Hacía meses mi primo Luis me anunció la
aparición de un trail que podría ser antológico y por una zona emblemática y
espectacular, la Vega de Pas y los Túneles de la Engaña. Con ello en la mente,
pero sin tenerlo marcado en el calendario, no fue hasta el último mes cuando me
terminé de calentar y me apunté sin dudarlo, a pesar de la proximidad de la
última tanda de triatlones de septiembre. No podía faltar a la cita.
Trail Vega de Pas. Foto: Rodri González |
14 de septiembre, domingo 8 de la mañana y
allí estaba ya en la Vega después de haber salido de trabajar a las 21h el día
anterior y de haber dado una vueltuca por el Rio de la Pila que estaba en
fiestas. Me costó irme para casa a la noche, pero mereció la pena con creces.
La llegada a la Vega, con el sol levantando y las laderas y cabañas pasiegas
esperando inmóviles en el tiempo, me puso la piel de gallina, y en soledad,
disfrute del momento acordándome de los que podrían haberme acompañado hoy y,
por lesión, no pudieron asistir. Ánimo, que ya sabes, que pronto se sale del
pozo y se vuelve a volar en nada!!
A las nueve en punto estaba preparado ya en
la salida. Saludé a Rodri González que no fallaba a la cita como fotógrafo y a
mis compañeros de curro Sara y Emilio, el cual me dijo que esta no era mi
salida!! Los andarines salían a las 9am, y los corredores, mi carrera, con 24km
por delante, salíamos a las 10am. Ouuchh… que despiste, y primer contratiempo,
pues a las 13.30h había quedado con mi afición y familia, que se venía a la
Vega desde Cóbreces, para comer en Casa Frutos! ¿Sería suficiente tiempo para
acabar una carrera que se preveía tan dura como decían?
Antes de mi salida, por fortuna me encontré
con Hervás que debutaba en este tipo de carreras, estaba seguro que no tendría
problemas después de haberle visto subir de esa manera aquella vez que subimos
a Peña Vieja desde Fuente De por la Jenduda. Y también nos encontramos a Vifti
de Reinosa, del cual ya sabía que zapateaba pero bien, y que andaría adelante.
10 am y arco de salida desde la plaza de la
Vega. Saludé a Manu de Cóbreces y mientras hablábamos se dio la salida. 24 km,
el sol comenzaba a apretar y por lo que sabíamos el recorrido constaba de dos
subidas fuertes. La primera al inicio, para bajar seguidamente por el bosque de
Landaruz hasta el camino del Aján, subir a los túneles hasta la estación de
Yera y, una vez cogida la carretera de las Estacas de Trueba, iniciar en el km
18 la segunda de las ascensiones que atacaba la ladera directamente para
coronar el Cornezuelo y bajar en picado a la Vega de Pas para acabar… uff lo
que quedaba por delante!!
Primer par de kilómetros por la carretera
hacia abajo dirección Viaña. Único tramo de asfalto donde los primeros salieron
lanzados con Javi Crespo a la cabeza, pero pronto nos desviamos a la izquierda,
con la presencia de mi compañero Grijuela con la bici animando, e iniciar la
primera de las subidas por camino de tierra. No la conocía para nada, pero subí
muy ligero y a buen ritmo. Empecé más fuerte de lo planeado, pero el escaso
margen horario que disponía para llegar a comer, me hacía no perder ni un
minuto y tiré para adelante. Subí realmente bien. Nos metimos por una pistuca
de tierra ya casi por la divisoria entre los vallejos del Aján y Viaña, pero
tirando más hacia esta última vertiente. Km 5 y el fotógrafo Rodri me dio
buenos ánimos.
Paso por el Km5. Foto: Rodri González |
Mi primo Luis, que hoy estaba en la organización, me dijo que
estaría en este avituallamiento, pero no estaba, más adelante le encontraría. Empezamos
a pasar a los andarines y cruzamos la divisoria para comenzar la bajada por el
bosque. Que bosque más guapo. Atravesamos por una estrecha senda el primer
tramo de la selva y nos tiramos para abajo como locos! Qué bonito enclave!! Algunos
bajaban como cabras, a mí me falta mucho por aprender, y con cautela fui
descendiendo, nada despacio tampoco, y en un tramo delicado encontré a Luis
controlando el paso de los participantes! Qué ilusión!
Bajando por el bosque de Landaruz. Foto: Luis Martin |
Le pregunté que cuanto tiempo me saldría, y me
dijo que como tres horas y media! Ouuchh!! No llego a comer!! Seguí bajando a
lo loco, y aquí los pies comenzaron a sufrir. Sin duda, las bajadas fueron las
que más me mataron, más que las subidas, y, aunque parezca raro, más que la
infernal ascensión del km 18. Pasé a Sara y la saludé. Y seguí bajando sin
parar. Me pasó Manu el de Cóbreces, qué mal bajo yo comparado con estos!! Y
llegamos al mítico camino del Aján. Terreno conocido, aunque siempre he hecho
esta ruta bajando, y hoy ascendíamos recorriendo las increíbles cascadas y
atravesando el caminuco, siempre encharcado, con preciosas cabañas pasiegas,
como la de Vegalasgubias, en el linde del sendero. Precioso!!!
Pase a Emilio que iba disfrutando del increíble
camino como el resto. Aunque algunos empezábamos a sufrir un poco. La bajada me
dejó mal los pies, sobre todo el izquierdo, y el pedregoso camino del Aján no
ayudaba. Aquí empezaba el trail de verdad. Quizá fue el tramo que peor lo pasé,
así como el más bonito. Pero estaba deseando llegar ya a los túneles. Cruzamos
el Aján por un pequeño puente pasiego y ascendimos para llegar a los
barracones. Aquí cogimos la pista de los túneles. Qué ancha!! Comparado con las
sendas y estrechos caminucos, o el bosque campo a través que habíamos
descendido, esto parecía una autovía, eso sí, completamente llano. Terreno para
avanzar kilómetros y recortar tiempo. Iba un poco justito pero intenté apretar
corriendo para coger a Manuel que iba delante de mí. Pero me entraron ganas de
mear y con lo que quedaba por delante lo mejor iba a ser aligerar. Perdí a
Manuel para siempre y continué. No quedaba otra! Atravesamos los túneles, uno
de ellos era tan largo que la oscuridad se hacía completa. Me junté a unos
andarines con linterna y poco a poco se vio la luz. Cuantas veces he hecho esta
ruta, y las que quedan!! Mi ilusión es hacer pronto una excursión con mi gente,
cuando ellas quieran, estoy deseándolo! Espero que sea antes de que hagan ese teleférico
que pretenden construir en estas montañas, que no necesitan más para ser valoradas,
sólo hay que darlas a conocer para que la gente que las descubra queden
asombrados por estas verdes laderas de vértigo, esa montañota como el Castro
Valnera y esa cultura pasiega con tantos secretos y riqueza gastronómica.
Estación de Yera… se acercaba el temido km
18. La ladera ya la veía, sólo faltaba saber por dónde nos harían subirla. Ufff…
que altura! Por suerte cogimos camino valle abajo, terreno recorrido camino de
la Vega, y por fin el avituallamiento del km 17 donde nos separábamos de los
andarines. Sólido y líquido. Me tomé mi tiempo, plátano, frutos secos y otro
plátano de reserva para el bolsillo, nunca se sabe lo que puede pasar. Quedaban
sólo 7 kms, pueden parecer pocos, pero qué siete kilómetros. Mandé wassap
informando de mi situación. Mi reloj marcaba 2h exactas, e inicié la infernal
ascensión. Nadie que no haya estado ahí puede hacerse a la idea de cómo era la
subida. A cañón todo para arriba. Dicen que era una pendiente del 45%. Yo sólo
puedo decir que eché la cabeza abajo, las manos en las rodillas, espalda
encorvada y empecé a subir a ritmo, sin mirar para arriba. Ufffffff…. Durísimo!!
Había tramos en los que me resultaba más económico agarrarme con las manos a
las hierbas de la ladera y gatear. Empecé a recoger algún cadáver, gente con la
respiración muy agitada, brazos en jarra y detenidos mirando para abajo.
Mirabas para abajo y asustaba ver de dónde veníamos. La carretera se veía
minúscula en el fondo del valle, y mirabas para arriba y… mejor era no mirar
para arriba.
Uffff.... sin palabras |
En un pequeño codo de la ladera apareció Rodri haciendo fotos! Qué
fotones!! Y lo que tendría que haber sufrido él para llegar hasta allá! Me
animó y seguí para adelante!
Subida infernal del km18. Foto: Rodri González |
Curiosamente la segunda parte de la ascensión
la hice mejor que la primera. Me encendí y me marqué un trío de corredores que
andaba por delante como objetivo. Y les alcancé! En toda la subida sólo me
pasaron dos, una chica y un chico que la acompañaba. Estaba apretando y ya
quedaba menos, pero cómo estábamos sufriendo de lo lindo todos. Para que os
hagáis una idea, ya me dolían hasta los brazos, de hacer fuerza en las rodillas
para subir. Si me dolían los brazos… las piernas ni mencionarlo mejor, pero
iban, que era lo importante, aunque el resto de la semana hasta el jueves he estado
pagando las consecuencias, qué agujetas en los cuádriceps… hasta el jueves!!!
Por fin llegamos a la divisoria, 28 min me
había tirado subiendo sin parar. Como premio, el imponente Castro Valnera al
otro lado de la montaña. Empezamos a cumbrear, qué camino más bonito por la
mismísima cresta, con ambos valles a los lados, dirección la Vega, pero antes
había que coronar el Cornezuelo, no parábamos de subir, y aunque parezca extraño,
agradecía las pequeñas subidas, porque para abajo ya iba muy muy mal. Tenía ya
los pies destrozados. Formé un pequeño grupeto con uno de Valdeolea y otro
chico joven de amarillo con el que compartí todo el final de carrera. Hicimos
cima en el Cornezuelo, y con un ritmo patético nos tiramos para abajo, iba
fatal. Ampolla segura en dedo meñique y planta del pie izquierdo y el derecho
no iba mucho mejor tampoco. El terreno estaba superseco, hasta sacaban
polvareda los corredeores que bajaban. Yo iba como podiía, pero muy despacio.
Qué lástima, porque de piernas no iba mal, pero de pies fatal. Último trámite,
la bajadona, pero que bajada… a cañón también hasta la Vega. Me pasaron como 20
o 25 corredores… qué pena, pero no se podía hacer más. Me dejó hasta mi
compañero de amarillo, y por fin llegábamos a la Vega, justo en el momento que
me pasaba la quinta chica. Con cara de sufrimiento encaré las últimas curvas
con un montón de gente, no vi a los míos, pero iba ya cieguísimo, 90º y recta de
meta parando el crono en 3h 12’ 30’’… menos de tres horas y media y acercándome
a las tres horas, marca que hubiera conseguido sin duda, sin ampollas, pero
esto también es parte del juego. Posición 71º de 188… no está nada mal, lástima
de los que me pasaron en la bajada.
Reventado y contento por acabar. Sufrí
demasiado en la bajada final, no lo pasé bien en ese momento, pero de esta
carrera me acordaré y nos acordaremos todos de esa escalada infernal del km 18!
Y además me quedo con el precioso bosque de Landaruz y ese enclave mágico de
las cascadas del Aján, todo ello englobado en este maravilloso paisaje nuestro
de los valles pasiegos en estado puro.
Llegué a tiempo para comer, incluso para
darme una ducha reparadora en las escuelas y conversar un rato con Juan
Antonio, un chico de barba con el que espero encontrarme en próximas citas. Nos
pusimos las botas en Casa Frutos y disfrutamos la tarde en el Parque de Alceda.
Lo sufrido durante la semana con las patas como troncos, sobre todo los cuádriceps
hasta el jueves, pasa, la satisfacción de haber completado bastante bien el
trail más duro que hecho nunca, quedará para siempre!
Grimpeur!!