. Muchas gracias a todos, de verdad!

Grimpeur!

viernes, 27 de abril de 2012

Un gran finde pucelano

Viernes, un tren, si es regional mejor. Cuatro amigos en el andén con unas cervezas preparadas para el viaje. Comienza el traqueteo. Valladolid era el destino, y recorriendo las montañas de la Cordillera primero y las coloridas lomas y llanuras de Castilla, fueron pasando las conversaciones e historietas, hablando y sin parar de hablar, tanto que se hizo corto el viaje de 4 horazas. Qué gran viaje en tren.

En Palencia se unió una más de nosotros y poco más tarde se consumó el reencuentro con nuestro gran anfitrión pucelano y la séptima integrante del grupo, vallisoletana de verdad. Un sol radiante y bajo ya, daba un color precioso a la ciudad que nos acogió con los brazos abiertos. Breve pausa en el campo base y a la calle. Caña y caña, seguida de otra caña. Paseos y la oscuridad daba paso a la Antigua iluminada. Cenuca en la Croqueteria y no podía faltar un Penicilino, vinillo y galleta, de Iscar para más señas. Algunos tenían que levantar el país a la mañana siguiente, los que quedamos levantamos la noche. Zihuatanejo. Mojitos, caipirinhas y lo que hiciera falta. Risas descomunales en el  Vaico con cachis y a terminar la noche bailando flamenco en el Zumo frente a la imponente iglesia de San Benito.                                               

El sábado era el día grande. Solazo y a tapear. Inconmesurable tapa en La Solana, seguida de la ya tradicional y espectacular al paladar de La Cárcava. Cumpliendo la tradición, instaurada unos meses atrás, había que tomar el tartar de La Tasquita. Con la modorra de la tarde, qué mejor que dar un paseo por el río, por Las Moreras. Qué solazo y qué ambientazo en La Playa. Un buen emplazamiento para dar rienda suelta a toda una tarde de risas, charlas, anécdotas y sueños. Qué gran tarde. De esos momentos que tienes la sensación de que se convierten en uno de los momentos inolvidables de toda una vida y que serán imposibles de no recordar.

Pinchos de La Solana

La Cárcava

Poco a poco, jarra tras jarra de cerveza, fue cayendo el sol sobre el Pisuerga. Retirada a cenar a casa. Momento de impass. Menos mal que unas Steinburg y unos buenos documentales de la 2 junto a la revista Cuore nos mantienen activos. Cena, calimocho y como no, a la calle tardísimo. El Madero y la zona de Coca pusieron el final a un gran día al que todavía le faltaba una gran interpretación de Camela en la Plaza Mayor.

La Playa

Gran finde, difícil de olvidar y de esos que ya forman parte de los grandes momentos de este 2012. El anfitrión inmejorable, la compañía fraternal, las emociones de estos tres días, sobre las vías de vuelta a la tierruca. Es de noche, tarde y mañana hay que trabajar, pero qué pedazo de finde. Un finde de los nuestros.

Grimpeur!

NACIMIENTO DEL PISUEÑA


·      Salida-Llegada: Pisueña 380 m
·      Tiempo: 3h hasta ida y vuelta muy tranquilos
·      Desnivel: unos 135 m
·      Cimas: Ninguna
·      Máxima Cota: La Garma 514 m
·      Nivel de Dificultad: Principiante

8 de abril de 2012, nublado y buena temperatura. Montañeros: Món, Rocío, Manu, Irene, Chisco, Jose, Paco y Pablo.


Por fin habíamos conseguido reunir a un grupo numeroso para ir a disfrutar de una mañana dando un paseo por el monte. Escogimos una bonita ruta por el fondo del valle del nacimiento del Pisueña, en plenos Valles Pasiegos. La ruta, fácil y sin complicación, resultó muy agradable y divertida, encontrándonos con muchos animales de granja por el camino y teniendo que vadear algún que otro riachuelo donde más de uno metió la pata. Como había llovido los días anteriores, el barro tuvo algo de protagonismo también, pero la senda no presentaba dificultad alguna.


Esta senda partía desde el pueblo de Pisueña donde antes de cruzar el río hay una pequeña zona para dejar los coches. La ruta comienza bajo el atrio de una ermita habiendo de atravesar unos prados con pastor en los primeros metros. Después se sigue el estrecho caminuco sin posibilidad de pérdida ya que la cambera avanza aguas arriba y además está bien señalado con marcas blancas y amarillas.


Caminando entre verdes prados, cabañas pasiegas y pequeños puentecillos siempre con los Picones de Sopeña enfrente, se va avanzando tranquilamente entreteniéndonos con la multitud de detalles que se nos presentan en cada enclave. Vacas, caballos, gatos, y rastros de jabalí en el barro mientras vamos cruzando puentes y arroyos de piedra en piedra.

En tres kilómetros se llega al bonito enclave de la Garma donde cascadas de diferentes vallejos confluyen en un lugar paradisiaco. Nosotros llegamos por la orilla derecha según subíamos y bajamos por la otra, existiendo dos caminucos que hicieron un poco más entretenida la ruta al hacer el último tramo circular.


Satisfacción, charlas y buena comida en forma de cabrito y cocido para acabar un bonito día en la montaña en compañía de un gran número de los mejores amigos. Espero que se pueda repetir pronto y a alguno de ellos le pique el gusanillo de esto de subir al monte.
  

Grimpeur!