Primera edición de esta prueba que puede
convertirse en un referente. El lugar inigualable, mar y montaña en uno sólo, y
además con carácter solidario. En cuanto lo vi anunciado, supe que tenía que
correrlo. La distancia se me iba un poco, nunca había corrido tanta distancia,
salvo en Irlanda cuando corrí la Dublin Wicklow Mountain de 28 km… pero aquel
día me dio un pajarón de espanto y no completé todo el recorrido corriendo, teniendo
que ir andando gran parte del tramo final. Así que el reto estaba servido, y
además en Cóbreces, pues de ahí es una parte de mi vida.
No las tenía todas conmigo pues no había
podido entrenar lo suficiente, pero ahí me planté con los de 26km. Había otra
distancia de 16km y se podían hacer ambas tanto corriendo como andando. El año
que viene espero ir acompañado por un buen equipo en al menos los 16km andando.
Y es que el recorrido es precioso!
Fuimos a dormir a Cóbreces pues la salida era
a las 9am. Antes de la salida departí un rato con mi compañero Emilio que se
atrevía también con los 26km. Salimos de las escuelas de Cóbreces con el temazo
de Los Suaves Dolores se llamaba Lola, pelos como escarpias. Único tramito de
asfalto, el resto trail puro y duro, y pusimos rumbo a la costa. Entre maizales
y prados llegamos a Bolao, lugar mágico donde les haya. Bajamos al río y
llegamos al molino y la cascada por detrás, para asomarnos al acantilado y
recorrerlo todo de este a oeste. Tramo increíble. Por la senda del acantilado
disfruté muchísimo venga a mirar para todos lados para guardar en la memoria
tan espectacular paisaje. Bajamos a la playa y tramo de arena para adentrarnos
en el fondo de la playa donde comenzaba el tramo que más me gustó. Barro, senda
abriéndose camino por el denso bosque y fila de a uno esquivando ramas.
Precioso. El bosque era tan tupido que parecía casi de noche. Comentaba con
algún compañero de ruta lo espectacular de este primer tramo de carrera, pero
nos aguardaba una pedazo sorpresa. Un túnel de unos 60 metros a oscuras, con la
única luz de… antorchas!! Buaaaah!! Sin palabras lo guapo que era! El piso era
agua pues por ahí bajaba el río. De los mejores tramos que recuerdo en una
carrera, si no el mejor!!
Llevábamos un rato ascendiendo por el bosque
y por fin, aunque ojalá no se hubiese acabado, salimos a la Carretera del
Monte. Un pequeño avituallamiento y cogimos una pista todo para arriba. Aquí me
emparejé con el que fue mi compañero de batallas aquí en Cóbreces, Eric, un
chico de Cervera de Pisuerga con el que compartí gran parte de la carrera con
amenas charlas, que nos hicieron que los kilómetros pasaran más rápido. Hay que
ver los lazos que surgen en este tipo de carreras de fondo. Ya me pasó con Karl
en la carrera de Dublín, amistad que aún conservo, y lo mismo pasó con mi
compañero Eric, con una historia de superación asombrosa por cierto, con el que
espero compartir alguna carrera o alguna ruta en el futuro en el norte de
Palencia. Un abrazo desde aquí.
Avituallamiento en el km8, con todo tipo de fruta,
bebida y comida, hasta bombones! Increíble con una inscripción de sólo 10
euros, los cuáles eran destinados a fines sociales. Yo por esta carrera hubiera
pagado más. Eso comentábamos Eric y yo con otro compañero de Madrid durante
unos kilómetros. Lo grande de estas carreras solidarias de verdad, no como
otras con el mismo ‘apellido’ frente a otro tipo de carreras donde se han
metido empresas y donde prima más sacar algo más de pasta con inscripciones
pasadas de precio, que cada vez se ven más. A mí me gustan estas carreras, como
la de Ganzo también, poca infraestructura, pocos regalos y una gran recorrido y
una gran organización fruto de un gran equipo humano con gente implicada en
sacarlo adelante, ellos sí que son los héroes. Además aquí en Cóbreces, lo que
nos esperaba al llegar!! Pero aún quedaba mucho jeje!!
En este avituallamiento del km 8 iniciábamos
un bucle de 10 km por la parte alta del monte de Cóbreces yendo hacia el oeste.
Esta parte no era tan bonita, eucaliptales y monte bajo, pero las vistas que se
habrían hacia la costa occidental de Cantabria era espectaculares con Comillas,
Oyambre y San Vicente en las retinas. Completamos el bucle y juntos llegamos de
nuevo, tras separarnos en algún tramo, al avituallamiento del km8 que ahora era
del km18. Sólo quedaban 8km y ahora empezaba el momento crítico, ¿seré capaz de
aguantar corriendo hasta el final?
Hasta aquí había ido muy muy cómodo. Había
empezado con un ritmo suave, muy por debajo a mis ritmos pero preferí calmar a
los caballos e ir con sangre fría, aunque a mí me cuesta mucho. Los
espectaculares primeros kilómetros pasaron muy rápidos y entretenidos. Los 10
siguientes, que considero que eran los de desgaste, fuimos controlando Eric y
yo manteniendo un buen ritmo sin gastar mucho, caminando en los rampones y
hablando tranquilamente haciendo más amenos los kms. Ahora quedaba el tramo
final. Yo me entretuve un poco más comiendo y bebiendo en el avituallamiento
por lo que me sacaron algo de tiempo mis compañeros de viaje. Dediqué esfuerzos
en comer y beber bien. Además llevaba en el maillot un cargamento de arándanos
que fui comiendo poco a poco durante toda la carrera, y todo ello fue un
elemento crucial para acabar bien el trail. Las piernas me iban muy bien, y a
medida que quedaban menos kilómetros fui apretando un poco más. E iba más que
mis compañeros. Uno a uno fui superándoles, incluido Eric que mantenía un buen
ritmo, pero en la última de las subidonas, apreté bastante para ver hasta donde
llegaba. Y tenía fuerzas. Llegamos a una cresta desde donde ya se veía
Cóbreces! Sólo quedaría la bajada. Tras un tramo de pista donde había un
avituallamiento más, manteniendo la altura más o menos, comenzamos una bajadona
por una pista de piedra que para mí fue lo más duro. Hay gente que baja mucho,
pero yo no bajo una mierda. Aguantando las patas, con lo que carga eso, fui
bajando con un único objetivo: no lesionarme. Lo cumplimos. Entramos en un
tramo más arbolado. Se estaba haciendo largo el descenso, pero por fin cruzamos
de nuevo la carretera del monte para meternos por los caminos de Viacaba que ya
conocía tras mis paseos por la zona, estaba al lado de casa, e incluso se veía
la torre de Santa Ana desde más arriba. Pero cuando ya parecía que íbamos a
coger el camino final hacia abajo, nos desviaron hacia la izquierda para
adentrarnos por unos prados al enclave de las Fontanías, precioso bosque con
pedazo ejemplares de árboles! Esto es terreno conocido!! Uff las patas estaban
ya rozando el límite, pero por fin entramos en las casas de Cóbreces por el
barrio de Rivero. Por las callejas, en solitario, disfruté del momento, pues ya
lo tenía, e incluso apreté aún más para bajar de las tres horas, que había
calculado que tardaría más o menos. Iglesia parroquial de San Pedro y la calle
de bajada final para dar la curva en el cruce ya lleno de gente y girar de
nuevo para encaramar la recta final preciosa donde paré el crono en 2h 57’
aproximadamente. Reto conseguido!! Pedazo carrera que me había salido yendo de
menos a más, llegando muy entero y disfrutando de este pedazo trail con
praderías, acantilados, playa, barro, túneles, bosque, montañas y paisajes! Y
grandes compañeros y sublime organización, que nos brindó a la llegada con una
malla de limones, limonada riquísima y un plato de macarrones!!
Llegada Trail Cóbreces 26km 2h 57' |
Subí a casa a cambiarme, subir a casa fue
casi lo más duro, qué larga se me hizo la Callejona, y ya acompañado bajamos a
disfrutar del ambiente, del día y de la familia en un gran día de trail!! El
año que viene volvemos fijo!!
Grimpeur!!
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