lunes, 19 de abril de 2010

Duatlón de Azkoitia (Pais Vasco)

Azkoitia (Guipuzcoa), 18 abril 2010

La noche del sábado fue dura. La noche del sábado no está hecha para quedarse en casa en soledad, sino para disfrutar de los buenos amigos, salir y pasarlo bien para tomar aire de cara al resto de la semana. Pero quien algo quiere, algo le cuesta y una vez más, el esfuerzo mereció la pena.

A las 8:00a.m. pusimos rumbo a Euskadi. Curiosamente este año he corrido en más carreras en el Pais Vasco que en Cantabria. La semana pasada me perdi el duatlon de Torrelavega tras pasar el fin de semana en Madrid. La UC estuvo presente en el Medio Maratón de Madrid donde se superaron las expectativas en todos los sentidos. Pero habia ganas de bici también y busqué en el calendario el duatlón más cercano, la cita era el Duatlón de Azkoitia, en Guipúzcoa de distancias 8-36-4 km.

Llegamos pronto y fuimosa recoger el dorsal a la plaza de Azkoitia dando un paseo. Sorprendentemente me pareció un pueblo muy bonito, con caserones, torres y una bonita iglesia barroca. Por mitad del pueblo, surcaba el río, que era cruzado por varios puentes por donde trasncurria la carrera a pie. Los dos únicos integrantes de la UC eramos Jesús Miguel y yo, aunque también participaba Eneko que este año ha cambiado de equipo. Un breve calentamiento y a la salida.

El primer sector de 8km, aunque probablemente no llegaba a esa distancia. Empecé fatal. Intenté progresar demasiado rápido para coger un grupillo con ritmo fuerte pero me excedí demasiado y el primer giro de 4km fue un auténtico infierno. Eterno. Ahogado, se me pasaron por la cabeza los clásicos pensamientos de “¿qué hago yo aquí corriendo?” ó ”¡uff, hoy sí que no acabo!”. Pero en la segunda vuelta me recuperé y me encontré mucho más “cómodo”. Seguí a un grupo que llevaba un ritmo un poco superior al mío, pero tenía que aguantar, aunque sabía que iba por encima de mis posibilidades. El recorrido era llano pero con un buen repecho en la parte final con su consiguiente bajada hacia boxes.

Transición rápida y pequeño resbalón con las calas. En seguida ya estaba saliendo del pueblo y pasando gente. Me habian comentado que el sector de bicicleta era llano. La mitad picando hacia arriba subiendo el curso de un río hasta el pueblo de Urretxu y la vuelta hacia abajo. En los primeros kilómetros era donde había que apretar para formar un grupeto rápido. Progresé bastante,. Pasé unos dos o tres pequeños grupos intentando encontrar colaboración pero llegó un momento en que me encontré rodando en solitario y con un pelotón a unos cien metros delante de mí. Dudé si parar y llegar haciendo relevos con los de atrás, pero decidí darme el calentón y, bien acoplado, llegar a los de adelante sólo. Suerte que por detrás me alcanzó una chica que rodaba fenomenal. Fue, a la postre, la ganadora en categoria femenina. Entre los dos contactamos, pero ahí no acabo la cosa, pues seguimos tirando del grupo. Con otro buen colaborador alcanzamos y superamos otro gran grupo. Con una veintena de corredores de lastre, intenté animar a alguien para que entre todos, con pequeños relevos, podríamos alcanzar a más, a lo cual, recibí una muy mala contestación de un corredor. Mi inocente propuesta, sin embargo, causó resultado y con un par de corredores más llegamos a un pelotón numerosímo, momento en el cual decidí pasar a ser un integrante más. Era tan sólo el kilómetro 12, y a partir de ahí a rodar y rodar sin parar. Alguna dificultad cuando el grupo se ponía en fila de a uno por la velocidad y la ligera pendiente, y a pesar de tener los gemelos muy maduros ya, aguanté sin problemas hasta el final. La bajada, a una velocidad increíble por la sinuosa carretera de la ida. Tan increíble que no había ni un segundo para perder la concentración para mirar el cuentakilómetros o beber agua, pero calculo que fueramos a unos 45-55km/h todo el rato. Y al final, la última sorpresa. Viendo los tejados de Azkoitia, con la gente desatandose ya los botines, de repente nos desviaron a la derecha hacia un repecho que había que subir y bajar, dar la vuelta y volver a subir. En ese momento creí que me iba quedar pero, metido bien en el grupo, sin quitar el plato, aguanté bien y llegué en el pelotón a boxes.

En boxes una satisfacción enorme. No recuerdo haber encontrado nunca los boxes con tan pocas bicicletas en la segunda transición. Sólo quedaba morir en los últimos kilómetros a pie. De los más de treinta integrantes de mi pelotón, se me marcharon todos. Con las piernas más que maduritas sabía que todos ellos eran de un ritmo superior al mio corriendo y me resigné a sufrir hasta la meta completamente sólo, ayudado por los ánimos de las jóvenes voluntarias de la carrera hasta superar el repecho final y entrar en la recta final en la estrecha calle central del pueblo, atestada de gente animando y aplaudiendo, los niños ofreciendote la mano para chocarte, el arco y el reloj de meta al fondo y el speaker de la prueba pronunciándo tu nombre. Exhausto y con esa sensación increíble tan difícil de describir, llegué a meta con los brazos en alto y con un gesto de rabia, orgullo y satisfacción. Carrerón. Uno de esos días que descubres que puedes correr más de lo que nunca habías imaginado.

Al final concluí el 72º de 197 que terminamos y con un gran puesto 37 en tiempos sobre la bicicleta. Reventado, con una buena palizuca encima, las miras se centran ya en la próxima carrera, el Duatlón de Polanco la semana que viene. Ya hay ganas de correr en Cantabria, aunque siempre es un lujo poder hacerlo en el Pais Vasco donde la organización es excelente y a pesar que la de prueba de Azkoitia no llegó a los niveles de organización de Basauri, esta vez contamos con chips para la toma de tiempos.
Más, más, más.

Grimpeur

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