· Salida-Llegada: Jaya Cruzá 650m (Carretera de Palombera)
· Tiempo: 10h 15min
· Desnivel: más de 1300m
· Cimas: Cueto de la Concilia 1975m
· Máxima cota: La Concilia 1975m
· Nivel Dificultad: Avanzado
CRÓNICA Y FOTOS
25 de abril de 2010, soleado y niebla densa en la segunda mitad del dia.
Montañeros: Carlos, Pedro, Juan, Ville, Damián y Pablo
Fauna avistada: dos grupos de varios rebecos, tres venados, anfibios, una posible víbora, pájaros, insectos y un esqueleto de rapaz, además del típico ganado caballar y bovino de Sejos.
Cascadas espectaculares, formaciones geológicas incréibles, hayas centenarias, las enigmáticas brañas de Sejos, niebla densa, una cima de casi dos mil metros, nieve en la cumbre, fauna salvaje, ríos que vadear y sobretodo la gran selva de Saja en las más de 10 horas de ruta. Rutón.
Echamos a andar pasadas las 10 de la mañana desde el enclave llamado la Jaya Cruzá, a media subida de la carretera de Palombera. El comienzo del sendero está bien señalado, y en la única bifurcación nada más comenzar tiramos a la derecha. El camino, llamado camino de Cureñas, tiene un encanto especial porque solo es posible recorrerlo a pie. Internados en el bosque desde el primer momento llegamos pronto a Tramborríos donde descubrimos las ruidosas cascadas deslizarse y saltar entre las rocas. Dos antiestéticos puentes de hormigón cruzan los dos ríos que se unen en ese punto, el río Infierno y el río Diablo a la derecha que será el que seguiremos. El sol apretaba y pensamos que sería un magnífico colofón darnos un chapuzón en uno de los pozos a la vuelta. Continuamos atravesando el bosque siguiendo el senderuco que sin pérdida, va subiendo constantemente pero sin grandes pendientes. Un par de zigzags observando las inmensas hayas, alguna de las cuales ya había empezado a sacar las hojas con un verde intenso. Fuimos dejando el caudaloso río Diablo con las aguas provenientes de Sejos abajo sin perder nunca el sonido de las cascadas. Aproximadamente a mitad de subida, aparecen los llamados Molinucos del Diablo, unas incréibles formaciones de piedra en equilibrio que se elevan varios metros en forma de columnas. Subimos bastante rápido sin parar y decidimos hacer un breve descanso encaramados a una roca y aprovechar para echarnos algo a la boca. Sin demora continuamos y poco a poco fuimos saliendo del bosque entrando en las brañas de Sejos. Justo en el punto donde había que atravesar el río nos cruzamos con Tomás y Ana (tíos de Pablo) que bajaban y llevaban consigo una numerosa excursión de vecinos del Valle de Toranzo. El paso del rio fue un momento de tensión, ya que no había ningún paso claro y las aguas bajaban con fuerza. De piedra a piedra saltando y ayudados con las varas y el bastón lo conseguimos y pusimos rumbo, ya por un terreno de escobas y escajos, a la braña donde se encuentran los Cantos de la Borrica, impresionantes bloques de conglomerado que se reparten por toda la pradería del collado de Sejos. Bajo el bloque más grande, junto al refugio construido debajo, dimos cuenta de la merecida comida que cargábamos a las espaldas y que hacia ya varios minutos que nuestros estómagos reclamaban. Llevábamos casi tres horas y media de ruta y el hambre era importante. Hasta este punto, había lucido el sol y tan sólo la cima de la Concilia había estado cubierta impidiendo verse la cumbre. Pero esas nubes que cubrían las montañas más altas bajaron mientras comíamos y en unos pocos minutos nos encontramos rodeados por una densa niebla que apenas dejaba vislumbrar los cantos más cercanos. El cansancio, la niebla y el desnivel que nos restaba hasta la Concilia hicieron aparecer alguna duda pero decidimos acercarnos al menos hasta el collado de Sejos a 1450m y poco a poco hasta el Collado Jitón donde se encuentran los menhires. Sorprendentemente, la niebla se abrió un poco, lo suficiente para identificar sin problemas por donde íbamos, hasta que de repente, como si de un coloso inexpugnable se tratara, apareció por primera vez para nuestros ojos la inmensa pared de la Concilia que se perdía en le cielo. Una imagen impactante. Llegados al Collado Jitón viramos a la derecha para comenzar la verdadera ascensión a la Concilia. Aún no veíamos donde se encontraba la cima pero la niebla parecía abrirse por momentos o se quedaba en la vertiente que bajaba a Puente Pumar. Fuimos subiendo, cada uno a su ritmo, en cabeza Pedro y Carlos que coronaron los primeros y vieron dos rebecos, seguidos de Juan y Pablo que avistaron otro grupo de rebecos diferentes y detrás Ville y Damián que lograron al final alcanzar la cumbre épicamente. Arriba, la niebla dejaba ver de vez en cuando las cimas de la sierra del Cordel enfrente, imponentes al otro lado de Sejos. Hacia el suroeste aparecian las cumbres de la Cordillera nevadas todas ellas, y al Oeste, tirando hacia el Norte, se asomaba un oscuro risco de entre las nubes que era el Cuernón de Peña Sagra. Las nubes nos impidieron ver más pero lo cierto que estar en la cima parecía como formar parte del cielo, rodeados de nubes y bancos de niebla atravesando con el viento la arista final. El último tramo conservaba un gran nevero de varios centimetros de espesor, incluso de casi un metro, acumulado por las ventiscas de la temporada. En la cima, curiosamente, se estaba fenomenal de temperatura y dedicamos un buen tiempo en disfrutar del momento y, tras depositar nuestros nombres y el título de “Expedición Inter” en el buzón alpino, comenzamos el descenso por donde habiamos subido hasta el Collado Jitón. Una vez aquí, decidimos bajar directamente siguiendo el curso del arroyo Abidul que nos ayudaria a encontrar el camino de Cureñas por el que habiamos subido y asi no tener que volver a pasar por los Cantos de la Borrica. Campo a través, sin perder nunca el rio, sorprendimos a tres venados que echaron a correr entre las escobas ladera arriba. Les vimos desde bastante cerca. La niebla densa volvió a hacer aparición hasta el punto de no ver más allá de 10 metros. Algunos de los miembros de la expedición empezaron a tener dudas de si llegaríamos a donde teníamos que llegar, pero el curso del agua nunca engaña y había seguridad de alcanzar el lugar por donde habíamos cruzado horas antes el río, y así fue, lo encontramos. Llegó el momento de cruzar el rio y hubo problemas para encontrar el mejor sitio, pues las aguas bajaban bien y no habia un paso claro. Una vez más pasamos saltando de piedra en piedra, pero esta vez por un lugar más complicado hasta el punto de que un integrante del grupo cayó y se vió con los dos pies en el agua hasta casi las rodillas. Cambio de calcetines y continuamos. Lo más dificil fue encontrar el camino una vez atravesado el rio. Mas o menos sabíamos que el camino estaba ahí, pero no se veía nada por la niebla. Subimos entre los matorrales y decicimos hacer un corte transversal para encontrar el sendero que tenia que ir paralelo a nosotros y con las indicaciones del GPS lo encontramos y comenzamos el último gran tramo de la ruta, el descenso por el camino de Cureñas hasta la carretera. Un larguisimo descenso atravesando el increíble bosque con las hayas que iban apareciendo enigmáticamente entre la espesa niebla y la penumbra del atardecer que fue cayendo hasta la hora de llegada. A las 20:35 de la tarde, despues de más de diez horas desde que salimos, llegamos a la carretera y concluímos la ruta. Devoramos la cuantiosa comida que afortunadamente nos había quedado y pusimos rumbo a casa con una buena paliza encima, pero también con la enorme satisfacción de haber realizado una grandísima ruta y haber coronado casi un dos mil.
CONSEJOS Y RECOMENDACIONES
La ruta es larga. El camino de Cureñas no tiene pérdida hasta llegar a las brañas de Sejos. Una vez allí el objetivo es alcanzar el collad, tirando siempre dirección Oeste. La subida a la Concilia es agreste y la pala final hasta la antecima es bastante rocosa. Siempre se dice que en Sejos hay que tener mucho cuidado con la niebla, y es cierto, la niebla puede aparecer en pocos minutos y asi nos ocurrió a nosotros. Es recomendable fijarse bien en los detalles que podemos identificar y en los pasos para así ubicarnos. No continuar en caso de no saber bien por donde hay que ir ni conocerse el terreno. Contando con todas estas precauciones, la ruta es más que recomendable por el extenso manto boscoso caducifolio, presencia de numerosa fauna, formaciones geológicas singulares y paisajes inigualables, en definitiva, por adentrarnos en el mismísimo corazón de Cantabria.
Grimpeur!
Me hace gracia el anonimato de "un integrante del grupo cayó y se vió con los dos pies en el agua hasta casi las rodillas".
ResponderEliminarDesde otro punto de partida, pero habéis coronado... el cielo (ver capítulo 11 de Peñas Arriba).
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