miércoles, 9 de marzo de 2011

Reencuentro con la MTB. Por los montes de Vioño de Piélagos

Tras muchos años en el olvido, llegó por fin el día de desempolvar aquellas bicicletas de montaña con la que alguno de nosotros comenzó a hacer sus primeras kilómetradas sobre una bici. La lesión del pie me alejaba de las rutas a pie y de la montaña pero por fortuna no suponía ningún inconveniente para andar en bici, y ¡qué mejor que juntar estas dos pasiones que nos mueven!

Con una flamante bicicleta nueva, Chisco propuso hacer una saliduca en bicicleta, a lo que Jose y yo no dudamos en apuntarnos. El dia salió espléndidio, soleado y hasta con calor. La casa de Vioño de Chisco sería el campo base y punto de partida a donde llegamos con las bicicletas en la baca del techo del coche como auténticos cicloturistas. Despues de preparar todo y dejar la comida que nos esperaria a la vuelta dentro, iniciamos la marcha: directos al monte por la misma pista que salía desde la casa. Enseguida se empinó y se complicó hasta el extremo de tener que echar pie a tierra. El barro y la pendiente hacían imposible subir montados por lo que realizamos buena parte del ascenso porteando las bicis a pie. Siempre entre extensos eucaliptales fuimos ganando altura, descubriendo las vistas sobre Vioño y Renedo. La travesiá a pie nos permitió también reconocer varios rastros de animales con huellas de un tejón y algún jabalí. Por fin comenzó a suavizar y a mejorar el terreno y pudimos pedalear. Habíamos alcanzado la máxima cota de la ruta. Atravesando eucaliptales y eucaliptales, cuyas ramas filtraban los rayos del intenso sol dando una belleza inusual a este tipo de masas arbóreas, comenzamos a bajar hacia la vertiente de Polanco, cada vez por caminos con mayor inclinación.

El terreno se volvió a embarrar y Jose pudo disfrutar de sus dotes técnicas para el descenso. La bajada fue divertida y ya casi abajo nos encontramos con una encerrona de barro, fango y agua en los que las bicis se sumergían hasta casi los ejes de las ruedas. No sin difcultad superamos este tramo y aparecimos en un enclave con decenas de instalaciones mineras. Eran las captaciones de sal de la Solvay. Por pistas muy cómodas llegamos al bonito pueblo de Soña donde despachamos un rato con un simpático vecino que nos indicó la pista para regresar a Piélagos, llegando a la Virgen de Valencia. Iniciamos de nuevo una subida, pero esta vez por un buen firme y sin rampas duras. Con tranquilidad y disfrutando alcanzamos la divisoria y nos tiramos hacia abajo sin dudarlo. Enseguida habiamos llegado a la iglesia de la Virgen de Valencia. Ya estábamos en casa donde nos esperaba una buena comida. Cerramos el circuito en poco menos de dos horas habiendo disfrutado de la bicicleta, el monte y un buen dia en compañía de buenos amigos. Tras limpiar las bicis, completamente embarradas, los aperitivos y la caña, junto a la abundante comida en medio del jardín y el maravilloso sol, fueron el merecido premio a este día que seguro se repetirá.

Virgen de Valencia

Grimpeur

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