viernes, 11 de abril de 2014

El Camargo-Astillero en el Campeonato de España de Duatlón. Avilés 2014

El sol brillaba el doble en la blanca explanada del Centro Niemeyer de Avilés, apretaba de lo lindo en los momentos previos a nuestra carrera, la de distancia corta, pero mientras tanto, se disputaba la distancia sprint. De repente, de la rampa de acceso apareció el cántabro Sergio Correa encaramando la recta de contrameta, pero inmediatamente después, surgió la espigada figura de Pelayo Menéndez con los colores del Triatlón Camargo Astillero blanco verde y rosa brillando más que nunca. Vaya cambio de ritmo! Con una espectacular fuerza que dejó a Correa con una mueca de esfuerzo e impotencia ante el final de nuestro asturianín que corría en casa. Desde la valla no dábamos crédito a lo que estábamos viviendo mientras nos dejábamos la voz gritando y animando como locos y, con los pelos de punta, Pelayo, con un segundo cambio de ritmo, cruzaba el arco de meta con los brazos al cielo. Tercero de España en 20-24 años. Los abrazos y saltos que dimos unos encima de otros en ese instante es lo que mejor resume este Campeonato de España de Duatlon. Menuda experiencia más bonita!

Momento crucial de la carrera de Pelayo. Foto: Alberto de Pablo
Recuerdo la lluviosa tarde de invierno en que nos embarcamos en esta aventura. Sin poder entrenar, el wassapp del equipo echaba humo y entonces se fraguó la propuesta de Juanillo. El 4 de abril correríamos el Campeonato de España. 11 fuimos los integrantes del equipo que nos dimos cita en la industrial Avilés, que cuenta desde hace poco con el Centro Niemeyer como edificio singular en un intento de recuperar zonas degradadas de la ría. Exactamente no tengo muy claro el uso de este complejo, pero para la organización de un duatlón resultaba espectacular al menos, compartiendo experiencia con prácticamente un millar de duatletas venidos de toda España. Nuestro equipo formaba con Patri Corral, Rolando y Pelayo que corrían el sprint (5+20+2,5 km) y Poo, Manolo Ramos, Alberto de Pablo, Javi Bravo, Juan Espino, Nanduco y yo, que nos atrevíamos con el distancia corta (10+36+5). Equipazo y por fin, completamente uniformados.

Triatlón Camargo Astillero en Avilés
Primero se corrió el sprint con la ya narrada hazaña de nuestra punta de lanza, Pelayo, que se trajo ese bronce de ensueño. Patri y Rolando completaron, con sólidas carreras, la actuación del equipo donde el resto estuvimos animando y dejándonos literalmente la voz desde la barrera. A las 17.45 era nuestro turno, con el distancia corta, una distancia nueva para mí y muy bonita. Más larga y donde el fondo jugaba un papel con más peso que la velocidad del sprint, o al menos eso pensaba yo, porque al final a mí me salieron ritmos incluso más altos que en un sprint cualquiera. Pero hoy no era un día cualquiera.

La salida, en dos tandas, fue rapidísima, y aunque había planeado salir tranquilo y confiar en un ritmo solvente y tranquilo, aquí fue imposible. Salí muy fuerte. Midiendo, pero más fuerte de lo planeado sin duda, rodando la primera de las cuatro vueltas a un ritmo endiablado muy por debajo de 4’/km que era mi objetivo inicial. El día era luminoso, y el entorno de la ría por donde se transcurría era bonito y agradable. La ida por un lado, cruzábamos un puente y vuelta por la otra, para cruzar de nuevo de orilla por un abarrotadísimo puente de colores donde oías gritar tu nombre entre la multitud. Era la afición del equipo. Desde aquí las gracias porque ayudaban y mucho. Segunda vuelta, queda mucho, y fue sin duda la más dura, perdiendo contacto con el grupo en el que iba incrustado, muy superior a mí, pero, manteniendo la compostura, pude mantener un ritmo constante sin bajones. Casi en solitario, seguí rodando y cuajando un 10.000 super bueno. Tercera vuelta y cuarta incluso pudiendo apretar en la última semi vuelta. Increíble, nunca pensé correr tanto y menos en un duatlón en el que hay que medir fuerzas, pero al final marcaba un tiempo de 37’55’’ en el primer 10.000, mi mejor tiempo en esta distancia.
Gran primer sector a pie. Foto: Patri Corral
Tras una interminable transición cogíamos la bici bajando la rampa de acceso al Centro Niemeyer. Apreté los primeros dos kilómetros, era el momento de coger un buen grupo pues los 36 km de sector eran completamente llanos. Coger un buen grupo era esencial. Pronto se formó un pelotón importante que fue creciendo a medida que alcanzábamos a gente. Ante el grueso del grupo, yo me limité a rodar dentro del pelotón que calculo que fuera de más de 40 corredores y donde había gente que rodaba muy bien y que nos llevó rapidísmo durante los 36 kilómetros. Una larga avenida junto a la ría nos llevaba hasta la zona portuaria, parte más complicada del recorrido. Una auténtica ratonera con varias curvas de 90 grados e incluso una especie de estrecha chicán para salvar la entrada al puerto donde el grupo tenía que ponerse en fila de uno. Unas cuantas curvas más y giro de 180 grados en un cono para volver por el mismo recorrido. Como podéis imaginaros, el látigo a la salida de las curvas era brutal y la gente peleaba muchísimo la posición para no quedarse cortado. Sinceramente pasé miedo, teniendo la sensación de que era inevitable irnos en algún momento al suelo. Pero por fortuna no hubo sustos, salvo un afilador de un corredor en uno de los giros que le obligó a hacer un recto que salvaron milagrosamente los que iban con él. Tensión. Tensión y velocidad, porque vaya manera de rodar. El momento más duro era la salida de las zonas de curvas, cuando se enfilaba de nuevo la avenida. Había que apretar muchísimo pero en todo momento conseguí continuar en el grupo con fuerza en las piernas. Fueron cayendo los kilómetros repartidos en 4 vueltas también y en menos de una hora, llegábamos de nuevo a boxes en 57 minutos… 38 km/h de velocidad media. En la vida había hecho estas medias.

Sector de bici, Avilés 2014
Juanillo y Bravo rodaban en el grupo que precedía al mío, pero Javi, tras problemas musculares perdió rueda y fue absorbido por mi grupo en la última vuelta. Tuve la oportunidad de saludarle y animarle en boxes, pero fue la última vez que le ví, pues salió a correr más rápido que yo, y aunque pude mantener referencia visual con él, nunca llegué a acercarme. Además la primera media vuelta, me dio el flato, hacía siglos que no me daba. Pero las piernas iban bien y enteras. Dos vueltas restaban para acabar el duatlón y he de reconocer que, aunque pude apretar, me dejé llevar un poco pensando en el viaje de vuelta y en que el trabajo estaba hecho con el brillante primer sector y el increíble sector en bici. Pude apretar, sí, pero esta vez opté por disfrutar del momento y llegar sonriendo. En el puente antes de ascender la última rampa me pasó un chico, si llego a saber que era de mi grupo de edad le hubiera disputado y le hubiera, sin duda, ganado, pues en contrameta y meta sprinté y casi le rebaso, pero me vio llegar y pudo apretar los últimos metros. Al final el 17º de mi grupo de edad, 25-29. La posición lo de menos. Me quedo con ese puente de colores, esos ánimos de mis compañeros desde la bici mientras yo ya corría, la mano que choqué con la madre de Pelayo, llegando con la cara muy diferente a con la que llegué el día que me conoció en aquel medio ironman de Buelna de 2010, los apalusos de la gente, la gente llamándome Martín, como reza mi trimono, y me quedo con esa satisfacción de haber completado todo un Cto. De España, sabiendo competir y sabiendo sobre todo disfrutar. Y disfruté con mis compañeros. Enhorabuena a todos!
Nos volvimos con dos medallas, el bronce de Pelayo y la plata de Cifrian en 55-59. La amplia sonrisa de Pelayo en el pódium nocturno en el Centro Niemeyer brillaba más aún que el sol a mediodía en ese mismo lugar. El abrazo con el que comencé la crónica lo resume todo y la experiencia vivida este día fue de esas de las que tengo la sensación, recordaré toda la vida.

Grimpeur!

Pd. Gracias a mi compañera de viaje Patri que me dio gran conversación tanto en el viaje de ida como en el de vuelta ya de noche con todo el cansancio del día. Gran día!! Y este sábado Duatlón de Santander!!


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