· Salida-Llegada: Caloca 1050m
· Tiempo: 3 horas y media hasta la cima muy tranquilos, 6 horas en total
· Desnivel: 952m
· Cimas: Bistruey 2002m
· Máxima cota: Bistruey 2002m
· Nivel Dificultad: Intermedio, aunque avanzado con niebla
Comenzado mayo, habia llegado el momento de atacar nuestro primer dos mil de la temporada y marcamos como objetivo el Bistruey, en la Cordillera. Las previsiones no eran las mejores, pero pusimos temprano rumbo a Liébana. En Potes, tras comprar la comida, unos tortos riquísimos por cierto, nos cruzamos en el cruce de Ojedo con la Santuca. La Santuca, patrona de Liébana, es bajada andando desde la Ermita de la Luz hasta Santo Toribio acompañada en romería por lebaniegos de todos los pueblos de la zona. Tras su paso, cogimos la carretera de Piedrasluengas para llegar despues a Caloca por una carreteruca de 7km que se adentra en la montaña y llega al pueblo que es uno de los más altos de Cantabria a 1050m. La niebla cubría todas las montañas que rodeaban el bonito pueblo y las expectativas de ruta eran una incógnita. A pesar de ello salimos a dar una “vuelta por Caloca” a ver hasta donde llegábamos. Un par de errores para salir del pueblo y con el mapa, la brújula y el GPS cogimos la orientación correcta y seguimos un sendero en dirección oeste. En seguida nos internamos en la niebla. Un perruco nos abrió paso como si supiera a dónde nos dirigíamos hasta un punto de pradería en que le perdimos la pista. La niebla era muy densa y no dejaba ver nada de lo que nos rodeaba y era difícil coger referencias para seguir nuestro rumbo y sobretodo para volver con seguridad. Con la brújula fuimos avanzando siempre al oeste y decidimos ir siguiendo el curso del río que bajaba. El río era nuestra única referencia y era segura. Sin casi darnos cuenta estábamos metido de lleno en nuestra ruta atravesando diferentes tramos que el río salvaba. Praderías, bosquecillos, pequeñas cascadas… incluso vimos una trucha de montaña. El verde de los parajes era intenso y era lo único que se veía entre la niebla. Con el GPS confirmábamos la altitud y que cada vez estábamos más cerca del collado que teníamos que alcanzar a unos 1600m para afrontar desde allí la última parte de la ascensión al Bistruey por su arista en dirección sur. De repente la niebla nos dio unos segundos de tregua y nos dejó ver que nos encontrábamos en una braña a las faldas de las paredes del Bistruey cuya cima se perdía en las nubes. Vimos la mejor vía para llegar al collado subiendo el curso de las aguas pasando por turberas, praderias llenas de flores de montaña y finalmente escobales repletos de rastros de venados. Los bancos de niebla nos volvieron a rodear pero ya en el collado solo nos quedaba el último tramo de empinadísima subida por la arista. Una sucesión de barras metálicas, que indicaban la separación entre los municipios de Pesaguero y Vega de Liébana, nos sirvieron de referencia para asegurarnos que nos llevarían a la cima. Sin saber con certeza cuánto nos quedaba, la ascensión herbosa se nos hizo bastante larga y durilla. Pasando neveros, cada vez más grandes, sólo los datos del GPS nos indicaban que hectómetro a hectómetro de altitud, cada vez estábamos más cerca. De repente vislumbramos entre la niebla los peñascos de la cima. Carlos dio el último estirón y Jose y Pablo continuaron a un ritmo más diesel hasta alcanzar los ultimos metros. Habíamos salido de Caloca pensando en que daríamos una vuelta por los caminos que rodeaban el pueblo hasta que la niebla nos dejase, pero al final habíamos alcanzado los dos mil metros, el primer dos mil de la temporada. El agradable caminar, la sensación de aventurilla, el tema de la orientación, ver cómo ganabamos metros… sin quererlo alcanzamos una gran cima. El Bistruey goza de unas grandísimas vistas, una lástima que nosotros no puediésemos ver nada, pero sin embargo, el paso de los bancos de niebla dejaba en ocasiones observar parte de las laderas de la montaña y en uno de esos claros avistamos cuatro venados bastante grandes pasando en fila desde la parte de Palencia a Cantabria. Fueron unos pocos segundos ya que rápidamente la niebla los hizo desaparecer. Un pequeño bocado para coger fuerzas y comenzamos el descenso. Sorprendentemente, a medio descenso hasta el collado, en cuestión de segundos, la niebla se retiró quedando sólo cubiertas las cimas más altas y comenzamos a descubrir toda la Liébana que se veía desde nuestra posición. Por fin pudimos ver en qué paraje tan extraordinario nos encontrábamos. Ya sin pérdida y viendo incluso Caloca descendimos campo a través directamente hasta el pueblo. El color de la montaña era espectacular con un verde húmedo intensísimo y los bosques de hayas que rodean el valle de Caloca expandiendo sus hojas formando un manto heterogéneo con los ejemplares aún desnudos. Deleitandonos con el paisaje llegamos y concluimos la ruta 6 horas después de echar a andar. Dimos cuenta del resto de la gran comida que nos quedaba y pusimos rumbo a casa parándo en la Viñona, en Dos Amantes a tomar un refrigerio donde comentamos esta gran aventura Gran cima, primer dos mil. Una vez más, la satisfacción nos daría fuerzas para la semana que comienza. ¿Cuál será la siguiente?
CONSEJOS Y RECOMENDACIONES
La ruta resulta fácil y bonita en condiciones normales, ahora bien, con niebla es imprescindible contar con un mapa y una brújula y un GPS si se dispone de él. Nunca adentrarse ne la niebla sin haber estudiado el terreno ni saber bien dónde llegar y dirigirse. Ir cogiedo referencias poco a poco para evitar perderse. La cima no tiene complicaciones, a parte de la gran pendiente y el desnivel a salvar desde Caloca.
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Grimpeur!
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