jueves, 26 de agosto de 2010

RUTA 38: PEÑA PRIETA desde San Glorio

· Salida-Llegada: San Glorio 1609m
· Tiempo: 8,5 horas
· Desnivel: más de 900m
· Cimas: Las Tetas 2108m, Altares2407m, Cubil del Can 2436m, Tres Provincias 2499m, Peña Prieta 2538m
· Máxima cota: Peña Prieta 2538m

12-13 agosto 2010, niebla. Montañeros: Rafa, Manu V, Paco, Carlos y Pablo.
Fauna avistada: muchos grupos de rebecos con decenas de ejemplares, un grupo de venados en el fondo del valle del Naranco, un cadáver de zorro, buitres, un águila real y una becada.

Aunque algo mas tarde de lo previsto el 12 de agosto a ultima hora de la tarde, Manu, Paco, Rafi, Peibol y yo nos encontrábamos en dirección al Puerto de San Glorio para “despedirnos” de la cordillera por esta temporada. Además de la incorporaciones de ultima hora de Paco y Manu, que el resto del grupo acogimos con gran ilusión y alegría, se incorporo otro elemento con el que no habíamos contado y que no nos hacia tanta gracia, la niebla que desde la parte media del Puerto de San Glorio se pegó al suelo y ya no nos abandonó.

Al llegar al puerto anocheciendo las condiciones eran del todo menos agradables con niebla y una oscuridad que no daba buenas vibraciones. Aun así, sin tiempo que perder nos internamos por la pista que lleva a las vegas de Tarna brújula en mano y con los frontales encendidos buscando un lugar donde poner las tiendas de campaña. Apenas andamos media hora para encontrar un buen lugar y como la noche nos envolvía decidimos acampar esperando que las condiciones mejoraran a la mañana siguiente. Justo un instante antes de anochecer se abrió un claro entre la niebla que nos permitió divisar una de las cimas de los Campanarios y hacernos una idea de donde estábamos y de lo que seria el aperitivo de la ruta del día siguiente.

No fue una noche especial por una gran luna llena, ni por un cielo repleto de estrellas, la niebla lo cubría todo y solamente pudimos admirar el cielo estrellado, ese que solo se ve cuando se pasa la noche en las montañas, durante apenas un par de minutos en un claro. Fue una noche especial porque éramos 5 amigos en medio de la oscuridad y de la nada, en medio del silencio de la niebla, en medio de las montañas. Unos criollos, unos riquísimos bollus preñaos hechos por Rafi, un par de birras y una botella de orujo fueron todos nuestros lujos al calor de la hoguera, ¿para qué mas? Tras dar buena cuenta de estos manjares y de un buen rato hablando entre trago y trago de orujo empezó a chispear asíque decidimos irnos a dormir esperando el ansiado buen tiempo que esperábamos para el día siguiente.


Vegas de Tarma, San Glorio

La noche fue bastante pasada por agua pero dentro de nuestras tiendas nos protegimos lo mejor que pudimos. Incluso tuvimos una visita en medio de la noche de un animal que olisqueó la tienda por donde estaba durmiendo uno de nosotros… Al amanecer tras una larga noche, la niebla seguía ahí, aunque algo más alta y a ratos con claros bastante grandes, así que nos decidimos a comenzar la ruta esperando que el tiempo nos diera una tregua. Después de recoger comenzamos a andar en dirección sureste ascendiendo lateralmente la ladera norte de Los Campanarios hacia su cima mas oriental conocida como Las Tetas. Llegando al último de los campanarios, un rebeco nos sorprendió entre la niebla a unos pocos metros de donde estábamos lo que nos despistó un poco y ascendimos a la anteúltima cima de los campanarios para darnos cuenta, una vez arriba, de que la que buscábamos era la siguiente. Descendimos hacia el este y llegamos a un estrecho paso entre esta cima y la de Las Tetas, rodeamos por el sur esta cima y continuamos nuestro camino por una senda ya mas clara hacia el Portillon de las Yeguas dejando la cima de las Tetas para la vuelta. Desde el Portillon de las Yeguas que ganamos fácilmente por un camino de piedra armado casi sin perder altura rodeamos la cima del Robadoiro por el oeste con unas excelentes vistas al Valle del Naranco cuando la niebla nos dejaba ver el fondo del valle. Mientras, otro grupo de unos 6 o 7 rebecos nos observaban desde la cima del Robadoiro. Continuando nuestro camino siempre en dirección sur con el Valle del Naranco a la derecha y los Puertos de Río Frío a nuestra izquierda, llegamos al amplio collado Robadoiro desde donde pudimos apreciar entre la niebla por primera vez nuestro objetivo, Peña Prieta, y su famosa cara norte. Desde las Tetas hasta el collado Robadoiro apenas ganamos ni perdimos altura, pero el siguiente paso de la ruta consistía en superar los casi 400 metros de desnivel de la cresta de los Altares que se veía imponente desde su base aunque una vez en ella no lo fue tanto, simplemente hay que ir ganando altura siguiendo los jitos y con un poco de ojo a las potenciales caídas hacia ambos lados. Se trata de una cresta muy amplia y no tiene ninguna dificultad hasta llegar a los últimos metros. Habíamos oído que existía un paso en el que había que ayudarse con las manos, nosotros no encontramos ningún paso realmente sencillo, Manu y Paco dijeron que nos esperaban allí mientras hacíamos cima así que los otros tres estudiamos las diferentes opciones para superar el resalte rocoso. Peibol escogió la parte derecha aunque dijo que era un paso bastante expuesto, por nuestra parte, Rafa y yo escogimos una canal de piedra suelta a la izquierda que aunque no tiene ningún paso expuesto ni demasiada pendiente, el pésimo estado del terreno con mucha piedra suelta y barro, nos hizo exprimirnos al máximo para superarla. Una vez arriba nos reunimos los tres y continuamos nuestro camino con muy buenas vistas a todo el sector norte del parque natural de Fuentes Carrionas, una gran parte de la montaña de Riaño y otras montañas leonesas.


Peña Prieta entre la niebla antes de comenzar los Altares


Desde aquí empezamos a ver además de la cima de Peña Prieta, el Tresprovincias, el Lomas, el Cuartas, las agujas de Cardaño e incluso el Espigüete a lo lejos escondido detrás del cuartas. Además de varios lagos glaciares muy propios de esta zona. A partir de aquí el camino continua por la cresta con un cortado hacia la base del circo norte de Peña Prieta a la izquierda y una loma mas tendida hacia el fondo del valle de Lechada a nuestra derecha, fue en estas laderas donde pudimos ver la que para nosotros es seguramente la mayor manada de animales salvajes que hemos visto nunca, un grupo de mas de treinta rebecos todos juntos campando a sus anchas, increíble. Tras los Altares, 2407m, recorrimos los altos del Cubil del Can ,2436m, y en pocos minutos llegamos al mojón de las Tresprovincias, 2499m. Desde la cima disfrutamos de unas vistas impresionantes de la laguna de Fuentes Carrionas y la cabecera del Valle de Pineda. En el camino desde el Tresprovincias hacia Peña Prieta nos cruzamos con dos montañeros, los únicos de todo el día, que ya habían hecho cima y nos comentaron que se volvían hacia el coche.

Lagunas de Fuentes Carrionas desde el Tres Provincias


En el collado entre el Tresprovincias y Peña Prieta el clima pego un cambio con niebla y viento bastante frío que daban una apariencia bastante lúgubre a nuestro objetivo pero en los últimos metros hacia la cima el viento se paro y aunque la niebla nos rodeaba, una inquietante calma nos envolvió, yo, en vez de llegar a la cima cuanto antes como en otras ocasiones, en estos últimos metros me relaje y me dedique a disfrutar pensando, recordando todas las cimas que habíamos coronado este año, todas las rutas, todos los momentos que habíamos vivido, y pensando que esta era la culminación, la mas alta de la cordillera, de la que tanto habíamos hablado. He de reconocer que al llegar a la cima incluso me emocione un poco (y creo que no fui el único) fue un momento mágico, y aunque no pudiéramos ver nada a nuestro alrededor por la niebla el viento en absoluta calma daba al ambiente un áurea mágico. Creo que nunca lo olvidare. Peña Prieta, 2538m. Nos abrazamos los tres, una foto en la cima, una promesa de volver el año próximo para disfrutar de las vistas y para abajo por donde habíamos subido.


Peña Prieta desde el Tres Provincias


Ahora en vez de coronar el Tresprovincias lo rodeamos por el norte y volvimos sobre nuestros pasos de nuevo por el Cubil del Can hacia los Altares, a partir de aquí apretamos bastante el ritmo porque la niebla cada vez estaba mas cerrada y no queríamos líos, además de que tampoco queríamos hacer esperar a nuestros amigos. Ayudándonos entre los tres porque las fuerzas ya nos flaqueaban nos plantamos en la parte superior de la canal de piedra suelta y uno a uno, para evitar los continuos desprendimientos de rocas, descendimos para reunirnos con los otros dos integrantes de la expedición para dirigirnos de vuelta a donde habíamos partido el día anterior. Pese a que habíamos dejado el Robadoiro pendiente para la bajada, la niebla no dejaba ver nada y preferimos dejarlo para otro día, así ya tenemos excusa para volver! La que no perdoné fue la cima de Las Tetas, 2108m, muy a mano desde el camino de vuelta, y en menos de 10 minutos en solitario alcance la que era mi última cima en España antes de partir hacia Italia.

En el paso entre las Tetas y el último de los Campanarios, y viendo que ya estábamos en terreno conocido hicimos una parada a comer y recuperarnos. Y por ultimo solo nos quedaba descender hasta el puerto de San Glorio en medio de una niebla que no nos dejaba ver nada pero brújula y gps en mano llegamos con relativa facilidad a la pista y finalmente al coche tras una gran aventura en compañía de unos grandes amigos y en medio de unos parajes espectaculares que esperemos continúen así durante muchos años…


litri


jueves, 19 de agosto de 2010

Despedida a la Cordillera

Hace apenas un año nunca me hubiera imaginado que en mi último curso como universitario en Santander, casi sin darme cuenta, fuera a descubrir, junto a algunos de mis mejores amigos, la pasión por las montañas. Siempre han estado ahí, cerca de nosotros, desde pequeños las hemos visto sin ni siquiera salir de Santander en los buenos días de invierno pero nunca había pasado de una pasiva admiración a la naturaleza y a lo desconocido. Siempre me ha gustado la naturaleza, tanto en el mar como en la montaña, pero nunca había pasado de ser eso, algo bonito y ya esta.

Hace menos de un año, durante la berrea del 2009 nuestro buen amigo, y campurriano de pura cepa, Juanillo, nos subió a la cima del Pico Cordel en un amanecer que quedara grabado con fuego en nuestras retinas. Nuestro primer dos mil y nuestra primera cima de verdad. No se muy bien lo que paso por nuestra cabeza en aquel mágico amanecer, ni siquiera se si los demás que allí estaban sintieron lo mismo que yo, pero desde el mismo instante que descendimos de esa montaña mi cabeza no dejo de pensar en volver a subir, y la semana siguiente repetimos, y la siguiente, y la siguiente…fueron pasando los meses y una aparentemente efímera afición se convirtió en una fiebre, una fiebre por subir mas alto!
El último año ha sido como un sueño, semana tras semana hemos vivido pegados a la previsión meteorológica y a los mapas, planeando la próxima oportunidad para salir al monte, planeando la próxima cima. Personalmente, pase de una completa ignorancia en la identificación toponímica a llegar a ponerle nombres y apellidos a algunas de las maravillas que divisábamos desde las alturas. Incluso con el paso de las excursiones cada vez era mas frecuente el avistar montañas que ya habíamos ascendido en cada nueva cima, lo que llenaba de orgullo nuestro pequeño ego de montañeros.

Con el paso de los meses unido a la llegada del invierno creamos en nuestras mentes fantasmas de gigantes infranqueables para nosotros y más aun en los meses más duros del año. Nosotros continuamos disfrutando de la montaña y de lo que Cantabria nos ofrecía solamente que a diferentes cotas, lo que hacia agrandar aun mas las leyendas que creábamos acerca de montañas enormes con cumbres blancas que llegaban hasta el cielo, con nombres como Coriscao, Bistruey o Peña Prieta, o incluso macizos enteros infranqueables, como Los Picos de Europa y algunas de sus cimas que nos habíamos aprendido desde bien pequeñitos como Peña Vieja….y nos preguntábamos…seremos capaces algún día de ascender esos colosos?

El invierno dejo paso a la primavera, una primavera de nieve que siguió alimentando nuestros mitos, nosotros simplemente nos limitamos a aprender y a tratar de adquirir cierta experiencia (muy poca aun) en la montaña, pensando que quizás algún día conseguiríamos vencer a los fantasmas que nosotros mismos habíamos creado.

Finalmente llego el verano, y con el se abrió la puerta para probarnos a nosotros mismos ante esos gigantes y fueron cayendo uno a uno, las travesías por el macizo oriental, los dosmiles campurrianos, la canal de San Carlos, y la que creo que fue nuestra consagración, la ascensión a Peña Vieja, la que había sido para nosotros el techo de Cantabria desde que estudiamos geografía en sexto de primaria (con Atienza) nuestra reina! En menos de un año había pasado de la absoluta ignorancia acerca de las montañas que me rodeaban, a ser capaz de reconocer y a conocer la mayor parte de los sistemas montañosos de Cantabria, y además, de haber conseguido subir a lo mas alto.
Casi cuarenta excursiones, mas de cincuenta cimas bajo las botas, muchos metros de desnivel acumulado, muchas horas en el monte, muchos viernes sin salir, muchas tortillas de patata, muchísimas tortillas con pimientos de Peibol, sol, lluvia, viento, nieve, mucha nieve, ventisca, niebla, venaos, rebecos, corzos, buitres, pajarillos, cráneos, bosques, caminos, sendas, pedreras, trepadas, ríos, sed, mucha sed, momentos buenos, momentos muy buenos, momentos increíbles mágicos e irrepetibles, y sobretodo muchos y muy buenos amigos que han hecho de este ultimo curso algo muy especial y que creo que nunca olvidaremos.

Después de todo esto, y antes de que varios de nosotros partiésemos en septiembre a pasar un año diferente en el que seguramente sigamos viviendo sensaciones inolvidables en otros lugares, había que dar un ultimo saludo a la cordillera, un hasta pronto a NUESTRA cordillera, antes de separarnos queríamos fundirnos con ella para bailar la ultima canción y que mejor manera que subir a su techo, a el punto mas alto, a el ultimo de los gigantes que habíamos creado durante el largo invierno, a Peña Prieta.

Gracias amigos por todo lo que hemos vivido este año, nunca lo olvidare y espero que solo sea el principio.

Litri

jueves, 12 de agosto de 2010

RUTA 37: SAN CARLOS 2010

· Salida-Llegada: Argüebanes (500m)
· Tiempo: 9h el primer día y el segundo 7h
· Desnivel: 1785m pero acumulado muchísimo más
· Cimas: Junciana 2261, Rasa de la Inagotable 2285, Grajal de Abajo 2230, Castillo de Grajal 2090, San Carlos 2212 y Samelar 2227m
· Máxima cota: Rasa de la Inagotable 2285m


31 de julio y 1 de agosto, niebla en el valle y un espléndido día soleado arriba con todo el mar de nubes debajo. Montañeros: Pablin Ibarguren, Carlos y Pablo. Fauna avistada: muchísimos rebecos en cada rincón y risco del Oriental.

Cinco años atrás había tenido mi bautizo en los Picos de mano de mis hermanos María y Pepe y Nacho, mi cuñado, y fue una experiencia preciosa, única. Una de esas experiencias que recuerdas siempre y ansías volver a repetir. Cinco años había que esperar para volver a vivirlo. Era la romería del San Carlos. Esta romería se celebra en el pico san Carlos una vez cada cino años, el primer domingo de agosto, y en 2010 tocaba de nuevo. Marcado en el calendario desde el san Carlos de 2005, llegaron por fin las fechas de volver.

Carlos, Pablín y yo fuimos quienes nos animamos a subir, y además nos aventuramos a ir a pasar la noche arriba como hacía cinco años, pero esta vez ascendiendo por la subida más mítica y a la vez más dura, subiéndo desde Argüebanes por la Canal de San Carlos. A las 10 de la mañana del sábado partimos desde este bonito pueblo lebaniego con nubes sobre nosotros, lo que mitigaba el calor que habíamos sufrimos en Peña Vieja. Sin calor pero con los mochilones con toda la ropa, comida y la tienda para la noche, las primeras rampas se hicieron durísimas. La pista trasncurría a través de un melojar precioso pero las pendientes eran muy elevadas. Nos hicimos con tres buenas varas de avellano y nos adentramos en la niebla. Sin ver nada y sudando a chorretones por la humedad, pasamos los peores momentos del fin de semana, y eso que acababamos de salir, pero poco a poco fuimos saliendo de la niebla y de repente nos encontramos con las grises paredes de las cimas del Oriental ante nosotros y detrás un espectacular manto de nubes sobre Liébana. Después de unas 2 horas y media de subida llegamos a la majada de Trulledes donde recargámos agua y decidimos comer algo antes de comenzar a atacar la temida canal de San Carlos. A lo lejos divisamos tres montañeros que nos llevaban ventaja y estaban metidos de lleno en el pedregal. Con filosofía y un buen ritmo comenzamos a subir. Piedra a piedra, paso a paso, fuimos ganando metros de manera espectacular. Descansito junto a un nevero y para arriba otra vez. La canal, dura, es más dura psicológicamente que para las piernas. Hay que estar mentalizado para estarse subiendo un buen rato, pero al final, como todo, se logra superar. Detrás la pendiente y todo el valle de Liébana que se dejaba ver ya por la tarde sin nubes y delante el Collado de San Carlos con el Samelar y el San Carlos a ambos lados. El momento de alcanzar el collado fue una satisfacción como la de una victoria. Ya habíamos hecho el día, a partir de aquí teníamos todo el Macizo Oriental para nosotros. Decidimos dejar el San Carlos para el día siguiente ya que lo subiríamos para la romería, y tras comer enriscados con los pies hacia Liébana en un bonito enclave, atacamos la Junciana de 2261m. Una buena pala, que subimos en apenas quince minutos, y grandísimas vistas. Era la primera cima del día a la que siguieron la Rasa de la Inagotable de 2285m y el Grajal de Abajo 2230m. Para coronar la Rasa desde la Junciana, nos abrimos paso por el pie de esta impresionante mole vertical a través de un paso por la izquierda, al lado sur, donde encontramos un enclave maravilloso, una pequeña pradería que se colgaba sobre todo Liébana. Alcanzamos el camino que se dirige a la Morra desde el Casetón de Ándara y desde allí coronamos la Rasa y el Grajal de Abajo donde nos cruzamos con unos de los muchos rebecos que vimos en la ruta, pero estos a escasos metros de nosotros. Con el sol cayendo iniciamos la bajada hacia el Casetón pero nos fuimos desviando hacia la derecha hasta encontrar una bonita pradería sobre las vegas de Ándara. Divisando algunos grupos de gente que iban a hacer noche como nosotros a lo lejos, plantamos nuestra tienda y dimos buena cuenta de una gran cena viendo anochecer poco a poco. Las nubes se encontraban en el mar y sobre nosotros, después de unos pequeños nubarrones que pasaron afortunadamente de nosotros, un cielo estrellado impresionante. Nos tumbamos mirando al cielo hablando y viendo estrellas fugaces, constelaciones y la vía láctea. Un momento único que sólo se puede vivir allí. Después de ver algo más que estrellas llegó el merecido descanso en una noche que fue cómoda y muy agradable.

El amanecer fue muy fresco hasta que el sol empezó rápidamente a calentar. La primera imagen al salir de la tienda fue ver un espectacular mar de nubes que llegaba casi justo hasta nuestra posición y se adentraba cubriéndo todas las vegas de Ándara. El Mancondiú aparecía de entre las nieblas y cambiamos su ascensión, que teníamos planeada, por otro dosmil más cercano: el Castillo de Grajal que se erigía sobre nosotros con una altitud de 2090m. La ascensión, tras desayunar y para entrar en calor, fue rápida sin mochilas. Sobre el impresionante mar de nubes sobre Ándara, nuestra tienda debajo pequeñita y con gente en la cima del SanCarlos desde primera hora estudiamos la mejor vía desde donde estábamos para llegar a la cima del día. Bajamos antes de que la niebla nos alcanzara ya que subía rápidamente y cargamos con las cosas. Atacamos la cima por una canal pedregosa que se sitúa al final de las vegas de Ándara entre el San Carlos y la Junciana y ascedimos bastante rápido. A las 11 am hacíamos cima en la cima atestada ya de romeros. Una experiencia bonita la de llegar a la cumbre y ver a toda esa gente a más de dos mil metros, parece increíble, como increíbles fueron los momentos de abrirse paso entre la multitud, tocar la imagen del Sagrado Corazón que se encuentra en la cumbre y tener de nuevo esa sensación de haber cumplido otro sueño, pero esta vez un sueño que se llevaba esperando desde hacía cinco años. Unos minutos después de nosotros llegaron mis hermanos Pepe y María y mi cuñado Nacho que habían salido muy de mañana desde Argüebanes también y habían conseguido seguir con la tradición que iniciaron allá por 1990. Su quinto San Carlos. Ojalá lleguemos a esa cifra. Bonitos momento en la cima y llegó el momento de iniciar la bajada. Pero a nosotros aún nos quedaba la última cima del fin de semana, el Samelar a 2227m. Bajamos con toda la gente que había subido desde Ándara, desde Jitu Ezcarandi o Bejes, y desde Argüebanes como nosotros, y desde el collado atacamos el Samelar. La ascensión muy fácil y con ritmo fuerte, por un sendero bien marcado coronamos la última. Lástima que el mar de nubes había ido subiendo y había ocultado las cumbres de la Cordillera y Peña Sagra y ocultaba toda Cantabria. Al otro lado aún emergían las torres del Central imponentes. Ahora sí que sí, comenzaba el descenso final. Desde 2227m hasta apenas 500, más de 1700metros de bajada sin descanso. Realmente la bajada se hizo durísima, sobretodo las últimas rampas de Argüebanes. Reventados, concluímos la ruta, pero ciertamente había merecido la pena, y mucho.


Un finde increíble, una ruta espectacular, paisajes que emocionan, 6 dosmiles y una tradición que esperemos que continue. Próxima cita 2015. Queda mucho, y a saber donde andamos cada uno de nosotros, pero lo que es seguro es que el primer domingo de agosto estaremos a 2212m. El 2 de agosto de 2015 volveremos al San Carlos.
Grimpeur!

sábado, 7 de agosto de 2010

RUTA 36: PEÑA VIEJA POR LA CANAL DE LA JENDUDA

· Salida-Llegada: Fuente Dé (1094m), El Cable (1847m)
· Tiempo: unas 7-8 horas
· Desnivel: más de 1500 metros de subida y unos 800 de bajada
· Cimas: Peña Vieja 2613m
· Máxima cota: Peña Vieja 2613m
· Nivel Dificultad: Avanzado
28 de julio de 2010, soleado.
Montañeros: Carlos, Lu, Damián. Pedro, Juan, Quique, Álvaro y Pablo.

Llegó el día de atacar la reina de nuestras montañas en Cantabria, llegó el día de cumplir otro reto, el reto. Llegó el día de ascender Peña Vieja, la cima más elevada de las situadas enteramente en Cantabria. Ya de por sí, subir a Peña Vieja suponía una ruta a la que no se podía faltar, pero además, añadimos el aliciente de subirla desde Fuente Dé, dejando a un lado la idea de superar los casi mil metros de desnivel que se salvan cogiendo el teleférico. Desde Fuente Dé tomamos la más espectacular de las ascensiones al Macizo, la Canal de la Jenduda.

El equipo de montañeros, por el calibre de la ruta y por el día, fue numeroso, ocho valientes que empezamos fuerte la ascensión directa desde la campa para alcanzar la cambera que cortaba en diagonal la ladera de la pared que cierra el maravilloso circo glaciar de Fuente Dé. Ganamos metros rápidamente ya que comenzamos a un ritmo muy elevado, a pesar que sabíamos que sería una ruta larga y de mucho desnivel, pero parecía que las ansias de subir tiraban más que la cabeza. Llegado un punto, ya elevado, tuvimos que hacer un descanso para recuperar y reagruparnos. Habíamos empezado juntos pero por ello, las primeras rampas pasaron factura al sacar a la gente de su propio ritmo. Ya recuperados nos dispusimos a afrontar la famosa canal de la Jenduda y nos adentramos entre sus paredes verticales que formaban un estrecho pasillo espectacular. Realmente impresionante el paso, que se hizo más ameno y llevadero que el primer tramo, aunque el piso y la pendiente aumentaron en dificultad. Salvamos, "heroicamente", la zona que hay que ayudarse con una cuerda y disfrutando, salimos de la canal encontrándonos en una pequeña vega llamada Sotosdullu ya a la altura del Cable. Continuamos y alcanzamos la pista de Cabaña Verónica. En la Vueltona, junto un gran nevero y metidos en la entrada de una cueva que nos dió sombra, decidimos echar algo al estómago y dimos cuenta de la mitad del ya mítico tortu lebaniego. Reemprendimos la marcha que se fue haciéndo más tediosa con el estómago lleno y la fuerte solera de la tarde. Encontramos la bifurcación a la derecha que nos conducía a Peña Vieja a través de una empinada canal, La Canalona. Lo teníamos cada vez más cerca y con ritmos dispares, el grupo alcanzó el collado desde el que aparecía el Macizo Oriental al otro lado. Paisajes desde el comienzo increíbles, montañas, cimas y demás riscos de hinóspito gris bajo el fuerte sol estival en los Picos que no daba ni un mometo de tregua. La imagen de la reina Peña Vieja con su última pala impresionaba y fue demasiado para Lu, pero los otros siete estábamos decididos, había que coronarla sea como fuere y para arriba tiramos. Algunos incluso se vieron con fuerzas y quisieron hacer cima en una cumbre anterior sobre el collado. El resto nos conformábamos con el objetivo del día, del día y de la temporada. Sobre piedra suelta y con fuerte pendiente fuimos ganando metros y metros. Cada uno como podía y por el camino que creía más conveniente, y, casi sin darnos cuenta, Carlos gritó de repente con todas sus fuerzas: ¡¡CIMAAAA!! Habíamos coronado.

Una satisfaccion increíble recorrió nuestros egos. Toda Cantabria y todos los Picos ante nosotros en un día claro y perfecto. Como un flashback, se me vinieron a la cabeza todas las cimas anteriores alcanzadas durante todo este año, cuando coronabas y te sentías un rey, aunque siempre mirando un poco para arriba y viendo el sueño de la Peña Vieja. Pero hoy, allí arriba, en el techo de Cantabria, sobre esa piedra a 2613 metros de altitud sólo se podía mirar para abajo.



Grimpeur!

viernes, 6 de agosto de 2010

Viaje a los Escandinavos y las Repúblicas Bálticas, julio 2010

Seis y medio sobre siete ha vuelto de las vacaciones después de más de un mes de parón, y, como os podéis imaginar, hemos aprovechado todo el mes disfrutando de todo un julio de seis y medio con rutas épicas y un pedazo viaje mochilero por Europa recorriendo los países Escandinavos y las Repúblicas Bálticas.

Durante dos semanas, seguimos el itinerario más o menos fijado por Noruega, Suecia, Finlandia, Estonia y Letonia. El recorrido fue Oslo-Estocolmo-Turku-Tampere-Helsinki-Tallín-Riga. Con mentalidad de backpackers y cuidando de gastar lo mínimo en los caros países del norte, salimos de Santander con más de 15 kilos de embutidos y conservas para los mochileros Devu, Blicis y Peibol. En Estocolmo se nos unirían Chete y Andi, formando el grupo de 5 interraileros. Aunque estrictamente no hizo falta coger el billete, para alguno de nosotros suponía nuestro tercer Interraíl.

Volando desde Santander con escala en Weeze, Alemania, y una fugaz incursión a Nijmegen en Holanda, llegamos a Oslo el mismo día de la final del Mundial. Vimos el partido en una pantalla gigante situada cerca del ayuntamiento y vivimos la final de una manera muy diferente a la mayoría de españoles. Rodeados de holandeses y con ambientazo nos dejamos la voz para al final celebrar la victoria de una manera brutal. Increíble.

Siendo ya campeones del mundo visitamos Oslo dejándonos un gran sabor de boca, no con muchos monumentos pero con grandes parques y lugares espectaculares como el salto de esquí o el lago Sognsvaten donde fuimos a pasar la segunda noche y nos pilló la tormenta eléctrica más fuerte que se recuerda en años en Noruega. Cobijados en unos meaderos y cayendo rayos a escasos metros, fuimos rescatados por un ángel, Anders se llamaba, y nos acogió en su hogar.

Tras Oslo vino Estocolmo donde nos juntamos todos. Recorriendo la ciudad de arriba abajo, aprovechamos preciosos enclaves para bañarnos en las sorprendentemente templadas aguas de Estocolmo. Lástima que en tema fiesta, la selectos suecos no nos dejaran entrar en ningún garito, agradeciéndolo así nuestras carteras ya que los precios desorbitados no eran muy aptos para españoles y menos para estudiantes.

Cogimos un ferry que nos llevó a Finlandia. La esperada fiesta en el barco no fue tal, pero eso no evitó que estos cinco españoles la montaran a bordo viendo como el sol, bajo, desaparecía lentamente a medianoche y aparecía poco después de las 3am. Todo un espectáculo. Desembarcamos en Turku e iniciamos un tour finlandés pasando por la ciudad de los lagos Tampere y llegando a Helsinki dispuestos a disfrutar del sábado noche. Auténtico fiestón en una discoteca en la última planta de un edificio viendo amanecer de nuevo desde los ventanales. Espectacular. Fuentes de Cacho y demás cánticos de rigor por el centro de Helsinki y dos amigas finlandesas nos volvieron a acoger en la noche que debíamos a dormir en un parque. Con ellas, al día siguiente, día de playa con baño en el báltico y visita de la ciudad en tranvía de for free. Islas de Soumenlina, sin pagar de nuevo el barco, y ahorrando para los países bálticos que se auguraban mucho más baratos.

A ellos llegamos en un catamarán casi supersónico volando sobre las olas. Tallín una ciudad de cuento. Amurrallada y con un centro precioso. Pero lo mejor de Tallín estaba por venir al encontrar el hostal, el Euphoria. Posiblemente el mejor hostal que he estado nunca. Mochileros por todos lados, bellas recepcionistas y un ambientazo espectacular. Una de las noches bajamos al living room y sin darnos cuenta estábamos inmersos en una atmósfera de música, libertad y buen rollito que surgió de repente y de la que formábamos parte. Experiencia increíble.

Las dos noches estonas fueron de fiesta y las que siguieron en letonia, también, para cerrar bien el viaje en Riga. Cervezas como las que nunca pudimos degustar en terraza en los Escandinavos. Riga, quizá la ciudad más diferente de todas, pero también la que más caló en nosotros. Calles con gran ambiente y terrazas por todo el centro. Hicimos el free tour mañanero que nos llevó por los lugares más peculiares de la capital letona, atravesando barrios completamente rusos de esos que se ven en las películas. Última noche y última fiesta. Discoteca y liadón para llegar corriendo al aeropuerto sin haber dormido nada, pero esta noche requeriría una entrada entera. Cerrábamos el circuito europeo en Weeze donde pasamos un día entero dormidos en un parque. El mejor kebap, alemán por supuesto, en mucho tiempo y una mañana de sábado, temprano, aterrizábamos en la crudeza de la vida real de Santander después de dos semanas de aventuras de ensueño.

Mil experiencias nuevas, mil historias y cinco nuevos países, cinco nuevas culturas diferentes a la nuestra. Quizá no sean países con muchos monumentos, tampoco con mucho arraigo de historia y tradición, pero son países con una naturaleza y unos lugares espectaculares. Además ha sido un viaje en que los mayores protagonistas han sido las gentes de allí, las innumerables personas que hemos conocido, con las que hemos conversado y que hasta nos han acogido en sus propios hogares. Un pedazo viaje de esos que te hacen sentir diferente cuando vuelves a tu casa. Un viaje de los que marca para toda la vida. Una vez más en seis y medio, un sueño cumplido.



Grimpeur!