sábado, 30 de enero de 2010

Lesión

Un día te dio por correr. El aire fresco dándote en la cara y el verde y azul de la bahía en tus ojos mientras sudas. Libertad mientras sufres. Un sufrimiento que se transforma en auténtico placer. Un sufrimiento que se convierte en necesidad, una necesidad no sólo para tu cuerpo, sino una necesidad, sobretodo, para tu mente. Libertad.

Cuanto más corres, más quieres correr. Disfrutas exigiéndote y disfrutas observando cómo mejoras. Te pones retos y los vas superando. Crees que no tienes límites que nadie te puede parar. Lo único que quieres parar es el tiempo en un segundo menos que el día anterior. Pero cuando mejor te encuentras, llega la lesión. Fortuita o no, la lesión te para, te secuestra. Como si unos grilletes te pusieran, te sientes en una cárcel en la que no puedes moverte y cuando estabas más arriba que nunca, ves como caes abajo, abajo del todo. Y cuando te das cuenta que estás ahí, lo único que se te pasa por tu cabeza, una y otra vez, es imaginar el momento en el que podrás volver a correr, ¿cuando será? ¿cuánto tiempo pasará? ¿cuánto tendré que esperar? Acabas de lesionarte, pero ya estás pensando en volver a correr, y es ahí cuando has de sacar la paciencia de la impaciencia de querer volver. Sólo el tiempo te cura, no puedes hacer más, esperar... y qué espera más eterna.

Días, semanas, meses,... años! Qué espera más eterna. Momentos duros, días en los que piensas que no volverás a ser el mismo, ansiedad, dolor, lucha... y las ganas de volver a correr es lo que hace seguir adelante. Esas ganas son las que hacen que tu mente se sienta corriendo, las ganas de sentir el aire y la lluvia en tu cara te hacen sentir vivo y superar día a día toda tu lesión, hasta que un día... un día te da por correr!

Has vuelto. Y has vuelto más fuerte. Luchando, desde abajo del todo, vas saliendo y eso es lo que te hace imbatible. Te recorre una satisfacción mayor aún que antes. Cada zancada es como un premio. Si antes disfrutabas, ahora gozas con cada segundo de carrera. Ahora realmente valoras lo que tienes y ahora sabes lo que es realmente sufrir. Ahora sí que disfrutas con este “sufrimiento”. Vuelves más fuerte, quizá no físicamente, pero más fuerte. Ahora sí que no tienes límites, pues cuando llega el momento en la carrera en que no puedes más, te superas, como hiciste con la lesión, y te da por seguir corriendo un poco más. Y te da por correr.

Ánimo a todos los lesionados, no sólo en el deporte, ¡ánimo!

Grimpeur

1 comentario:

  1. ahora hay que poner la mente en Madrid, proximo reto, todavia quedan un par de meses de entrenamiento y puesta a punto, haber que tal se nos da!
    por cierto...ejem...los billetes y tal...!!
    litri

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