martes, 25 de marzo de 2014

I Trail Castillo-Pedroso, una carrera especial

De madrugada, se oía llover con fuerza sin parar. Vaya noche. Después de unas semanas de solecito, el invierno volvió de sopetón a Cantabria nada más haber comenzado la primavera. A las nueve de la mañana, habiendo amanecido ya, parecía que anochecía a medida que nos adentrábamos Carlos y yo en el corazón de los valles de Cantabria. Pero… ¿a dónde íbamos con este tiempo?

El objetivo estaba marcado desde hacía varios meses y fui de los primeros en inscribirme nada más conocer que aparecía una nueva carrera de montaña, ésta en el valle de Toranzo, mi valle. Trail de Castillo-Pedroso donde coincidiría con mis primos Luis y Fonso, Isabel y Rodrigo y acompañado por mi gran amigo Carlos, compañero de locuras. Esta carrera tenía sin duda un significado especial. 23 kms de distancia sobre el Valle de Toranzo.


Agua y agua sobre la carretera, negros nubarrones y no paraba de llover, pero al entrar en Toranzo, tras pasar Corvera, el cielo empezó a querer abrir. El subidón fue vislumbrar las laderas del Cildad, de 1001m de altitud, completamente blancas. Qué sensación. Iniciamos la subida a Castillo y el paisaje no podía ser más bonito. Verde rabioso de los prados mojados con el contraste de la nieve recién caída de las cumbres. Me emocioné como hacía tiempo, piel de gallina y ojos brillantes al ver y sentir aquello!!

Llegamos con bastante tiempo, recogimos dorsales y camisetas y momentos de espera dentro de la furgoneta de Carlos. Hacía mucho frío. 4 grados marcaba el termómetro pero parecía que no llovía. Discutiendo la ropa que llevaríamos una vecina de Castillo se detuvo a charlar con nosotros y nos comentó que a las 6.30am estaba nevando en Castillo-Pedroso. “Cómo trapeaba” nos dijo. No llegó a cuajar y la cota de nieve parece que se detuvo en unos 700-800 metros. Cildad, Cueto Redondo y la Espina del Gallego estaban completamente blancos y las cumbres del otro lado del valle desde Berana al Tablao estaban enfarinadas aunque tan sólo en la cresta. Saludamos a mi primo Luis que iría adelante en carrera y a Lulu de Corvera y calentamos con mi compañero Nando de mi equipo de triatlón, Camargo-Astillero. Pero hoy el medio era otro, hoy tocaba barro! Isabel, Rodrigo, Fonso y el resto de participantes de la ruta a pie, con el mismo recorrido, habían salido a las 9am.

A las 11.30 salíamos los del trail, los que lo hacíamos corriendo. Cuenta atrás y salida. Habíamos hablado de hacerlo tranquilos… pero como se salió!! El recorrido constaba de un primer bucle de unos 7 kms que tiraba para arriba hasta el precioso bosque de La Requejada, desde allí se iniciaba un pronunciado descenso hasta Esponzués, punto más bajo del trail, para desde allí subir a Castillo de nuevo por un empinado camino. Después cogíamos de nuevo el primer tramo hasta el bosque hasta coger una bifurcación a la derecha que nos llevaba hasta el Portillón y completar el resto del recorrido por la divisoria, bajadona a Quintana y últimos tres kilómetros a Castillo por la carretera. Quedaba mucho por delante.

Nada más salir, afrontando la primera subida. Foturcantabria.
El primer tramo, por el que pasaríamos dos veces tiraba para arriba y se embarraba por momentos. La elección de calzado fue la idónea y lo comprobé en los primeros momentos. Al constar la segunda parte de muchos metros de pista y siendo los últimos tres kilómetros de asfalto, dudé en llevar las zapatillas de running, pero tal y como estaba la primera parte, las zapatillas de trail eran imprescindibles. Qué cantidad de barro. Había zonas donde metías el pie hasta el fondo y otros donde simplemente era una pista de patinaje. Tramo super divertido y precioso atravesando el hayedo de La Requejada. Delante de mí un corredor resbaló y cayó a plomo de costado, sin consecuencias afortunadamente para él, tan sólo la embarrada casi total con la que tendría que completar la carrera. Carlos empezó más fuerte de lo que pensaba, intentando seguir a su amigo Dani de Unquera. Demasiado para mí y pensando en que quedaba muchísimo, cogí mi ritmo y perdí unos cuantos metros con él. Salimos del bosque e iniciamos la bajada con unas estupendas vistas de todo Toranzo, qué gozada, primero por camino con piedras y hierba y después una bajada durísima de hormigón que me hizo daño. Carlos me sacaba unos 25 segundos, todavía le veía, pero en la bajada le perdí. Apenas llevábamos 5 kilómetros y empecé a sentir unas molestias en la cabeza del fémur que ya noté al finalizar el Duatlón de Torrelavega el domingo pasado, probablemente por el esfuerzo y el cansancio. Estoy corriendo mucho en lo que va de año y hay que tener cuidado con los esfuerzos. No era mucha la molestia, pero lo que más me preocupaba era que era demasiado pronto. Llegué a pensar, que si me iba a más, el detenerme en el paso por Castillo podía ser más que una opción. Por “suerte”, tras pasar por Esponzués, empezó la subida.

Comencé corriendo y superando a variosn de los  que me habían pasado en la bajada, pero pronto empecé a subir andando en algunos tramos como el resto. Tal y como me ha explicado Carlos muchas veces, con mucha más experiencia en carreras de este tipo, cuando la cuesta se empina se va casi a la misma velocidad corriendo que andando, y se gasta mucho menos. Era la parte más dura, en cuanto subida se refiere. Primer avituallamiento. Carlos sale de él antes casi al llegar yo. Coca-cola y a seguir camino de Castillo. Antes de entrar al pueblo había dos niños, uno cantaba los colores de los corredores y el otro la posición. “Blanco y azul” (por Carlos) “95” y “negro y rojo” (por mí) “96”. Me hizo mucha gracia y nos sirvió para conocer cómo íbamos en carrera. Y en Castillo volví a atrapar a Carlos.

Juntos iniciamos el primer tramo de nuevo. Charlando fuimos atravesando la divertidísima zona embarrada. Entramos en el bosque otra vez y tomamos la desviación hacia el Portillón con un ritmo cómodo y constante. El camino transcurría en diagonal sobre los prados de Castillo. Aquí fue donde pasamos por donde estaban mis tíos Ana y Tomás. Al no verles en Castillo sabía que les encontraría en el monte. Casi sin darnos cuenta iban pasando los kilómetros y pasamos la mitad de carrera. Y en el Alto del Portillón, el segundo avituallamiento, esta vez sólido.

Rodando con Carlos por mitad de la carrera.
Cómo nos pusimos. Nos olvidamos del tiempo y cogimos bien de fuerzas para lo que quedaba. Trozos de plátano y naranjas y otro plátano que me reservé para las emergencias (por si me daba  el pajarón jeje). Más bebida y, tras cruzar la carretera con gente animando, para arriba por toda la divisoria. Qué bonitas las vistas con las montañas nevadas de la Sierra del Cordel, la Concilia, Peña Sagra… y Los Picos un poco más allá entre la bruma a un lado, y por otro el valle de Toranzo, el Tablao, Las Esguinzas nevadas… y mirando casi para atrás a la derecha las cumbres pasiegas de San Pedro bien cargadas de blanco. Preciosas vistas de Cantabria.  Yendo con Carlos y entretenido con las vistas, me había olvidado de toda molestia. Además el terreno seguía siendo cómodo en lo que al piso se refiere, mejor de lo que esperaba en este segundo bucle. Sin embargo, pronto llegábamos a la temida pistona, que parecía una autovía. Seguíamos tirando para arriba dirección norte rumbo a la Cuera. Por aquí si siguiéramos también llegaríamos a los montes de Corvera a un lado y al Monte Tejas al otro sobre Los Corrales de Buelna que se veían desde ese punto. Habíamos bajado el ritmo pero estábamos disfrutando. 


8 kms a meta. ¡¡¡Si se veía Quintana y Castillo al lado!!! Parecía que no quedaba tanto, pero sí que quedaba, y para mí lo segundo más duro, tras la primera bajadona que hicimos allá por el km 4-5. Curiosamente era la bajada a Quintana también. Por la dura pista, y los kms acumulados, las patas se resentían ya. Último avituallamiento líquido y a seguir bajando.

Antes de llegar a Quintana, vi que detrás nuestro venía a buen ritmo Lulu de Corvera, amigo de mi hermano y primos y con el que solemos salir en bici. No me podía ganar! Jeje. Carlos iba un poco más justito que yo y le dije que iba a apretar un poco. Podíamos haber llegado juntos pero quise apretar un poco, para que no me cogiera Lulu, y porque el último tramo de asfalto me favorecía más a mí. A buen ritmo atravesé ya en solitario el bonito pueblo de Quintana de Toranzo y cogimos el asfalto de la carretera hasta Castillo. 3kms finales que se hicieron eternos y donde brillaba ya el sol. Con el ritmo de una chica que era de mi equipo también, apreté bien. El calzado apretaba mis pies por este terreno, pero se habían portado de maravilla. Un kilómetro menos, y otro menos y entré en Castillo para tomar la última curva y entrar en la abarrotada meta con mis tíos y amigos como Mantilla entre el público animando.
2h 11’ en completar los 23,2 kms del trail, el 123º de 270, aunque poco importa el puesto. Poco después entró Carlos. Caras de satisfacción, barro en las zapatillas y muslos bailando amenazando con subirse. Qué bien nos lo habíamos pasado. En meta ya estaban Luis, que lo completó en 1h 44’ entrando el 14º siendo primero del valle, y los de la ruta a pie. Me hizo mucha ilusión reencontrarme con mis primos y compartir esos momentos comentando la carrera. Una lástima que era tarde ya y tenía que irme a todo correr, porque con el solecito que había salido era como para haberse quedado a comentar el día con una buena cerveza disfrutando del ambiente con todos. Pero al fin y al cabo ya lo habíamos estado disfrutando toda la mañana.


Preciosa mañana de lluvia, agua, nieve y frío, prados verde rabioso, montes y barro. Preciosa mañana en Cantabria, de las que emocionan, sintiéndome parte de esto, sabiendo que soy de aquí. Escalofrío… y a por la próxima!!!

Grimpeur!


Pd. El dolor de piernas hoy es intensísimo, pero la satisfacción es enorme y más especial que tras otras carreras. Con unos par de  días de descanso (suerte que hace malísimo para no hacer nada) estaré a tope para la siguiente cita: el Duatlón de Reinosa!!!

martes, 18 de marzo de 2014

Duatlón de Torrelavega 2014

Una semana después de la media maratón de Santander llegaba el Duatlón de Torrelavega, un duatlón que, pese su cierta peligrosidad en la salida de la ciudad en bici, me encanta por sus distancias, 6,7 km a pie + 32 en bici + 2,7 a pie para acabar, y sobre todo me encanta por su exigente perfil ciclista con la doble ascensión a La Montaña. Con sol y no excesivo calor nos presentamos con tranquilidad en las inmediaciones del pabellón Vicente Trueba. Tras las pruebas de menores y con bastante agilidad horaria metimos el material a boxes y se pudo calentar bien, para que después de la tradicional foto de equipo, y con apenas seis minutines de retraso, se diera la salida.

El primer sector constaba de 5 vueltas a pie a un circuito que rodeaba el parque de “El Zapatón” y que presentaba un repechín como mayor dificultad. Como viene siendo habitual, la gente salió a tope. La frase más oída esta temporada es: “cómo va la peña…”. Tras la seguridad que me dio la media maratón, haciéndome saber que estaba en un buen momento, salí más “tranquilo” que en otras ocasiones a pesar de no haber estado en absoluto fatigado durante la semana. Últimamente suelo aplicar la estrategia de salir a tope y llegar hasta donde llegue, pero hoy decidí salir con más cabeza, sabiendo que, encontrándome como el domingo pasado, podría completar una carrera seria de principio a fin. Y así fue. El grupo se estiró muchísimo y me sorprendió tener a tantísima gente delante, pero yo estaba yendo bastante satisfecho con la carrera que me estaba saliendo y el ritmo que estaba imprimiendo a medida que pasaban las vueltas. Sin una referencia clara al principio, rodé siguiendo mis sensaciones, hasta que Pablín me rebasó y pude mantenerme a una buena distancia para usarlo como referencia visual. La última vuelta la hice acompañado por el duatleta del Bender Sobaler que me llevó a un buen ritmo hasta los últimos metros antes de boxes donde pude hasta apretar un poco más para acercarme a la que seguro sería una importante referencia en bici, de nuevo Pablin Ibarguren. Muy buen primer sector a pie a título personal.

El grupo estiradísimo. Duatlón Torrelavega. Foto: Cris Ruiz
Llega lo bueno, bici, bici, bici. Con la llegada de la estabilidad meteorológica he podido acumular una buena cantidad de kilómetros, sobre todo esta última semana con mi amigo Oli, por lo que llegaba con más fuerza que el año pasado, a donde también llegué muy bien a pie después de la media maratón pero muy falto de kilómetros en bici. Este año no, este año si que llegaba bien en ambas disciplinas. El Duatlón de Galizano me dejó un sabor agridulce en el debut con mi nuevo equipo y una clasificación algo mediocre para lo que yo esperaba, pero en Torrelavega tenía las condiciones para acercarme a mi sitio y afronté la carrera muy motivado y concentrado. La salida en bici de Torrelavega es, digamos, delicada en cuanto a la seguridad se refiere. Tráfico abierto, voluntarios escasos en las cruces y falta de señalización en las rotondas. Aparte la mayoría de los ciudadanos desconocían la disputa de una prueba deportiva en sus calles y pude ver peatones cruzando delante de bicis y coches cruzando las rotondas sin ser advertidos, por lo que lo  más razonable era ir con los ojos bien abiertos y las manos preparadas en las manetas del freno para extremar la precaución. Esto es un hobby y no merecer arriesgar por ganar unos segundos. Además, ya habría tiempo de apretar en el precioso circuito una vez salidos de Torrelavega. Por fortuna no hubo ninguna incidencia. El circuito, de 32 km, constaba de dos vueltas a un circuito que nos sacaba por los Ochos, primera rampa de La Montaña y desvío a la izquierda por la carretera que lleva a Zurita por El Mazo. Preciosa y sinuosa carretera que me encanta, con subibajas pero donde hay que dar bien a los pedales hasta bajar a Zurita. En este tramo y tras pasar a unos cuantos, fui rebasado por Diego Herrera de la UC que iba como una moto. Siguiendo su referencia, que no su rueda, pues el drafting no estaba permitido, di caza a Pablin Ibarguren justo antes del desvío de Zurita hacia Las Presillas. Este tramo era el único relativamente llano y muy divertido con un constante curveo hasta el giro a la derecha cuando se cogía la carretera de La Montaña. Allí  mismo se iniciaba la ascensión. Una ascensión de unos 3,5 kms con el asfalto muy roto, sobre todo en la segunda mitad de la subida, y sin grandes desniveles pero sí muy constante. Empecé fuerte, quizá demasiado, y lo pagué en cuanto cambió el asfalto, momento en el cual Ibarguren volvió a pasarme, por entonces también habíamos cazado a nuestro otro compañero de equipo Jose Manuel Grijuela. Entre los tres nos fuimos alternando y nos pasábamos aprovechando los buenos momentos y pequeños bajones de unos y otros. Esta primera subida se me hizo un poco larga, sin embargo traté de no perder mucho con Pablín. Rápido descenso, con precaución por el estado del asfalto pero sin apretar mucho los frenos para no perder la referencia visual de los que me precedían, y vuelta al cruce para iniciar la segunda vuelta.

Cómo estaba disfrutando, metidísimo en carrera y superconcentrado en no desaprovechar ni una pedalada. No había calculado bien y pensé que el primero de los tres compañeros que íbamos alternando la posición, Ibarguren, Grijuela y yo, éramos el cuarto integrante del Camargo-Astillero tras Pelayo, Juanillo y Javi Bravo. Se me había escapado Chisco A. Cagigas que tampoco corría con el mono del equipo (esperemos que para Reinosa lo tengamos todos!!). Al no contar con él, arengué a mis compañeros, pues uno de del tres supuestamente íbamos a puntuar para el equipo. Jose Manuel inició la última subida con muy buen ritmo, yo también me encontré mucho más suelto que en la primera subida y pasamos a Ibarguren que sufrió un pequeño bajón, aunque no perdió para nada nuestra referencia. Como en la media maratón, estábamos cuajando una buena carrera a la par. Para mí siempre es una satisfacción correr mano a mano junto a él, y la próxima semana lo volveremos a hacer en el trail de Castillo Pedroso. Coronamos y para abajo. Bajé rápido y entramos fuerte en Torrelavega, no podíamos perder un metro, eso sí, volviendo a extremar la precaución en la avenida de Sierrapando y en cada una de las rotondas. Acercándome de nuevo a Jose Manuel, le animé para que diera el resto, pues uno de los tres íbamos a ser fundamentales para la clasificación por equipos, supuestamente. Jeje, al final no iba a servir de nada, pero cómo fuimos!! Zapatillas fuera de los botines y para abajo!

Buena transición y a correr… a tope. Salí antes que Jose Manuel y aunque no miré para atrás, sabía que Pablín no andaría lejos. Me sentí muy fuerte a pie en este último sector, que constaba de dos vueltas, recuperando algunos puestos más. En contrameta me alcanzó mi compañero Jose Manuel que iba a un gran ritmo. Juntos completamos la primera vuelta pero me soltó, iba demasiado rápido y me quedé, aunque intenté pegarme en vano. Le dí los últimos ánimos y seguí con lo mío. Cerca de Delfín, un duatleta del Colindres completé la última vuelta y los últimos metros, y en la última recta pude hasta esprintar y pasarle para alcanzar el objetivo del día que me habían marcado desde casa, ;) jeje, y que yo mismo consideraba un buen resultado, entrar entre los 50 primeros. Y lo conseguí, al final el 49º. Segundos después entró Pablín y poco a poco el resto de compañeros de equipo, tras Pelayo (8º) con el que volvía a correr en el mismo equipo, Juanillo (27º), Chisco Alvarez Cagigas (30º) y Javi Bravo (44º). Pando ganó la carrera por delante de Lastra y Aitor Gutierrez, y Cristina Alles venció en féminas.


Una buena comilona en el mejicano de Liérganes me sirvió para empezar a recuperar y disfrutar del resultado que me habían "exigido" desde casa y había logrado. Lo malo que ahora me pedirán más jeje. Buen resultado, buena clasificación y buenas sensaciones compartiendo buenos momentos con compañeros y amigos en un buen día de duatlón. Casi al llegar a meta, mientras sufría, disfruté de estas sensaciones y me vi cerca de conseguir el objetivo personal que me he marcado para este año, puntuar para el equipo. Me veo capaz de hacerlo, aunque no será fácil, porque aquí la gente va mucho! A ver si conseguimos arañar algún podio por equipos a lo largo de la temporada aunque está realmente caro!! Desde aquí aprovecho para mandar ánimos a todos los miembros del equipo que no pudieron asistir o acabar el duatlón de hoy por diferentes motivos, para que no se olviden que ante todo, esto de lo que forman parte no es un equipo… es un EQUIPAZO!!

Próxima semana Trail Castillo Pedroso, la siguiente du de Reinosa, la siguiente Avilés…. Jujuuuy! Esto no para!!! Ahuuuu!!

Grimpeur!

miércoles, 12 de marzo de 2014

Media Maratón de Santander 2014

Cuando era pequeño, recuerdo que nos acercábamos a Renedo desde Corvera para ver pasar a mi tío que corría la Bajo Pas. Cuando aquello, poco sabía de qué se trataba eso de la media maratón, pero a lo largo de los años se fue creando un increíble caldo de cultivo de amor por el deporte siguiendo a mi tío Fonso y a mis primos con los que no parábamos quietos cuando íbamos a Corvera, jugando, haciendo deporte y saliendo en bici a todos lados. Éramos muy pequeños pero eso quedó dentro de mí, hasta que, ya con veintitantos, mi amigo Pablo Ibarguren, tras muchos meses  intentando convencerme, mi vida dio un giro importantísimo, dejé el fútbol regional y me metí en este mundo de triatlones y carreras. Descubrí lo que más me gusta. Lo que había visto desde pequeño con mi tío, lo que me habían inculcado mis primos y ese nuevo deporte que ahora hacía yo con el mismo espíritu. Esa satisfacción de conseguir completar retos y superarse a uno mismo, esa manera de disfrutar luchando y alcanzar imposibles. Muchos triatlones y duatlones, muchas carreras populares y sobretodo, esa distancia fetiche tan especial. 21,1 km, La media maratón.

Un año después de la última, nos presentábamos a la Media Maratón de Santander. Este año no me lo había planteado como un objetivo principal, y tardé en decidir si me inscribía o no debido a lo cargado que se me presentaba el calendario de marzo con duatlones y carreras de montaña de por medio, pero tampoco había que perder la oportunidad de correr de nuevo en casa en un día que fue una fiesta para el deporte. Finalmente mi amigo Carlos, compañero de aventuras, no corrió, pero sí mi mentor Pablo Ibarguren junto a otros compañeros del Triatlón Camargo Astillero y demás conocidos. Eran cuatro las medias maratones que había corrido hasta la fecha, pero nunca había corrido junto al gran Pablín, a pesar de todas las carreras que hemos compartido. En todas esas medias había cosechado buenos tiempos.

Medias Maratones:
2009      Bajo Pas              1h 28’ 40’’
2010      Madrid                 1h 33’ 49’’
2012      Dublín                  1h 28’ 28’’
2013      Santander             1h 27’ 40’’ (PB)
2014      Santander          ¿qué tiempo saldría?

Como no estuve muy centrado en la media, sinceramente no tenía en mente ir a por tiempos y había pensado correr con Carlos a modo rodaje disfrutando de los paisajes de nuestra ciudad y del ambiente de la carrera, pero una serie de circunstancias hicieron que cambiase la manera de ver la carrera y también el modo en que corrí acompañado por Pablo Ibarguren.

Foto con los compañeros del Triatlón Camargo-Astillero
10am, sin mucha parafernalia, se dio la salida frente al Banco Santander en un abarrotado Paseo Pereda después de departir con compañeros y conocidos en la previa. El día, el mejor del año, sol, calor, luz y viento sur, elementos que serían protagonistas. Nos colocamos junto al globo de 1h 30’ para seguirlo como referencia, sin embargo, tras el paso por las obras del Centro Botín, el globo se reventó y nos quedamos “a ciegas”, sólo con nuestras sensaciones. Todo el tramo de la calle Castilla nos lo tomamos con relativa calma, no íbamos despacio pero sí muy tranquilos y charlando. Subida a Valdecilla y tramo de bajada por la arbolada San Fernando, la Alameda de Oviedo. Entrando al túnel de la calle Burgos, comentamos una foto que se publicó en El Diario de una popular Carrefour, de 2006 creo recordar, en la que nos cazaron a los dos corriendo a la par entrando por la otra boca del túnel. Eran nuestros inicios. Justamente fuimos fotografiados en ese momento.

Entrando al túnel de la calle Burgos, como en aquella Carrefour '06. Foto: www.sigueme.es 

Paso por contrameta. La presencia de tanto público nos hizo aumentar algo el ritmo. Íbamos realmente cómodos. El ir con Pablín me hizo dosificar mucho más las fuerzas y correr con algo más de cabeza, ya que el año pasado hice el primer tercio de la carrera a tope. Subida de la Cuesta del Gas y en Reina Victoria, a nuestro paso por el km7 aproximadamente, con las espectaculares vistas de la Bahía en un día como el de hoy, alcanzamos a las liebres de 1h 30’ a las que reconocimos a pesar de no llevar ya el globo. Fuimos con ellas, y al ver que íbamos cómodos seguimos con nuestro ritmo y las pasamos sin obcecarnos. Repechines del Sardi. Los avituallamientos líquidos se agradecían más que nunca, el día estaba siendo seco y duro para correr, y yo tenía muchísima sed. Sin embargo las sensaciones estaban siendo buenísimas.

Atravesamos la zona de Los Campos de Sport de El Sardinero en dirección a la temida avenida de la S-20. Antes de entrar a ella, paso por el km10 con un gran tiempo, unos 41’ largos, vamos muy bien Pablín! La S-20 es el tramo más monótono y duro de la media, una anchísima avenida que hay que hacer ida y vuelta, y para colmo era donde más pegaba el viento. A la ida pegaba de cara. Nos adherimos a un grupillo. No hicimos más que adelantar gente poco a poco desde que dejamos a las liebres de 1h 30’. Aquí, traté de ir rodando sin exponerme mucho al viento de cara, es decir, iba a rueda, bien pegado a la espalda del que me precedía, siempre buscando a los más grandes. Me pegué a un corredor de zancada sólida que vestía de negro y llevaba un botellín en la cintura. Apretaba pero yo me estaba encontrando fenomenal y decidí seguirle y apretar con él. Pablín se quedó un poco rezagado pero yo intenté aprovechar mi buen momento y seguir con el de negro. Qué bien estaba yendo, y era el peor tramo. Tan bien me sentía que, a pesar de lo que diría la lógica de seguir a rueda sin gastar, decidí darle un relevo y tirar yo también con todo el viento en la cara, cosa que me agradeció. Para adelante! A mitad de recta ya había recibido los ánimos de mis amigos Manu e Irene que dieron mucha moral. En la S-20 fue donde vi que, otro año más, podía hacer tiempos. Giro de 180º y S20 para abajo. Viento de cola y a volar. En este tramo rodé por debajo de 4min/km.

Cruzamos el puente de Las Llamas y bajo las Universidades iban cayendo los kilómetros. Qué calor! Km 16 y esto se empezó a endurecer, mi ritmo bajó, y fue aquí, donde el hombre de negro con el que había compartido la S-20, me esperó y me animó a seguir con él, qué bien me vino y cómo se lo agradezco. Las cosas bonitas de las muchas que tiene este deporte en el que no existen rivales y el que corre a tu lado se convierte en tu compañero. Fui con él hasta antes de llegar de nuevo al Sardinero. Finalmente no pude seguirle y le dije que tirara. Empieza lo realmente duro, pero sólo quedan 4km!! Eché mano de un gel, no suelo tomar nada, pero venía en la bolsa del corredor y realmente me vino muy bien, y a por la cuesta de Piquío que fue sin duda la parte más dura. Ánimos de compañeros antes de coronar y, sin querer mirar para atrás, tiré para adelante. Repecho de La Magdalena. Por todo Reina Victoria fui rebasado por bastantes pero yo sabía que si seguía sin perder mucho más ritmo, lograría de nuevo, otro sub 1h30’ en otra media maratón. Rebajar mi mejor tiempo conseguido el año pasado no estaba en mis planes, pero no me iba a quedar muy lejos de esa 1h 27’ 40’’. San Martín, bajada de la Cuesta del Gas y último kilómetro!!! En Castelar viento y calor, no me quedaba más pero había que apretar, este tramo lo he hecho mil veces a tope! Y en Puertochico, a mi izquierda apareció el gran Pablo Ibarguren, qué ilusión me hizo!! Juntos apretamos superando a corredores en el infinito Paseo Pereda, apenas 500 metros con un montonazo de gente a los lados aplaudiendo entre ellos mis buenos amigos Món y Rocío. Qué pila gente y qué bonito! Nos chocamos las manos y juntos cruzamos la meta parando el crono en 1h 28’ 37’’ siendo la media más sólida y seria de todas las que he corrido a pesar de quedarme a apenas 57’’ de mi mejor marca.

Recta de meta entrando junto a Pablo Ibarguren
Esta carrera siempre es especial para mí. Por la distancia, por ser en casa, por recordar los tiempos en que no podía correr, por la presencia de amigos animando, por compartirla con quien me metió en esto... Gracias por ello. Pero este año cobraba además un significado más especial aún. Otra media maratón más, como las que corría mi tío cuando era pequeño, pero desgraciadamente, un par de días antes, mis tíos y mis primos perdieron, con tan sólo 8 años, a una nieta, hija y sobrina. Una auténtica luchadora, un ejemplo, como son y siempre han sido ellos para mí. Durante la carrera y sobretodo entrando en meta la tuve presente, pues esta carrera va por ella y va por ellos, y ahí va mi pequeño homenaje para trasmitirles todo mi cariño y toda mi admiración, por todo lo que me han inculcado, por lo que son y por lo que me han enseñado con su fortaleza, lucha y entrega sin límites.


Seguiremos corriendo y seguiremos luchando, seguiremos disfrutando de cada día como si fuera único, y sobre todo, seguiremos sonriendo, como hacías tú!

Grimpeur!