El sol
brillaba el doble en la blanca explanada del Centro Niemeyer de
Avilés, apretaba de lo lindo en los momentos previos a nuestra
carrera, la de distancia corta, pero mientras tanto, se disputaba la
distancia sprint. De repente, de la rampa de acceso apareció el
cántabro Sergio Correa encaramando la recta de contrameta, pero
inmediatamente después, surgió la espigada figura de Pelayo
Menéndez con los colores del Triatlón Camargo Astillero blanco
verde y rosa brillando más que nunca. Vaya cambio de ritmo! Con una
espectacular fuerza que dejó a Correa con una mueca de esfuerzo e
impotencia ante el final de nuestro asturianín que corría en casa.
Desde la valla no dábamos crédito a lo que estábamos viviendo
mientras nos dejábamos la voz gritando y animando como locos y, con
los pelos de punta, Pelayo, con un segundo cambio de ritmo, cruzaba
el arco de meta con los brazos al cielo. Tercero de España en 20-24
años. Los abrazos y saltos que dimos unos encima de otros en ese
instante es lo que mejor resume este Campeonato de España de
Duatlon. Menuda experiencia más bonita!
Momento crucial de la carrera de Pelayo. Foto: Alberto de Pablo |
Recuerdo
la lluviosa tarde de invierno en que nos embarcamos en esta aventura.
Sin poder entrenar, el wassapp del equipo echaba humo y entonces se
fraguó la propuesta de Juanillo. El 4 de abril correríamos el
Campeonato de España. 11 fuimos los integrantes del equipo que nos
dimos cita en la industrial Avilés, que cuenta desde hace poco con
el Centro Niemeyer como edificio singular en un intento de recuperar
zonas degradadas de la ría. Exactamente no tengo muy claro el uso de
este complejo, pero para la organización de un duatlón resultaba
espectacular al menos, compartiendo experiencia con prácticamente un
millar de duatletas venidos de toda España. Nuestro equipo formaba
con Patri Corral, Rolando y Pelayo que corrían el sprint (5+20+2,5
km) y Poo, Manolo Ramos, Alberto de Pablo, Javi Bravo, Juan Espino,
Nanduco y yo, que nos atrevíamos con el distancia corta (10+36+5).
Equipazo y por fin, completamente uniformados.
Triatlón Camargo Astillero en Avilés |
Primero
se corrió el sprint con la ya narrada hazaña de nuestra punta de
lanza, Pelayo, que se trajo ese bronce de ensueño. Patri y Rolando
completaron, con sólidas carreras, la actuación del equipo donde el
resto estuvimos animando y dejándonos literalmente la voz desde la
barrera. A las 17.45 era nuestro turno, con el distancia corta, una
distancia nueva para mí y muy bonita. Más larga y donde el fondo
jugaba un papel con más peso que la velocidad del sprint, o al menos
eso pensaba yo, porque al final a mí me salieron ritmos incluso más
altos que en un sprint cualquiera. Pero hoy no era un día
cualquiera.
La
salida, en dos tandas, fue rapidísima, y aunque había planeado
salir tranquilo y confiar en un ritmo solvente y tranquilo, aquí fue
imposible. Salí muy fuerte. Midiendo, pero más fuerte de lo
planeado sin duda, rodando la primera de las cuatro vueltas a un
ritmo endiablado muy por debajo de 4’/km que era mi objetivo
inicial. El día era luminoso, y el entorno de la ría por donde se
transcurría era bonito y agradable. La ida por un lado, cruzábamos
un puente y vuelta por la otra, para cruzar de nuevo de orilla por un
abarrotadísimo puente de colores donde oías gritar tu nombre entre
la multitud. Era la afición del equipo. Desde aquí las gracias
porque ayudaban y mucho. Segunda vuelta, queda mucho, y fue sin duda
la más dura, perdiendo contacto con el grupo en el que iba
incrustado, muy superior a mí, pero, manteniendo la compostura, pude
mantener un ritmo constante sin bajones. Casi en solitario, seguí
rodando y cuajando un 10.000 super bueno. Tercera vuelta y cuarta
incluso pudiendo apretar en la última semi vuelta. Increíble, nunca
pensé correr tanto y menos en un duatlón en el que hay que medir
fuerzas, pero al final marcaba un tiempo de 37’55’’ en el
primer 10.000, mi mejor tiempo en esta distancia.
Gran primer sector a pie. Foto: Patri Corral |
Tras
una interminable transición cogíamos la bici bajando la rampa de
acceso al Centro Niemeyer. Apreté los primeros dos kilómetros, era
el momento de coger un buen grupo pues los 36 km de sector eran
completamente llanos. Coger un buen grupo era esencial. Pronto se
formó un pelotón importante que fue creciendo a medida que
alcanzábamos a gente. Ante el grueso del grupo, yo me limité a
rodar dentro del pelotón que calculo que fuera de más de 40
corredores y donde había gente que rodaba muy bien y que nos llevó
rapidísmo durante los 36 kilómetros. Una larga avenida junto a la
ría nos llevaba hasta la zona portuaria, parte más complicada del
recorrido. Una auténtica ratonera con varias curvas de 90 grados e
incluso una especie de estrecha chicán para salvar la entrada al
puerto donde el grupo tenía que ponerse en fila de uno. Unas cuantas
curvas más y giro de 180 grados en un cono para volver por el mismo
recorrido. Como podéis imaginaros, el látigo a la salida de las
curvas era brutal y la gente peleaba muchísimo la posición para no
quedarse cortado. Sinceramente pasé miedo, teniendo la sensación de
que era inevitable irnos en algún momento al suelo. Pero por fortuna
no hubo sustos, salvo un afilador de un corredor en uno de los giros
que le obligó a hacer un recto que salvaron milagrosamente los que
iban con él. Tensión. Tensión y velocidad, porque vaya manera de
rodar. El momento más duro era la salida de las zonas de curvas,
cuando se enfilaba de nuevo la avenida. Había que apretar muchísimo
pero en todo momento conseguí continuar en el grupo con fuerza en
las piernas. Fueron cayendo los kilómetros repartidos en 4 vueltas
también y en menos de una hora, llegábamos de nuevo a boxes en 57
minutos… 38 km/h de velocidad media. En la vida había hecho estas
medias.
Sector de bici, Avilés 2014 |
Juanillo
y Bravo rodaban en el grupo que precedía al mío, pero Javi, tras
problemas musculares perdió rueda y fue absorbido por mi grupo en la
última vuelta. Tuve la oportunidad de saludarle y animarle en boxes,
pero fue la última vez que le ví, pues salió a correr más rápido
que yo, y aunque pude mantener referencia visual con él, nunca
llegué a acercarme. Además la primera media vuelta, me dio el
flato, hacía siglos que no me daba. Pero las piernas iban bien y
enteras. Dos vueltas restaban para acabar el duatlón y he de
reconocer que, aunque pude apretar, me dejé llevar un poco pensando
en el viaje de vuelta y en que el trabajo estaba hecho con el
brillante primer sector y el increíble sector en bici. Pude apretar,
sí, pero esta vez opté por disfrutar del momento y llegar
sonriendo. En el puente antes de ascender la última rampa me pasó
un chico, si llego a saber que era de mi grupo de edad le hubiera
disputado y le hubiera, sin duda, ganado, pues en contrameta y meta
sprinté y casi le rebaso, pero me vio llegar y pudo apretar los
últimos metros. Al final el 17º de mi grupo de edad, 25-29. La
posición lo de menos. Me quedo con ese puente de colores, esos
ánimos de mis compañeros desde la bici mientras yo ya corría, la
mano que choqué con la madre de Pelayo, llegando con la cara muy
diferente a con la que llegué el día que me conoció en aquel medio
ironman de Buelna de 2010, los apalusos de la gente, la gente
llamándome Martín, como reza mi trimono, y me quedo con esa
satisfacción de haber completado todo un Cto. De España, sabiendo
competir y sabiendo sobre todo disfrutar. Y disfruté con mis
compañeros. Enhorabuena a todos!
Nos
volvimos con dos medallas, el bronce de Pelayo y la plata de Cifrian
en 55-59. La amplia sonrisa de Pelayo en el pódium nocturno en el
Centro Niemeyer brillaba más aún que el sol a mediodía en ese
mismo lugar. El abrazo con el que comencé la crónica lo resume todo
y la experiencia vivida este día fue de esas de las que tengo la
sensación, recordaré toda la vida.
Grimpeur!
Pd.
Gracias a mi compañera de viaje Patri que me dio gran conversación
tanto en el viaje de ida como en el de vuelta ya de noche con todo el
cansancio del día. Gran día!! Y este sábado Duatlón de
Santander!!
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