viernes, 27 de julio de 2012

TRIATLÓN DE SOMO 2012


Un clásico entre los clásicos, Triatlón de Somo el pasado 22 de julio. Distancias 600m, 14km en bici y 4 aproximadamente corriendo. Como siempre ambientazo y un montonazo de gente en un día precioso y soleado con la Bahía radiante. Madrugamos y mucho, la única pega que el triatlón está enclavado en plena Semana Grande de Santander e irse a la cama la noche anterior fue realmente duro. Durísimo. Pero yo lo sabía bien... merecía la pena.

Todas las carreras tienen su parte de especial, pero esta edición lo era aún más, porque de mi mano iban a debutar dos grandes amigos a los que había conseguido "engañar". Lástima que fueran dos y no tres, porque la verdad que Carlos y Luis lo disfrutaron tanto o más que yo. Para mí fue supergratificante actuar de profe, a lo Pablo Ibarguren, y explicar cada detalle de lo que iba a ser su primer triatlón.

Dorsales, material, cientos de conversaciones con miles de conocidos, realmente estoy en mi ambiente. Qué guay!. En la entrada a boxes un desafortunadísimo incidente priva de correr a Alfonso Calonge del TCQ. Ánimo desde aquí Calon y nos vemos en la próxima. Charlas con el gran Oli, Cesar, Lucía Blanco, Iri con su nuevo trimono, Cazorla y Cerro que a la postre sería el flamante vencedor. Enhorabuena Esteban!! Carlos y Luis con sus padres detrás de las vallas de boxes sintiendo ya los nervios de los momentos previos de la carrera. Esos que enganchan!

Tradicional caminata al puente entre Somo y Pedreña y la rampa ya repleta de triatletas. La marea bajíisima y la corriente ya se veía que iba a ser protagonista. Sin poder probar el agua y sin explicaciones de la prueba, tradicional también salida al despiste. Comienza la guerra. Salgo muy atrás ya que aún no les había explicado todo a mis debutantes, así que estoy metido en la parte trasera del gran grupo de 200 tíos... y un montón de chicas también. Me veo metido en el interior, justo por donde no quería salir, pero sobrevivo, pasando incluso por encima de algunos triatletas... pura supervivencia, intentando ser limpios pero el espacio físico no deja lugar a florituras. Nos enfilamos a la rampa enmoquetada, aún lejíisimos. Se va a hacer largo, no hacía más que pensar en Carlos y Luis. Todo para adelante bastante cómodo de ritmo y sin parar de adelantar a gente, como nunca, debía ir muy atrás pensaba. También era curioso cómo nos íbamos cerrando hacia la orilla izquierda, incluso, por momentos, veía a gente andando por el lateral!! Se acercaba la rampa, pero la bajamar hacía que esta había que alcanzarla subiendo un gran escalón rozando todo el traje.

Sector natación Triatlón de Somo

Pasillo increíble y precioso abarrotado de gente, y primera transición. A la salida de boxes me saluda Carlos que acaba de entrar! están vivos!! Llega lo bueno y cojo fortísimo la subida. Adelanto a mucha gente y me planto en la rotonda de Loredo con un grupo importante delante. A por ellos! me uno a un corredor de naranja con el que hago buenos relevos. La recta se hace larguísima y no recortamos, hasta el punto que casi llegando a Galizano, miro para atrás y veo que llega un grupeto por detrás y hago lo que nunca he hecho en la bici... les espero porque realmente rodamos en tierra de nadie... Fue una buena elección porque en este grupo iba gente que rodaba muy bien. Me cruzo con el grupo de cuatro de cabeza con Esteban y Cazorla en una posición perfecta. Otro grupillo perseguidor y un gran pelotón tirado por Oli e Iri. Otro grupo, el que no conseguí alcanzar como en otras ocasiones en solitario, y nosotros. Tomo la rotonda en cabeza y por momentos hacemos unos relevos cortos bueníisimo... pero nos desordenamos y la gente empieza a escaquearse. Tomo un respiro y lo doy todo en el tramo final. Pasamos a Sandra a la que animo a unirse a nuestro grupo pero íbamos demasiado fuerte. Último relevo brutal en el que cogemos a Cesar Herrera y bajada a Somo entrando en cabeza en boxes. Transición rapidísima como viene siendo habitual sorprendentemente esta temporada y a correr.

Llegada a la T2 en cabeza de mi grupo

Del numeroso grupo salgo de los primeros y empiezo a correr con un ritmo buenísimo. El viento pega de cara en el paseo de la playa. Llega el tramo de duna y la subidita que hago comodísimo. Recuerdo cómo sufría en esta parte en mis primeros triatlones de Somo, ahora es mi terreno con los kilómetros acumulados en montaña. Voy fenomenal de ritmo. Veo que llevo detrás a César que sé que corre muy bien. Espectacular paso por la primera vuelta con los ánimos de Chano, creo, al que no veo. Gracias!! Y un montonazo de gente!

Completando la primera vuelta a pie

Segunda vuelta incluso mejor de la primera, cómo estaba corriendo, super sólido y libre de toda molestia ni miedos! después de la lesión, cada día me he encontrado mejor, para mí es un super lujo volver a encontrar sensaciones y de este Somo me quedo con este sector. No dejo de hacer referencias en todas mis crónicas a la lesión del año pasado, pero es que realmente me da mucha fuerza recordar cómo estaba y cómo estoy. Al final un impresionate 25º puesto parcial en este sector. Doblo a Luis al que animo. Se va a convertir en triatleta! ya lo es! y llegada a recta de meta después de pasar a un gran grupo en la calle anterior a la curva. Meta y satisfacción de nuevo infinita. Otro más. Y aunque con la sensación de haber entrado bastante atrás, cuando salen las clasificaciones veo que he repetido el 30º puesto del Bansander. Genial!

Llegada a meta. Somo 2012. Foto: Cristina Cobo

Poco después entraron Carlos y Luis con una sonrisa de oreja a oreja. Encantados y no es para menos. Me alegro muchísimo que os haya gustado la experiencia. El final de la prueba fue un conjunto de anécdotas e historias de la carrera, hablando con todo el mundo y disfrutando de las cocacolas y fruta de la organización que nos obsequia con una camiseta. Sin parar de hablar con muchísima gente después veo a otro montón de amigos con los que no coincido pero nos veremos en el próximo. Ambientazo.  

Del equipo de la Universidad de Cantabria qué decir, Sandra Garrido 5ª y Cristina 18ª, las cuales estuvieron presentes en mi reaparición triatlética en Valencia, coparon el podio Sub23, Patri hizo octava y los chicos impresionantes con la sensacional victoria de Esteban Cerro y el 7º puesto de Cazorla que volvió a salir primero del agua. Iri, fortísimo este año, hizo el 18º y yo el 30º. Y primer puesto por equipos! Aupa UC!

Aún me duran las increíbles sensaciones del triatlón, y ya estoy esperando correr el próximo. Lamentablemente por motivos de trabajo, me perderé el triatlón olímpico de Castro que este año tiene muy buena pinta habiendo incluido un puerto que me hubiese venido fenomenal en el sector de bici, pero por contra, podré volver al Duatlón de Medio Cudeyo al cual no fallo desde mi debut en esto del duatlon/triatlón allá por 2007, salvo, lógicamente, el año pasado 2011 por lesión. Pero me hace ilusión volver. En 2010 hice top ten, este año no estoy tan fuerte pero espero hacerlo bien también. Entre medias el Km Vertical de Brañosera en Palencia y al siguiente finde el tri de Alto Ebro. Esto no para!!!

Grimpeur!

jueves, 26 de julio de 2012

Triatlón Canal de Castilla, Medina de Rioseco 2012

Triatlón Canal de Castilla entre girasoles. Foto: La Voz de Rioseco

Salía de trabajar el sábado a las 22h de la noche, y entraba el lunes a las 8am... Pero había tiempo suficiente para pasar un gran día en compañía de dos de mis mejores amigos, casi como hermanos, viajando a tierras castellanas para visitar el pueblo de Rocío, Villárdiga en Zamora y de paso correr el triatlón del Canal de Castilla en Medina de Rioseco.

El año pasado, lesionado, hicimos un viaje a Zamora y pasamos por allí. A mí me sonaba que en la dársena del Canal de Castilla se celebraba un triatlón, y soñando, comentábamos que triunfaría venir aquí algún año a correr el triatlón y visitar Villárdiga. Sin casi ni darnos cuenta, eso era lo que estábamos haciendo un año después.

El viaje de noche fue ameno y divertido. Una gran cena y unas cuantas coca colas me daban la fuerza después de todo el día currando para ir hasta Medina de RIoseco. Casi tres horas de coche escuchando casettes de hace mil años. Muchas risas. Casi al llegar, se nos cruzó un zorro en la carretera y le perseguimos unos metros por un caminejo. Momento en el cual, detuvimos el motor y nos paramos a escuchar el silencio de la nada y el increíble cielo estrellado de la meseta. Increíble!

Llegada al hostal Duque de Osuna casi a las 2am y había que dar al menos una vueltuca para tomarnos unas cerves. Bastante ambiente e incluso una especie de verbena de barrio con temazos. Si no hubiese estado tan cansada Rocío, que también salía de trabajar, yo me hubiese quedado hasta las mil, y menos mal que nos fuimos, porque mañana era el gran día.

A las 8 am estaba en pie, desayuno y para el canal a recoger dorsales. Había poca gente aún al ser pronto pero todo estaba preparado. Organización sublime, el lugar precioso y las sensaciones indescriptibles. Me emocioné al asomarme al canal. Espero no perder jamás esa sensación de emoción y ojos húmedos que estoy teniendo en cada carrera desde que volví a correr. Indescriptible.

Chip, gorro y dorsal, con la camiseta de la prueba. Calenté un poco en bici reconociendo el terreno de la salida y llegada en bici y Mon y Roció llegaron. Qué alegria y qué fuerza da tener a alguien ahí al otro lado de boxes. Coloqué todo en unos perfectos boxes de barra y, enfundado en el traje ya, me tiré al canal. El lugar realmente precioso y el agua, aunque muy turbia, limpia y sin sólidos como la otra vez que pasamos por allá. Una piscina.

Con una afición inmejorable momentos antes de la salida

Se tardó bastante en dar la salida pero al fin, bocinazo de la prueba popular con distancias sprint en la que participaba yo. Las distancias eran 500m a nado, 20km en bici y 5km corriendo lo que me favorecía y mucho al nadar comparativamente menos de lo habitual (que suele ser 750m). La salida fue en el agua y había bastante espacio. Me coloqué muy bien en la salida detrás de una chica asturiana que había visto en el Bansander y que sabía que nadaba muy bien. Siguiendo su estela nadé fenomenal y muy fuerte el primer largo, descolgándome algo en el segundo, algo que entraba en el guión. La salida del agua era por unas escaleras verticales, muy chulo y algo nuevo. Sorprendentemente salí el 14º del agua siendo una de mis mejores nataciones de mi vida.

Sector de natación en el Canal de Castilla y la antigua fábrica de harinas, Medina de Rioseco. Foto: La Voz de Rioseco

Llegaba lo bueno. Mon y Rocío estaban en boxes animándome y no dudé en regalarles una sonrisa aunque me encontraba fatal del agua. De hecho, vomité un poco en boxes el desayuno (y la cerveza de la noche anterior). Me puse el casco y a tope. Salí muy muy fuerte y sin esperar a nadie. Tenía que sacar terreno cuanto antes. Pasé a mucha gente y nadie me seguía. Tras unas recurvas de salida del pueblo, entramos en una zona llana pero algo alomada donde había que dar pedales y bien. Pasé a la chica asturiana que aún seguía primera e intenté animarla, ella me había ayudado mucho en al agua al seguirle su estela. Larguísimas rectas entre girasoles, precioso. Pasé a más gente y tras echar un vistazo atrás vi que un triatleta me seguía con unos metros de desventaja, y no era ninguno de los que había pasado. Le esperé un poco y entre los dos tiramos para adelante. Era un chico de Almería. Dimos unos buenísimos relevos, de los mejores que he dado yo en toda mi vida, solamente comparables a los que di con Hugo Cagigas en el Alto Ebro de 2009. Alcanzamos a otro triatleta que nos pudo seguir a duras penas, pero sin embargo no daba relevos. Mi compañero almeriense me preguntó en qué puesto íbamos... yo no tenía ni idea pero le dije que íbamos bien seguro, pensando que iríamos entre los 20 primeros. Nos cruzamos a los tres primeros y sorprendentemente el cono de media vuelta ya estaba ahí. Estábamos rodando en el segundo grupo!!! Eramos cuarto, quinto y sexto. Buahh! qué subidón. Jamás me había encontrado en esa situación y me sentía fortísimo. Seguimos dando grandes relevos y de hecho al final hicimos segundo y tercero en el sector de bici. EL otro integrante no iba tanto. Mi idea era atacarle junto con el de Almería, pero este no quiso y llegó con nosotros a boxes.
La llegada a boxes fue increíble. Entré cuarto a la T2 y Mon y Rocío estaban flipando. 


Carrera a pie a orillas del Canal de Castilla. Foto: La Voz de Rioseco


Transición rapidísima y a correr. ¿Cómo responderían mis compañeros de fuga? Salimos los tres juntitos y empecé yo a tirar para ver si alguno de los dos iba desfondado. Fuimos los tres juntos el primer kilómetro y medio, momento en el cual, el tercero en discordia, el que no había dado relevos nos empezó a soltar. Yo mantuve mi ritmo, estaba corriendo bien y poco a poco se fue marchando. Poco después dejé coger unos metros al de Almería, y de eso me arrepiento, porque tenía que haber forzado a tope para aguantarle. Sin embargo seguí manteniendo mi ritmo. Me cogió unos metros y me llegó a sacar unos dieciocho segunditos. El tramo de carrera a pie era precioso también por ambas orillas del canal de castilla y sobre un piso de tierra. Últimos dos kilómetros y parecía que los de atrás no nos cogerían. Sólo miraba para adelante. Y empecé a recortar a mi compañero almeriense. Último kilómetro, últimos cuatro minutos escasos. Hay que darlo todo. Y realmente me quedaba gas. Me acerqué muchísimo a él y en contrameta los ánimos de la gente me dieron un plus. Pero el de Almería me vio y echó también el resto. Qué pena, porque podía haberle superado. Al final entré sexto a apenas 4 segundos del quinto y el cuarto también a tiro con el resquemor que quizá le podríamos haber dejado en bicicleta. EL mejor puesto de mi vida y quería más!


Satisfacción con la afición sobre el Canal de Castilla

Satisfacción infinita, mis dos amigos en meta. Abrazo y emoción de nuevo en mis adentros. No me lo creía ni yo. Aquí estaba, en Medina de Rioseco, en Valladolid haciendo sexto en un triatlón de más de cincuenta participantes. Luego correrían los de la prueba olímpica, con más nivel desde luego, pero yo ya lo tenía para mí. Grandísimo puesto y sobretodo grandísimas sensaciones y con la cosa de poder haberlo hecho mejor.
El resto del día siguió con la prometida visita a Villárdiga donde la madre de Rocío nos dio de comer y bien. Menuda comida. Muchas gracias desde aquí. Además nos obsequió con un magnífico queso zamorano riquísimo. Nos tomamos unas cañas también con David, con el que compartimos el anterior viaje a la zona y donde surgió la idea de correr este triatlón. ¿Qué será lo siguiente? Iniciamos el viaje de vuelta, dándonos tiempo a hacer una pequeña cima en la meseta castellana con grandes vistas y para parar un ratuco en Palencia.

Gran viaje que terminó como no cuando tras atravesar la cordillera, empezó a llover. Qué mejor bienvenida a Cantabria con esa humedad. Pedazo de viaje con pedazo de amigos y un resultado increíble en un triatlón precioso y al que seguro volveremos. La moral por las nubes.

 La expedición cántabra a tierras castellanas, ¿cuando repetimos?


Grimpeur!

PEÑA REMOÑA Y LA PADIORNA POR LOS TORNOS DE LIORDES


·      Salida-Llegada: Fuente Dé 1084m
·      Tiempo: casi 10 horas
·      Desnivel: cerca de los 1800m de desnivel positivo
·      Cimas: Peña Remoña 2229m, Torre Alcacero 2219m, Peña La Regaliz 2196m, La Padiorna 2319m
·      Máxima Cota: La Padiorna 2319m
·      Nivel de Dificultad: Avanzado


8 de julio de 2012, nublado, nubes y claros en Liordes y niebla. Montañeros: Damián, Carlos y Pablo. Fauna avistada: un montonazo de rebecos por todas partes.

El domingo estaba llamado a ser un gran día de Picos de Europa y madrugando y cargando el alimento en la mochila en forma de tortu en Potes nos plantamos en la base del espectacular circo de Fuente Dé. Un mes antes habíamos estado aqui compitiendo en el Km Vertical, y hoy todo eran anécdotas y puro disfrute.

Esta vez nos tocaba superar la inmensa mole por la mítica vía de los Tornos de Liordes. A un espectacular ritmo, fuimos elevándonos sobre Liébana y pronto nos internamos en la niebla. Una pena, pero sin duda los Tornos se volvían más enigmáticos toda vía pues no se veía el final. El primer rebeco del día nos anunció que estábamos próximos a la increíble Vega de Liordes, y efectivamente, la niebla se disipó y aparecieron las verdes praderas de Liordes rodeadas de las paredes grises de Remoña, La Padiorna y la Torre de Salinas. Por fín llegábamos a Liordes. No lo conocíamos aún y teníamos unas ganas inmensas de llegar a este mítico enclave. Y realmente es muchísimo más bonita de lo que podíamos llegar a habernos imaginado.
Una vez aquí, la cima de la Peña Remoña era nuestro objetivo, aunque esta se encontraba escondida en la niebla. Sin embargo iniciamos la ascensión y nos cruzamos con un gran grupo de vascos que bajaban de la cima. Sin mucha complicación alcanzamos la cima. Lástima de las vistas, pero sin duda, volveremos otra vez. Desde Remoña, se nos ocurrió hacer alguna de las cimas de su cordal, y casi nos lo hicimos entero. Cayeron la Torre Alcacero y la Peña Regaliza entre otras antecimas. Zonas técnicas y llegó un momento en que no quisimos arriesgar demasiado y decidimos bajar por donde habíamos venido. En una pequeña braña, echamos cuenta de los primeros bocados de los tortus de chorizo, queso de Tresviso y pisto. Cómo entraron.

Nuestra idea inicial era bajar por el Collado de Pedabejo hacia Campodaves y de allí a Fuente Dé, pero de repente Carlos propuso intentar la mole que teníamos enfrente: La Padiorna con sus 2319 metros. Teníamos que superar el sedo de la Padiorna desde Liordes y de ahí a la Colladina de las Nieves. Una vez echa cima nos tiraríamos por la Canal de San Luis hacia el Cable y bajaríamos por la Jenduda. Llévábamos un buen rutón en las piernas, pero los tres nos tiramos a la nueva alternativa. Atravesamos el espectacular paso del sedo de la Padiorna, sin mayores dificultades tampoco, y tras cruzarnos con un grupo, mayor aún que el anterior, de chicos de un campamento que se dirigían al refugio de Collado Jermoso, iniciamos la ascensión directa por la arista hasta la Padiorna. Esta vez a un ritmo brutal. Y casi en la cima nos encontramos con un rebeco que se hizo amigo nuestro. Lejos de huir, cada vez se acercaba más a nosotros y se dejó fotografiar desde cerquísima. Hicimos cima sin vistas de nuevo. Era ya bien entrada la tarde y subía un calor impresionante desde abajo, la llamada inversión térmica. Sofocón, un poco más de comida y para abajo por la Canal de San Luis, que esta sí, estaba cubierta por una densísima niebla. La niebla de los Picos. Con precaución y siguiendo con cuidado los hitos fuimos descendiendo sabiendo que llevábamos buena orientación y sólo podíamos llegar al Cable. No había posibilidad de pérdida. Seguíamos sorprendiendo rebecos entre la niebla, y tras un largo descenso encontramos el desvío a la Jenduda, no sin alguna duda. Y aquí llegó el tramo más duro de la ruta.

Ya conocíamos la Jenduda, ya que hacía dos años atacamos Peña Vieja por aquí, pero la conocíamos de subida, no de bajada. Además el terreno estaba muy húmedo y suelto, lo que dificultaba y mucho el descenso. Poco a poco fuimos bajando con cuidado. Alguna que otra pequeña culada y alcanzamos el paso donde hay que ayudarse de una cuerda. Careciendo de toda técnica, fuimos bajando uno a uno. Prueba superada con éxito. Lo que quedaba ya estaba chupado. Salimos de la Jenduda y cogimos el camino por donde hacía apenas un mes habíamos subido corriendo hasta la estación superior del Cable. Motivados y sorprendentemente fuertes, rozando las 10 horas de ruta, nos dió por correr y acabamos el último tramo corriendo. Realmente locos y realmente un grandísimo día de Picos de Europa.

Espectacular y preciosa ruta con vistas increíbles y acabando fuertes. ¿Qué es lo próximo que nos espera? 


Grimpeur!

miércoles, 4 de julio de 2012

NOCTURNA EN HOYO SACRO

·      Salida-Llegada: Alto Campoo 1645m
·      Distancia: unos 10 kms en total
·      Tiempo: 4h andando entre la aproximación, nocturna y matinal
·      Desnivel: 440m
·      Máxima Cota: 2085m
·      Noche: Cabaña de Guzmerones 1700m
·      Nivel de Dificultad: Intermedio

29 y 30 de junio de 2012, soleado, luna y nubes. Montañeros: Pedro, Damian, Juan Valle, Carlos, Chisco y Pablo. Fauna avistada: decenas de venados en las cumbre, un rebeco y un tritón alpino.

Una noche de auténtico seis y medio. Foto: Juan Valle

El verano había llegado, y con él dos de nuestro más montañeros y amigos míticos de seis y medio sobre siete. Aunque Pedro ya nos había acompañado hacía dos semanas, este era el reencuentro de Carlos con La Montaña. En realidad era el reencuentro de todos con la luna de verano, las estrellas y los choricillos a la brasa inmersos en la montaña más salvaje.

El viernes por la tarde poníamos rumbo a Campoo los seis integrantes de la expedición, y a las ocho de la tarde comenzamos andar con todas las mochilas, comida, sacos y esterillas desde el aparcamiento de la estación invernal de Alto Campoo. Objetivo: la cabaña del maravilloso enclave de Hoyo Sacro que nos habían recomendado. Con el sol ya aproximándose al perfil que formaban las cumbres de la Sierra del Cordel fuimos avanzando dirección sureste por las brañas próximas a la pista del Cuchillón. 

Hacia Hoyo Sacro desde la estación de Alto Campoo

Pasando de vallejo y entre escobas florecidas y vacas tudancas, alcanzamos una senda que nos llevaría directos a Hoyo Sacro. No conocíamos el lugar, ni tampoco sabíamos cómo estaría la cabaña, lo que daba un toque de aventura y locura con la noche echándose encima. en apenas 45 minutos descubrimos la cabaña situada en un paraje espectacular. Un verde prado situado al pie de los peñascos que subían al Cuchillón y por donde dicen siempre pasa el oso cuando este se acerca a Campoo. Nosotros tan solo vimos a un rebeco que rápidamente inició la huida monte arriba. Nos acercamos a la puerta y... cerrada. 

Cabaña y enclave de Hoyo Sacro

Eran ya las nueve y no teníamos techo para pasar la noche. Pensamos en buscar un abrigo debajo de alguna roca pero la noche se amenazaba fría. Fue entonces cuando decidimos apurar los últimos minutos de luz para dividirnos y lanzar dos expediciones en busca de una segunda cabaña que existía por la zona. Chisco, Pedro y Carlos se lanzaron ladera arriba, alcanzando estos dos últimos la cresta que divide Cantabria de Palencia gozando de un increíble atardecer. Damián, Juan y Pablo optaron por atravesar unas aristas hacía un vallejo contiguo donde afortunadamente divisaron la cabaña que nos salvaría la noche a orillas de un arroyo. Era la cabaña de Guzmerones.

Fuimos a por el resto y las mochilas que habíamos dejado en Hoyo Sacro y nos instalamos por fin en la cabaña de Guzmerones que se encontraba en perfecto estado poco antes de que oscureciera del todo. Todavía nos dio tiempo de divisar un par de grupos de venados en las cumbres cercanas al Cotomañinos. La cabaña disponía de leña, chasca para empezar el fuego, sierra, pala y parrilla que utilizaríamos para cenar los criollos que ya había ganas de devorar. Nos costó encender el fuego pero al final lo conseguimos. la luna brillaba espectacular y las nubes empezaron a subir del valle. La imagen insólita e increíble. Imagen que se quedará por siempre en nuestras retinas y será la auténtica protagonista cuando recordemos esta nocturna. Con cerves, choricillos y empanada cenamos, conversamos, miramos a las estrellas y disfrutamos de la magia de una noche en la soledad de la montaña. Dos mastines nos hicieron compañía desde nuestra salida del aparcamiento y pasaron la noche con nosotros. De vez en cuando empezaban a ladrar al monte, y nos gustaba imaginar que presentían la presencia de algún animal como podía ser el oso.

Al fuego en Guzmerones. Foto: Pedro

La noche transcurría entre cervezas y Ruavieja y llegó la hora de hacer uso de nuestras linternas y andar un poco en la oscuridad para combatir el frío que ya apretaba. Nos lanzamos a caminar todos menos Chisco, que valientemente se quedó solo en la cabaña. Intentamos ascender el vallejo aguas arriba cuidando bien de en dónde pisábamos. Al principio por el prado y a media que subíamos, éste se iba convirtiendo en piedras y más piedras. La luna ya se había escondido tras el cordal y la oscuridad era absoluta. Seguimos avanzando y los perros nos siguieron, pero llegó un momento en que nos percatamos que nos estábamos internando en una tremenda garma por lo que decidimos detener nuestra marcha y tumbarnos en una gran roca contemplando nuestro vallejo de Guzmerones, la carretera de Alto Campoo hacia Brañavieja iluminada por derrochadoras farolas y la silueta del Iján, Cordel y Liguardi dominando la escena. Momentos de paz, conversación y respiro para iniciar la bajada e instalarnos todos en la cabaña para intentar dormir. Al día siguiente daría tiempo a más.

Brutal luna de Guzmerones. Foto: Juan Valle

No nos levantamos al alba, ya que hacía bastante malo, pero a las nueve estábamos ya todos en pie. Pablo entraba a trabajar a las 2 de la tarde en Santander y no disponíamos de mucho tiempo, pero nos atrevimos a intentar alcanzar la cumbre para asomarnos a Palencia y la meseta castellana. Tras charlar con dos montañeros que pasaron por nuestra cabaña nos tiramos hacia arriba por la parte Oeste del vallejo. Todo para arriba a un fortísimo ritmo que nos permitió llegar a la divisoria entre el Cuchillón y el Cotomañinos en poco más de media hora casi a ritmo de kilómetro vertical. Las vistas extensísimas. A nuestra derecha, el Oeste, las cimas del Cuchillón, Tres Mares y Peña Labra. Piedrasluengas daba paso a una Liébana nublada donde se intuían los Picos al fondo. El Corcina y el Bistruey eran las únicas cimas lebaniegas visibles ya que poco más allá la negra cumbre de Peña Prieta estaba cubierta por las nubes al igual que la cima del Curavacas. El Espigüete sin embargo se apreciaba bien detrás. Debajo nuestro la zona palentina de la Pernía donde la vida salvaje goza de gran calidad. Nosotros sin embargo no vimos ningún animal desde las alturas, tan sólo la preciosa carrera de un venado por la arista en la vertiente cántabra. Santa María de Redondo era la primera población que se veía desde donde salía el camino hacia la Fuente del Coble a las faldas del Valdecebollas y de donde nace el Pisuerga. Más allá la planicie de la meseta. Es decir un pedazo paisaje en su conjunto que anima a seguir explorando más allá de la Cordillera e internarnos en el corazón de la Montaña Palentina.

Panoramica de La Pernía y la Montaña Palentina desde la divisoria entre Palencia y Cantabria. Foto: Juan Valle

En una rápida bajada cargamos con las mochilas que habíamos dejado en la cabaña y a buen paso llegamos al coche con pocas horas de sueño pero otra gran noche y nuevos luegares descubiertos. Otra noche más de auténtico seis y medio sobre siete que esperemos se vuelva a repetir durante este verano. Con esta compañía y la magia de nuestras montañas, no será difícil volver.

Un equipo de seis y medio en la cumbre entre Cantabria y Palencia. Foto: Juan Valle

 Grimpeur!