· Tiempo: 6h: 3h30min hasta la cima, 1h comiendo y 1h30min de bajada
· Desnivel: casi 600m pero unos 900 de desnivel acumulado
· Cimas: Coriscao 2234m
· Máxima cota: Coriscao 2234m
· Nivel Dificultad: Avanzado

CRÓNICA Y FOTOS
23 de mayo de 2010, un solazo espléndido y calor. Montañeros: Pedro, Juan, Carlos y Pablo. Fauna avistada: 4 ciervas, un solitario rebeco primero, un grupo de 10 rebecos en las laderas nevadas del Coriscau después y por último otro rebeco con una cria.
Última gran ruta de la primera parte de la temporada. Los exámenes estaban próximos pero no podíamos desaprovechar las excelentes previsiones para el fin de semana y ya era hora de atacar uno de los colosos que hacía tiempo que teníamos en mente. El Coriscao. Cuatro montañeros nos presentamos a esta ineludible cita con unas expectativas enormes, expectativas que se fueron incrementando hasta llegar a uno de esos momentos en que la emoción te invade y te recorre el cuerpo con una sensación increíble: estabamos aún en el coche atravesando el desfiladero, el cielo sin una nube, señalando las cimas conquistadas, el curveo, el rio, el verde de la primavera, el cartel de Comunidad de Cantabria, el reto de una gran cumbre, más que un dosmil para coronar, por unos instantes los cuatro permanecimos callados, callados pero todos con la misma sensación, con la sensación de vivir un gran momento en un grandisimo lugar y, sonando la canción “Won't get fooled again” de The Who alguien pronució el ya clásico “si es que vivimos en un paraíso”. Momentazo entrando en Liébana rumbo al Collado de Llesba en el Puerto de San Glorio, lugar donde comenzaba nuestra ruta.

En el Collado de Llesba lugar donde se encuentra el monumento al oso, encontramos a bastantes excursionistas, y es que el dia era propicio. A la cima directamente se tarda dos horas pero nosotros decidimos tomar una ruta alternativa mucho más interesante. En vez de subir cogimos una pista que avanzaba por las faldas del Coriscao manteniendo más o menos la altitud. Pasamos por brañas, pequeñas zonas de arbolado y, con los Macizos Central y Oriental como testigos enfrente, nos fuimos adentrando en la montaña más salvaje donde los neveros iban aumentanto su tamaño. Superando varios vallejos que nacían todos de las cumbres del Coriscao fuimos avanzando y nada más pasar una de las aristas de repente un “¡¡Atiende, atiende, atiende!!” de Pedro nos alertó de la presencia a escasos metros de nosotros de cuatro ciervas que echaron a correr entre los escobales y brezales, pero que pudimos observar perfectamente durante bastante rato. Habiamos cogido el mejor de los caminos en que sólo nosotros nos encontrábamos allí en compañía de la fauna salvaje. Con el Coriscao encima nuestro pasamos por una bellísima zona de alta montaña. Avanzando lateralmente por la empinadísima ladera, las lenguas de nieve se iban sucediendo bajando de las alturas. Quién lo iba a decir, pisando nieve a finales de mayo. Con cuidado y no con mucha dificultad ibamos superándo una a una y a nuestro paso nos salió otro animal, esta vez un corretón rebeco que nos hizo una exhibición de saltos y carreras por las inclinadas laderas hasta perderle de vista. Una arista tras otra. Por una de esas aristas nos debíamos decidir a ascender directamente al pico, pero seguimos avanzando con el objetivo de llegar a ver el Pozo Llau. Las vistas eran espectaculares. Todo Liébana cubierta en su mayoria por un extensísimo manto de bosques a los pies de las colosales paredes de los Picos de Europa donde se diferenciaban perfectamente los Macizos Oriental y Central divididos por los rios Duje y Nevandi el cual baja a Espinama. La Morra y Peña Vieja dominándo cada uno de los macizos en lo alto. Imponentes. Un poco más alante, divisamos un gran grupo de rebecos, que iniciaron la huida montaña arriba. Caminando sobre la nieve pudimos observarlos muy bien también. Eran al menos 10 rebecos con algunas crías.

Después de una hora en la cima del pico, ahora sí, tomamos el camino normal hasta el Collado de Llesba. La bajada se hizo bastante rápida y apenas empleamos hora y media en llegar hasta el coche. Había grandes expectativas de que sería un gran día y, en efecto lo fue. Con las pilas bien cargadas para afrontar los exámenes de junio pero con más ganas aún si cabe de atacar esas paredes blancas verticales que nos observaron enfrente todo el camino, esos colosos de caliza que nos tendrán que aguardar ansiosos hasta la llegada del verano. La nueva etapa, los nuevos retos están ya fijados.
Galeria de imagenes de la ruta al Coriscao