Como en octubre de 2010, Javier puso en
marcha un ambicioso viaje para atacar los puertos míticos del Tour que nos
habían quedado pendientes en la zona de Luz St. Sauveur, el corazón del Pirineo
francés. El pelotón en esta edición contaba con 7 integrantes, dos de los
cuales debutaban en los Pirineos, Andrés y Nacho juntándose a Diego, Jose Luis,
Carlos, Javier y Pablo. Juan y Javi fueron dos notables bajas. Con una
furgoneta que más bien parecía un autobús pusimos rumbo una lluviosa madrugada
de Jueves Santo a las carreteras francesas en las cuales lo que más sorprendió nada
más pasar la frontera fueron las máquinas excavadoras prácticamente extintas en
la maltrecha economía española.
Las ganas e ilusión nos hicieron obviar que
abril en los Pirineos no era lo mismo que octubre. Las previsiones no eran
malas, sino malísimas con aviso incluso de nieve, pero había que intentarlo. A
mediodía del primer día llegamos a la residencia Val de Roland que conocíamos
bien, y tras unas exquisitas tortillas de patata nos vestimos para afrontar el
primer gran puerto de esta aventura: Hautacam.
Comenzamos con los chubasqueros enfundados y
bajo una fina lluvia descendimos el tramo entre Luz y Argeles-Gaszost que
cogimos “cariño”. Un tramo de agradable llano precedía al inicio del puerto que
constaba de 16,3 km al 7,5km. Tranquilos
ganamos altura poco a poco superando buenas rampas que caracterizan el transcurso
del puerto y a 5km de la cima se desataron las hostilidades. Fue sin duda el
tramo más duro de los tres días. Rampones. Andrés tomó la delantera aunque
Javier y Jose Luis nunca llegaron a
perderle de vista. Andrés superó la estación de Hautacam y para desgracia el
resto continuó y coronó Tramassel 2km más arriba. Jose Luis y Javier se jugaron
el segundo y tercer cajón tras un bonito duelo, como bonita fue la lucha por el
cuarto y quinto entre Pablo y Carlos, sucediéndose las crisis y recuperaciones
en ambos. Durísimo. Nacho y Diego lograron alcanzar la cima poco después
consiguiendo bravamente el primero de los objetivos bajo una leve niebla. Un
precioso descenso, avituallamiento y ascensión a Luz con las fuerzas mermadas,
pero no lo suficiente para luchar por la victoria de etapa que se llevó Jose
Luis por delante de Pablo y Javier después de una agónica y ya mítica última
recta a la entrada del pueblo. La piscina, jacuzzi y sauna fueron un
merecidísimo premio a esta etapa de 66,7 km. Y un rico arroz de Diego puso
final al primer día.
Todo el grupo con Argeles-Gazost desde la ascensión a Hautacam
Subida a Hautacam
Coronando Hautacam-Tramassel
Vencedor en Hautacam-Tramassel
Duríisimo!
Diego y Nacho coronando Hautacam
Entre los ganadores de etapa de Tour de Francia en Hautacam
A pesar de las previsiones, el segundo no amaneció malo, aunque lamentablemente supuso la baja de Diego que había caído enfermo. Como día grande, habíamos elegido coronar el Aubisque superando antes el Soulor, lo que supondrían casi 100km de etapa. Preparamos las previsiones y ropas de abrigo porque el día iba a ser largo, y comenzamos a dar pedales. De nuevo bajamos a Argeles Gaszost y una vez allí nos desviamos hacia el Oeste para atacar la primera parte del Soulor, que se alargaba durante unos 7km para alcanzar otro bonito tramo de falso llano atravesando bonitos pueblos franceses y con unas amenazantes montañas nevadas cerrando el valle. En Arrens comenzaba el verdadero puerto. Una subida preciosa y muy tranquila de 8km que cuyas rampas sin embargo no bajaban del 8%, aunque se hizo mucho más llevadero que Hautacam. Quizá las piernas iban cogiendo tono. Hubo disputa a 2 de la cima por coronar, Andrés sin rival abandonó el pelotón con insultante superioridad. Atrás Javier rompió el grupo y sólo le pudo responder Pablo que a falta de 1km perdió rueda. Segundo y tercero respectivamente. Jose Luis que se reservaba para el Aubisque cometió el error de ser conservador, porque el Aubisque nos brindaba una amarga sorpresa.
Subida del Soulor
Ascensión del Soulor
Col du Soulor
De la cima del Soulor salía la bajada de tres km para comenzar el Aubisque de unos 7km pero una barrera cortaba la carretera. Pensando que nuestras bicis no tendrían problema decidimos continuar. No había mucha nieve, pero la que quedaba cubría la calzada en forma de neveros. Unos paisajes espectaculares, las nubes cubriendo las cimas y los bosques de hayas rojizos queriendo abandonar el invierno. Pero el invierno aún estaba en el Aubisque y no pudimos continuar hasta la cima por los neveros y desprendimientos que hacían impracticable la ascensión. Habíamos llegado hasta donde nos fue posible y por ello la satisfacción fue igualmente grande, y los paisajes salvajemente increíbles. Iniciamos la vuelta. Rápido descenso a Arrens, donde repusimos fuerzas y rumbo Argeles de nuevo. Estaba siendo un etapón pero quedaba el temido último tramo entre Argeles y Luz. Andres nos subió a buen ritmo bajo una intensa lluvia y a unos 4 para meta decidí probar fortuna ya que sabía que mis condiciones no me brindarían las mismas oportunidades este año que el anterior. Pero Andrés esta vez no permitió sorpresas. Personalmente no podía pedir más, después de un año en el dique seco, estos Pirineos suponían mi regreso, y el simple hecho de estar ahí era ya todo un triunfo, además encontrándome cada día mejor. Con un agradable paseo a pie hasta el Puente de Napoleón III hicimos más hambre si cabe para que a la noche, las famosas almóoondigas de Tinuca volvieran a triunfar en la mesa de unos hambrientos ciclistas.
Col d'Aubisque
Carretera del Aubisque cortada
El tercer y último día tuvimos otra baja que
se sumó a la de Diego, Jose Luis. El pelotón quedaba reducido a cinco hombres
pero sin embargo el día amaneció climatológicamente perfecto, con un sol
radiante que permitía ver las blancas cimas de las montañas que rodeaban Luz
St. Sauveur. Nuestro objetivo hoy: Gavarnie-Boucharo. Por la preciosa carretera
que asciende suavemente pasando el Puente de Napoleón, llegamos al bonito
pueblo de Gedre desde donde en 2010 atacamos el Circo de Troumousse. Este año
tocaba el de Gavarnie. La subida se endureció un poco pero las impresionantes
vistas de las paredes de más de 3000m que iban apareciendo frente a nosotros
nos hizo disfrutar inmensamente del recorrido hasta nuestra llegada al pueblo
de Gavarnie donde pudimos contemplar una excepcional vista del Circo de
Gavarnie, Patrimonio de la Humanidad. Tras sus paredes, España. Nosotros
cogimos una carretera hacia la derecha, al Oeste, que rápidamente empezó a
ganar pendiente fuertemente. Boucharo. Curvas de herradura, desaparición del
arbolado e increíbles riscos. Con duras rampas ganamos altura y alcanzamos la
cota de nieve. La carretera perfectamente limpia y en las cunetas y laderas
decenas de marmotas. ¡Qué paisaje! Andrés, Javier y Pablo se entretuvieron con
unas marmotas y Carlos y Nacho no quisieron desaprovechar la oportunidad. Con
un buen ritmo continuaron ascendiendo con fuerza. Hemos de alabar la
persistencia de Carlos y sobretodo de Nacho que con menos kilómetros que nadie
se atrevió a embarcarse en esta aventura de la que estoy seguro ha vuelto con
una satisfacción inimaginable. Javier, Andrés y Pablo iniciaron la persecución
y la llegada a la Estación de Les Especières estaba próxima. Javier no pudo
aguantar el ritmo y Pablo también se quedó. La escapada parecía que iba a
llegar pero una nueva exhibición de Andrés evitó la victoria de Carlos que
había atacado a su compañero de fuga y que finalmente se quedó con la miel en
los labios. Carretera de nuevo cortada. A una altitud de más de 1800m habíamos
llegado al final, ya que a partir de allí hacia Boucharo (Bujaruelo en España) todo
estaba cubierto por la nieve.
Rumbo a Gavarnie
Circo de Gavarnie
Ascendiendo Gavarnie-Boucharo
El campeoni
Col de Boucharo
Preciosa subida a Boucharo
Tirando a por los escapados
A la caza
Estación de las Especiéres. casrretera cortada
La satisfacción llegó a más cuando vimos
aparecer la furgoneta con Diego y Jose Luis pudiendo compartir todos las
maravillosas y espectaculares vistas de este puerto. Iniciamos la última bajada
del viaje disfrutando de cada kilómetro. Una gozada. Pasado Gedre, Nacho, que
estaba en su mejor jornada desde que llegamos, lanzó un hachazo ante la
indecisión del pelotón. Sin entendimiento alguno, abrió un importante hueco. A
poco del final se inició una sucesión de ataques que acercaron al grupo. El
nerviosismo reinaba en el pelotón con Nacho delante y se aproximaba la última
larga recta con la llegada a Luz. Se lanzó el sprint atrás y de nuevo con una
asombrosa superioridad, Andrés venció en la última llegada superando a Nacho.
Disfrute máximo!
Las previsiones eran las peores pero al final
hasta pudimos despedirnos con un increíble día de sol. La experiencia del año
anterior nos ayudó a mitigar el frío que no melló a los corredores y el compañerismo
fue el auténtico protagonista, junto a las 103 almóondigas. Gran viaje, grandes
sensaciones y una satisfacción infinita. Una vez más, otro gran sueño hecho
realidad.
Ni rastro de las almóoondigas!
Grimpeur!
Una crónica preciosa Pablo, que refleja fielmente las sensaciones vividas: compañerismo, entusiasmo, esfuerzo, superación, alegría,...Personalmente estoy enormemente satisfecho de haber ido a pesar de mis dudas (razonables por otra parte) porque ha resultado una experiencia inolvidable. No puedo acabar este comentario sin dedicarle el reconocimiento merecido a Tinuca por sus maravillosas almóoondigas. Gracias a todos globeros por tres fantásticos días.
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