miércoles, 10 de octubre de 2012

Run the Line, Dublin Wicklow Mountains, 28kms de carrera de montaña


En la misma meta de la Media Maratón de Dublin me entregaron un folleto… Y entre el sudor y la vista nublada pensé, ufff… no saben la que han hecho. Carrera de montaña por las Wicklow Mountains, las montañas que se encuentran al sur de la ciudad de Dublin. Ya había fecha para el siguiente objetivo: 6 de octubre. Se trataba de una carrera organizada por el Dublin Wicklow Mountains Rescue Team, Run the Line, con distancias de 13 y 28kms.
6 de octubre, Dublin, 28kms por delante
 

La semana anterior hizo brutalmente malo… malísimo, y vi inviable correr una carrera así, pero toda la semana de la carrera volvió, milagrosamente para Irlanda, el buen tiempo, por lo que me apunté a la carrera larga, la de 28kms. Nunca había corrido tanta distancia en mi vida, pero después de la gran actuación en la Half Marathon y las increíbles ganas de montaña que tenía, sabía que lo tenía al alcance. Además, la referencia de mi amigo hermano Carlos, que había conseguido acabar la Maratón de los Lagos la semana anterior, me impulsaba más aún a compartir con él esta experiencia de las carreras de montaña.
Tras dejar con la boca abierta a mis compañeros de trabajo en la pinta de los viernes y con los ánimos de mis amigos Trenti de Dublin y de los de Santander en la distancia, llegaba el día. Espectacular. El mejor día desde que estoy en Dublin. Madrugué más que un día normal y el sol empezaba a levantar. Tocaba más de una hora de bus y tranvía para recorrer todo Dublin desde el norte donde vivo hasta Tallaght, al sur, donde se daba la salida directos a las Wicklow Mountains para recorrer los 28kms de travesia hasta la meta situada cerca de Ballycullen, al otro extremo de las montañas.

Unos 50 locos nos dimos cita. La organización muy de andar por casa, lo que le daba un toque más de compañerismo a la carrera. En la cola de los dorsales ya entablé conversación con un irlandés comentando la carrera. Elección de ropa. Me había llevado toda la mochila, pero tras preguntar a unos compañeros pelirrojos de patas blancuchas al aire, me decanté por dejar toda clase de abrigo y correr con la térmica y en camiseta. Solo me había traído las mallas largas, pero bien hubiera corrido en cortos, pues hacía una mañana preciosa. A lo lejos las montaña esperaban.
Directos a las Wicklow Mountains al fondo
10.00 am, salida al estilo, preparados… ya!! La gente salió muy tranquila, la verdad que se veía que todo el mundo venía a disfrutar. No quería forzar nada, y poco a poco fui cogiendo un ritmo cómodo. Sin darme cuenta me encontraba en la posición 13º. La aproximación  a las montañas de unos 7km era por asfalto, pero por una zona muy bonita de ribera y bosquecillos hasta llegar a dos embalses. Empecé corriendo junto a un corredor, pero mi cabeza loca me hizo tirar hasta el siguiente grupillo que en el que iba una chica. Les cogí en una cuesta y con cadencia les dejé también sin querer… qué hago? Les espero? Que rollo sólo. Les esperé, pero delante ví a otro corredor solitario y me dije, venga, voy a hacerle compañía. Estos esfuerzos de ir y venir se pagan y lo sabes Pablo, pero me gusta disfrutar de estos momentos de las carreras. Alcancé al corredor de delante, el cual se convertiría en mi gran compañero de hazaña. Su nombre Karl.
 
Nada más cogerle ya me preguntó mi nombre. El hombre rodaba aburrido, y yo encantado de hablar para que se pasasen los kilómetros. Karl era un Garda, un policía nacional de Irlanda. Bastante alto, mantenía un ritmo constante igual que yo y nos entendimos muy bien. Estuvimos hablando todo el camino durante la primera subida asfaltada. A medida que ascendíamos le comentaba a Carl cómo me recordaba el paisaje a mi Cantabria. Era como si me encontrara en uno de los valles entre el Caracol y la Braguía, superverdes y con prados entre arboledas. Compartimos unos metros con la chica de antes que nos cogió. Sufría en las subidas pero volaba en cuanto llaneaba el camino. Mientras tanto Karl y yo a lo nuestro manteniendo el ritmo, hablando de niños, novias y esposas. Encantados iban pasando los kilómetros cantados por el GPS del Endomondo.
 
Corriendo con Karl por el antiguo bosque

Salimos a montaña abierta, terreno de bogs, como me comentó mi amigo iralndés. Zonas de prados esponjosos y empantanados y al fondo el primer avituallamiento. Siguiendo los consejos de Carlos, yo me paré a beber agua y a comer el primero de los muchos plátanos que engullí durante la carrera. También había gominolas, y me metí unas cuantas a las mallas, quizá harían falta. Giro y nos internamos en un bonito bosque. Salimos y atravesamos los restos de otro por un terreno Inhóspito y mágico. Cómo estaba disfrutando. Más revueltas atravesando carreteras y viendo ya entre los árboles vistas de Dublín. Por fin empezaba el monte de verdad. Iban cayendo los kilómetros y de repente, cuando íbamos corriendo por una pista dentro de un oscuro bosque, Karl me alertó de lo que teníamos delante. Una venada en medio del camino mirándonos. No pasaría ni dos segundos hasta que se escabulló en la floresta, pero ese momento me dio tiempo para acordarme de mis amigos del monte, sobretodo del culpable de que yo estuviera corriendo aquí, y de pensar una vez más, que estaba haciendo realidad otro sueño. Vaya carrerón, paisajes increíbles y viendo fauna salvaje.
Sería el km 17… pero recuerdo que el ver al ciervo fue la última sensación de euforia de la carrera. Poco después empecé a tener problemas para seguir a Karl, y en cuestión de segundos me descolgué… Oh oh… Venía otro corredor detrás siguiéndonos la estela y me enganché a él justo cuando comenzaba una larga bajada por una dura pista. Esto me va a reventar los pies, pensé. Pero sorprendentemente las plantas aguantaron perfectas toda la carrera. Lo que notaba muy cargadas eran las rodillas y los tobillos. Llevábamos mucha distancia ya.
Segundo avituallamiento y ahí sí que fue el fin de correr. Me paré a comer y a beber bien, había síntomas de flaqueza y había que alimentarse bien, pero para salir del avituallamiento nos esperaba un senderuco precioso entre los árboles del bosque. Tan bonito como empinado. Ufff a andar que ya empiezan a tirar los muslos y los glúteos… Nunca me había dolido el culo corriendo. Esta fue la última vez que vi a Karl en carrera. Empezaba el sufrimiento y los kilómetros infinitos. Subida larga larga para salir a una braña. Una pasarela de tablones recorría toda la arista para alcanzar una pequeña cima. Me empezó a pasar bastante gente. Las vistas de Dublín se agradecían, pero yo estaba más preocupado en poder arrancar, estirar las piernas y mantener una marcheta corriendo. Imposible. Arrancaba y tenía que parar. Las piernas no iban. Los bíceps femorales no podían más. Tras una bajadita y otra subida rocosa escalonada venía el largo tramo de cumbrear que había visto en las fotos. Realmente muy bonito con las vistas de Dublín y el mar a un lado y las Wicklow Mountains a otro. Pensé que este era el tramo más bonito para hacerlo corriendo, además la pendiente no era muy dura y el camino divertido. Pero no había manera. Ya era uno de esos cadáveres, que los más diesel van comiéndose a medida que se acerca el final de la carrera. Ni siquiera los pensamientos positivos y los comodines en mi mente sirvieron hoy. Hoy falló la mecánica y se me escaparon los kilómetros.
Vistas de Dublin, aprovechando para una paradita
Km 23 todavía… Entonces me acordé de las gominolas de las mallas! Pensé que habría cogido suficientes, pero si lo llego a saber cojo dos puñados más. Lo bueno de ir andando es que pude detenerme a hacer alguna foto y contemplar el paisaje, aunque ciertamente, estaba sufriendo bastante. Última pala, última cima, Fair Castle entre Two Rocks y Three Rocks de 530 metrines. Los montañeros que andaban disfrutando del maravilloso día me animaban al verme la cara completamente ida. Se agradecía un montón. Yo ya no tenía nada que hacer, sólo seguir avanzando como pudiera y acabar.
Dublin desde la cima del Fair Castle, 520m

Grité cima en mis adentros con Dublín, Howth y el mar como testigos, y un voluntario de la organización me indicó que “sólo” quedaban 4kms de bajada a meta. Agónico y helador por primera vez en la carrera. Milagrosamente y sin que ya me lo esperara apareció el tercer avituallamiento. Vaya festival. Bebí agua y me cogí dos plátanos y dos chocolatinas Mars. Dos por vergüenza porque me hubiese comido toda la caja. Así que me tiré toda la bajada comiendo. Me pasaron dos chicas de la carrera de 13km que iban de paseíllo, y ya por vergüenza torera intenté seguirlas… Realmente penoso, pero me costaba seguirlas el ritmo. Arrastrando los pies y masticando Mars llegaba la última bifurcación al tiempo que el Endomondo cantaba el km 27. Último kilómetro, alcancé a las chicas en un bosque precioso y charlé unos metros con ellas, y no sé ni cómo conseguí mantener un ritmo digno para sacarlas unos metros y ver entre los árboles el divino arco de meta blanco que apareció como las puertas del cielo entre el oscuro bosque. Un enclave precioso para concluir la carrera y alcanzar la meta, eso sí, como siempre, con una amplia sonrisa. Y como reza la camiseta de algodón como las de antaño que nos dieron al acabar: “I crossed the Line!!”
Meta con Karl

Karl me esperaba desde hacía ya bastantes minutos y me dio la enhorabuena. Comentamos la carrera con sus amigos y tras cambiarnos, bajamos hasta Glenncullen para tomarnos una pinta que realmente nos habíamos ganado en la mítica taberna Johny Fox. Entrega de trofeos y poco a poco empecé a recuperarme y a valorar lo que había conseguido. 28kms de carrera de montaña con 1000m de desnivel en poco menos de 3horas de carrera. Estaba muy muy bien, y sobre todo había disfrutado de lo lindo como había soñado. Como disfruté descansando mis maltrechas piernas lo que quedaba de sábado y todo el domingo en casa, y aunque sólo, bien acompañado en la distancia. Gran carrera y gran experiencia en las montañas de Irlanda. Ojalá hubiéra podido compartirlo, pero para eso ya habrá tiempo en Cantabria, mi hogar, que en poco más de dos meses alcanzaré como la ansiada meta y, como hoy, gritaré:

I crossed the Line!!
Grimpeur!