A pesar de ser el mismo día del esperado
Triatlón de Suances, mi favorito, esta fecha llevaba mucho tiempo marcada en el calendario destinada
a otra gran prueba. Otro reto más, pero este diferente, donde por primera vez
combinaría mi pasión por la montaña con la competición. El Km Vertical de
Fuente Dé. Una subida de prácticamente mil metros de desnivel en unos 4,9 km de
distancia. Objetivo: salvar la impresionante pared del circo de Fuente Dé,
desde la base inferior del teleférico hasta la superior.
Temprano, pusimos rumbo a Liébana Luis y yo desde
Santander. Ambos debutábamos en una prueba así y aunque las semanas previas no
es que hubiésemos entrenado mucho, el objetivo principal era llegar arriba y si
era en menos de una hora mejor. Pero a medida que se acercaba la cita, las paredes
parecían más altas. El reto aumentaba. Con los buenos consejos y apoyo del
local Oscar Sebrango y el empuje de nuestro amigo Carlos desde Alemania, al
que, sabíamos bien, que le hubiese encantado estar con nosotros este día, nos
embarcamos en esta aventura. Las previsiones no eran muy buenas, pero sonando
Cat Empire en el coche, aparecieron las primeras cimas de los Picos, y sin
niebla. Motivación máxima.
La pared del circo de Fuente De una hora antes de la salida
Pero al llegar a la campa de Fuente De, donde
la perfecta organización nos entregó el dorsal y la gran bolsa de corredor y
donde se encontraba la salida, el tiempo cambió y empezó a llover con ganas. Y
enfrente las amenazantes paredes verticales del circo de Fuente Dé. ¡Por allí
íbamos a subir! Durante varios minutos bajo la carpa de la organización refugiándonos
de la lluvia estuvimos observando esas espectaculares paredes, y se nos pasó
por la cabeza a ambos que quizá esto sí que era una locura como nos auguraba la
gran mayoría de personas de nuestro entorno y prácticamente dimos por hecho que
el objetivo de ascenderlo en menos de una hora sería imposible para nosotros. ¡Pero
el objetivo de llegar arriba teníamos que cumplirlo!
En la salida del Km Vertical de Fuente De
Nervios a flor de piel. Dudas con la ropa y el
material, y calentamiento. Milagrosamente paró de llover y unos pocos rayos de
sol iluminaron la subida. Directos a la salida con esa emoción y nervios que
tanto enganchan. Estar allí, entre esos 200 atletas ya era un hito para
nosotros. Luego ya intentaríamos hacerlo lo mejor posible. Qué emoción. Unos
minutos de tensa espera, breves explicaciones (este años subiríamos 50m de
desnivel menos), y por fin el preparados, listos... yaa!!
Salida y campa de Fuente Dé. Fotos: El Diario Montañes
Primer tramo por la campa. Somos dos cientos
y el pelotón tiene que estirarse. Entre tanta gente no se ven los obstáculos de
la campa pero pasamos el tramo sin problemas corriendo e intentando no colocarnos
muy atrás. Cogemos el sendero que se dirige hacia la Jenduda, que recorre
diagonalmente el pie del circo por su parte Oeste al Este. Aún seguimos corriendo
formándose grupetos entre la alrgada hilera de corredores. Yo trato de no
cebarme pero a la vez mantener un ritmito bueno. Durante bastante tiempo sigo
la estela de una chica con camiseta de Extremadura. Como me pasaba en mis
primeros duatlones, las chicas me sirven para llevar un buen ritmo para mí, ya
que siempre suelen mantenerlo. Me deja y me veo junto a Lucía Ibañez que sé que
el año pasado consiguió un buen tiempo, puede ser un buen grupo. Me dejan también
pero no pierdo su referencia. He empezado bien y las sensaciones son buenas,
pero a medida que ganamos altura, me empiezan a quemar los gemelos. Buah!
estamos casi abajo y como duele... igual no llego. Los grupillos dejan de
correr a medida que sube la pendiente y empieza otro tipo de carrera, hay que
encontrar un buen ritmo de zancada andando. Todavía en alguna zona hay fuerza
para arrimarte al grupo de adelante con una carrerita. Primera zeta donde se
bifurca el camino de la canal de la Jenduda y nosotros seguimos hacia el Este
atravesando toda la pared. Pala dura y descansillo. Primera mitad, la suave,
superada.
A partir de aquí terreno inexplorado para mí.
Bajada y otra pala. Ya aquí los compañeros de ruta no variaban, siempre con los
mismos. Realmente no recuerdo bien cuantas rampas con pequeñas bajadillas
superamos, pero lo que sí recuerdo bien de este tramo es el barro que
dificultaba la tracción. Ayudándome en ocasiones con las manos, agarrándome a
la vegetación o rocas y mi cuerpo formando un ángulo de 90º completamente agachado.
A parte de los gemelos que aguantan, ahora duelen los lumbares. De cuadriceps
voy bien y de ganas y disfrute al cien por cien. Qué bonito estaba siendo.
Fuente Dé allí abajo a lo lejos, y nos internamos en unas canales.
Giro a la izquierda y tramos durísimos. En
uno de los pequeños "descansillos" que echo a trotar, pierdo el pie
izquierdo hacia la ladera y caigo con toda la pierna derecha al suelo que me
sujeta y me levanta como un resorte. Primeras heridas de guerra. Sigo más o
menos con los mismos compañeros que me indican más o menos lo que nos espera.
También me comenta el compañero que lleva bastante tiempo siguiendo mi ritmo detrás
que el año pasado lo había hecho en cincuenta y tantos minutos, y que este año
iba mejor. El objetivo de bajar de la hora estaba ahí y además las sensaciones
estaban siendo buenísimas sintiéndome entero entre los jadeos.
Último tramo de Luis
Última mega pala de piedras y barro bajo la
estación superior del teleférico que da una moral increíble verla. Estamos casi
arriba ya, pero la pala parece infinita desde abajo. Cabeza al suelo, y modo
cuerpo escuadra apoyándome en las rodillas y todo lo que sirve de agarre. A
gatas casi debido a la pendiente, pero a buen ritmo. Me pasan los que llevaba
detrás. Debe quedar poco porque la gente aprieta. Giro a la derecha y rampón de
piedras sin camino alguno. Cuerda para ayudarse aunque yo prefiero subir
gateando a modo de trepada y lo hago rápido. "Ya está! estáis arriba"
nos grita la gente de la organización, que había estado repartida por todo el
recorrido y en los pasos difíciles. Esta vez suena a que es verdad. Gente
animando a ambos lados, aplausos y sonrisa de oreja a oreja. Lo había
conseguido... ¡lo había conseguido! y en un gran tiempo de 54' 44'' había
llegado a la meta. Objetivo más que cumplido.
Llegada de Luis. Objetivo cumplido!
Luis llegó un poco después que yo habiendo
realizado una espectacular subida en menos de una hora también y la
satisfacción de ambos es inmensa. Nos pusimos la ropa que la organización nos había
subido y momento fotos. Fotos hacia las cimas altas del Macizo Central, fotos
hacia abajo de dónde veníamos. Increíble. Bizcochos y al teleférico para volver abajo.
Durante toda la espera no paramos de comentar la aventura, describiendo cada
tramo, cada sensación, cada momento de este reto, y ya desde el mismo instante
de cruzar la meta había empezado a pensar en la siguiente, que seguro que
compartiremos con Carlos. Qué pedazo experiencia y qué ambientazo. Organización
de diez y una satisfacción de veras que infinita.
Luis y Pablo con el reto del Vertical conseguido
El dorsal, con el nombre de Sarobe, en
homenaje a mi abuelo montañero, ya está pegado en la pared de mi cuarto, junto
a los dorsales de mis grandes carreras, un sitio bien que merecido, porque esta
ha sido sin duda una de las más bonitas, originales y espectaculares en las que
he participado, y sobre todo en un enclave de Cantabria y Los Picos de Europa
inigualable. Reto conseguido, ¿cuál será el próximo?
Grimpeur!