Una mini vida concentrada en 9 meses. La experiencia tenía un principio, pero lo que le daba sentido a todo es que la experiencia tenía un final, un final marcado en el calendario. Eso le daba sentido a todo. Como sabías que esto se acababa en febrero para algunos, o en junio para los demás, no tenías tiempo para cuestionarte las cosas, de dejar pasar las semanas, los meses... Porque cada día valía demasiado. Eso le daba sentido a todo y por eso olvidabas pisar el freno, de hecho ni siquiera lo utilizabas, simplemente vivías todo lo que se te presentaba. Y madre mía si vivías... Cada día allí eran como años aquí.
Todo tenía un final, y eso le daba sentido a todo.
A veces nos olvidamos, que esto, que la vida "real" también tiene un final. ¿Y por qué no vivimos igual que en aquella mini vida? Es algo que nos deberíamos preguntar cada día, y pensar que nos queda un día menos de nuestro "Erasmus" vital. Es flipante como dejamos pasar los momentos, las semanas, la vida. Mucha gente me dice que es increíble como disfruto de todo, pues bien, no es más que el fruto, en gran parte, de lo vivido aquel año. Casa día, cada momento, es único, y no hace falta vivirlo en Bélgica, en mi caso, para disfrutarlo. Porque esto se acaba, y eso es lo único seguro en esta vida. Tiene final.
Y luego están las personas que se te cruzan en tu camino. Allí entrabas en la gente sin prejuicios, les dabas siempre una oportunidad, aunque al cabo de unas semanas cada uno estaba en su sitio, ya os digo que allí unos cuantos días eran mucho tiempo. Luego estaban los que se quedaban, los que se quedaban para siempre en tu corazón, marcados a fuego. Como en la "vida real", esas personas que por puro azar dan sentido a la palabra "coincidir". En pocas semanas, de repente, ves como has creado un lazo que crees irrompible y que tan sólo en unas pocas ocasiones se vuelve "infinito". Ahora mismo ya no se si estoy hablando de mini mundo de Amberes o de mi vida "real". Da igual, esa gente existe, son pocos pero están y seguirán aquí. Y ahí es donde aprendí lo más duro que se puede aprender, si se puede aprender eso, allí experimenté lo duro de decir "adiós". Sabías que se acababa, sabías que lo más fácil era que no volvieras a ver a esas personas con las que habías vivido, llorado y reído tanto. Lo peor era que como sabías que teníamos una fecha, el miedo a ese adiós, te hacía tener terror a que llegase el día. Desde entonces me aterra tener que decir adiós. Lo mejor, sin embargo, era que como estabas seguro que tendrias que decirlo un día, disfrutabas cada día, cada momento, cada segundo, al MAXXXXIMO!! Y lo hacías!!
Y ¿por qué no lo hacemos en nuestra vida? Por qué no lo hacemos si sabemos que llegará el día de decir ese "adiós". Quizá no será en un andén de la estación central, ni en el aeropuerto, ni en el último bar... Pero llegará ese día, y esta vez sin saber la fecha.
Así que ya estamos todos aprovechando, equivocandonos, disfrutando y viviendo esta vida!! Porque este "Erasmus" se acaba, y cada día vale demasiado.
Grimpeur!