lunes, 4 de octubre de 2010

Ruta 41: BERREA EN LA SIERRA DEL CORDEL

· Salida-Llegada: Brañavieja 1640m
· Tiempo: 8 horas y media
· Desnivel: 500m aunque algo más en desnivel acumulado
· Cimas: Cuetu de la Horcada 2111, Bóveda2060, Cornón 2140m
· Máxima cota: Cornón 2140m· Nivel Dificultad: Avanzado


2 de octubre de 2010, nubes y claros y fuerte viento sur. Montañeros: Jose y Pablo. Fauna avistada: más de cien venados, rebecos y buitres.

Llegó la berrea 2010. Un año después volvíamos a Campoo buscando aquello que vivimos y tanto nos ha marcado todo este año. Con la notable ausencia de Carlos que disfrutaba no obstante de la montaña y berrea transalpina, Jose y yo pusimos rumbo a Brañavieja en la madrugada de un sábado que presentaba unas previsiones buenísmas. A las 6:00 am salimos de Santander, y a las 7:30 am ya estábamos caminando con la oscuridad, aún, de la noche. Poco a poco empezó a aparecer el sol tras las nubes que cubrían parcialmente el Embalse del Ebro y las luces de Reinosa. Con los colores increíbles del alba, el fuerte viento sur no dejaba escuchar los berridos de los venados, pero estábamos seguros de que estaban allí. Y así era. No llevábamos ni veinte minutos andando por la pista de Cuencagén y aparecieron los primeros entre las escobas. Comenzamos a contar.


Llegamos a Cuencajén y tras revisar el estado de la cabaña, que estaba bastante deteriorada respecto el año anterior, atacamos la pared del bonito circo directamente hacia el Iján. A media ascensión un gran macho que venía de Sejos nos mostró su gran cornamenta que se dibujaba en el horizonte del perfil de la montaña. Imponente. Cada poco seguíamos avistando ciervas y machos solitarios. Una vez alcanzada la divisoria nos asomamos a la vertiente de Sejos y en la misma braña donde les vimos en 2009, sorprendimos a un gran rebaño de unas 20 hembras con un enorme macho de buena cornamenta. Los pudimos observar durante varios minutos junto los corretones rebecos. Precioso.


Siendo aún muy temprano continuamos andando a lo largo de la sierra. Coronamos el Cueto de la Horcada con el fortísimo sur tirándonos hacia la impresionante caída hacia los Puertos de Sejos. Decidimos continuar y completar toda la sierra del Cordel. Teníamos aún todo el día. Superamos el espectacular Paso de la Muerte, que sin embargo no entrañaba demasiado peligro. Aún así, existían zonas bastante técnicas. Hicimos otra cima y coronamos el Bóveda. Todo el occidente de Cantabria se divisaba como un paisaje inigualable. Abajo, los puertos de Sejos, salvajes, La Concilla y la Jerguera, Polaciones, las cumbres de Peña Sagra, Liébana, los impresionantes Picos de Europa, con el Macizo Oriental dominándo iluminado por el sol en primer plano y reconociéndose sus cumbres, a la izquierda el Central, el Coriscao, Peña Prieta, el Curavacas, el Espigüete, toda la Cordillera y Montaña Palentina, y ya más cerca de nosotros Peña Labra, el Tres Mares y nuestra última cima, el Cornón. Hacia allá nos dirigimos pero en un pequeño balcón nos detuvimos al divisar otro grupo más. Nos sentamos, y sólo mirando descubrimos otros muchos grupos más de ciervos. Tranquilos, libres, salvajes. Vimos además casi una pelea cuando un buen macho se lanzó ladera abajo contra otro macho que huyó despavorido. Ambos tenían buenas cornamentas. La persecucón prosiguió con violencia a lo largo de toda la extensa braña. Pero al final hubo vencedor y vencido sin tener que cruzar sus astas. Espectacular, toda la escena espectacular. La cuenta llegaba ya hasta los 90 ejemplares y camino ya al Cornón decidimos dejar de contar porque avistamos otra manada de unos 16 venados. Más de 100, parecería una exageración, pero era la realidad. Verlo para creerlo. Increíble.


Coronamos el Cornón donde había un monumento que rezaba “…el más noble de los deportes”. Satisfacción. Satisfacción y belleza ante nosotros. Sin haberlo planeado nos habíamos recorrido toda la sierra y llegaba la hora de la merecida comida. Bajamos al aparcamiento de la Fuente del Chivo y decidimos evocar aquel mítico momento de hacía un año cuando nos sentamos asomados a las faldas del Tres Mares y Peña Labra y divisamos nuestros primero venados. Recordando el momento y viviendolo otra vez, sólo pensamos en que el año siguiente volveríamos sin duda, y junto al que faltó, pues le echamos de menos, y los que faltaron.




Estómago lleno, con las expectativas una vez más, más que sobrepasadas, nos lanzamos ladera abajo hacia Brañavieja que no estaba cerca. Atravesando las pistas de esquí y los diferentes telesillas llegamos a la carretera que nos llevó, en menos de una hora, a finalizar la ruta a media tarde. Excelente, qué más se puede decir. La berrea en Cantabria.



Grimpeur!

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