jueves, 14 de octubre de 2010

Viaje a los puertos míticos de los Pirineos

Tourmalet. Sólo escuchar ese nombre lo dice todo. El puerto más mítico y famoso del ciclismo y un sueño para todo ciclista el estar allí y subirlo. Con esa intención se fraguó el viaje y el grupo de 7 hombres formado por Jose Luis, Diego, Javi, Carlos y los hermanos Martín Sarobe Javier, Juan y Pablo, que aprovechamos el puente del Pilar para atacar el mítico Col del Tourmalet y otros dos grandes puertos del Pirineo francés en tres días brutales.






Cima del Tourmalet


Antes del amanecer del sábado 9, pusimos rumbo Francia desde Santiurde de Toranzo. Las 7 máquinas ya estaban en la furgo y con un coche más iniciamos la expedición. A mediodía, llegamos a nuestro campo base, Luz St.Sauveur, auténtico corazón del ciclismo pirenaico. Con un tiempo espléndido, con nubes pero buena temperatura, subimos a nuestro apartamento que estaba fenomenal y es para recomendar. No había nadie y nos habían dejado las llaves puestas. Nos echamos al estómago dos buenas tortillas de patatas y nos montamos en la bici. Primer objetivo del viaje: Luz-Ardiden, a donde se ascendía desde el mismo Luz St.Sauveur. 13km por delante a una pendiente media del 7,7%. Con ritmo acorde para el disfrute de todos fuimos superando las rampas donde el mismo Arsmtrong sufrió aquella famosa caída con Mayo por la gorra de un niño y Jan Ullrich decidió esperarle. Armstrong ganó esa etapa. La primera parte del puerto transcurría entre bosque con grandes vistas sobre el país de Toys. Los colores otoñales daban aún más belleza al paisaje. Bonitas curvas de herradura y llegados a una altura ya considerable los árboles fueron desapareciendo y sólo quedaron ante nosotros los últimos 3km llenos de herraduras enlazadas que nos separaban de la meta, la estación de esquí de Luz-Ardiden. Comenzaron las hostilidades y el grupo se fragmentó llegando primero Pablo seguido de Carlos y Juan en tercera plaza. Un puerto precioso y con un tiempo ideal. Tarde recuperadora en el jacuzzi de los apartamentos y gran cena con “almoóndigas”!! Fue a la noche cuando comenzó a llover.


Herraduras de Luz-Ardiden



El segundo día era el día señalado, era el día del Tourmalet. Y el tiempo y las previsiones meteorológicas eran malísimas. Preparamos la comida, los víveres y la ropa de abrigo, pues nos esperaba una jornada larga con una vuelta de más de 100km y con el Tourmalet de por medio. Desde el mismo Luz St.Sauveur comenzamos la ascensión a este coloso de 18,8km de subida sin descanso a una pendiente media de 7,5%. Brutal. Tuvimos suerte que la lluvia nos respetó en los primeros kilómetros hasta bien entrada la ascensión. La primera parte muy bonita, con trazado rectilíneo y alguna herradura entre arbolado, y a partir de la estación de SuperBarèges los árboles desaparecían y la altitud ya se empezaba a notar. Nos metimos de lleno en la niebla y en los rigores de la alta montaña. Con frío, lluvia y sin ver lo que faltaba comenzaron los movimientos. Juan lanzó un ataque a 4,5 km de meta. Los carteles informativos del puerto eran nuestra única referencia ya que no había casi fuerzas para sacar el perfil del interior del maillot. Y es que quedaba lo peor, los dos últimos kilómetros infernales a una pendiente constante del 10% sin descanso. Con casi 18km de subida en las piernas el último tramo fue durísimo. Pablo llegó de atrás y coronó los 2115m de altitud primero seguido de nuevo de Carlos y Juan. Javier repitió cuarto puesto y el quinto puesto se lo disputaron en un cerradísimo sprint Javi y Jose Luis en la gloriosa cima del Tourmalet. Diego, no muy lejos alcanzó la meta en séptima posición. El Tourmalet nada más y nada menos. Fotos, satisfacción y alegría.





Col du Tourmalet, 2115m


Con el subidón decidimos seguir la ruta planeada a pesar del temporal. Hacía un frío increíble y eso que faltaba la bajada por el otro lado, por La Mongie. El descenso fue uno de los peores momentos que haya pasado sobre la bicicleta y sin duda lo más duro del viaje. Mojados hasta los huesos, el frío era inimaginable y el sufrimiento fue notable, hasta el punto de pasarse por la cabeza deseos de dejar la bici para siempre o querer volver a casa y abandonar, pero seguimos. En los famosos túneles de la La Mongie nos detuvimos y nos reagrupamos intentando recuperar el calor, cosa que no conseguimos hasta después de comer en Bagnères de Bigorre. Comenzamos un tramo de llano por el valle con gran cantidad de agua en la calzada. Nos desviamos hacia la izquierda rumbo Lourdes por una carreteruca preciosa y muy bien cuidada, con algunos repechos que dieron guerra. Muy divertido. Alcanzamos Lourdes ya con bastantes kilómetros en las piernas y con una lluvia incesante, y comenzó el último tramo hasta Luz St.Sauveur subiendo por el valle picando para arriba constantemente. Los kilómetros pesaban y mucho y a falta de 10 de meta lanzó el hachazo el potente Juan en un terreno que le favorecía. Poco a poco fue abriendo hueco por la espectacular garganta boscosa por donde transcurría la carretera y donde el agua precipitaba por todos lados en forma de cascadas y torrentes. Juan cogió una distancia peligrosa y empezaron los relevos de Carlos y Pablo atrás donde sólo aguantó Javier hasta que no pudo más y se quedó. Juan aguantó de forma increíble y no fue hasta el último repechuco ya en Luz St.Sauveur donde cedió y fue neutralizado en la última curva. Etapón de 103,5km con lluvia, frío y el Tourmalet. Inimaginable y un sueño hecho realidad. El esperado baño en la piscina fue reparador. El sufrimiento de la bajada ya se había olvidado y sólo quedaba la gloria de haber coronado el Tourmalet el 10/10/10. Una fecha imborrable. En la cena, donde engullimos toneladas de comida con una gran lasaña y arroz, planeamos la última aventura del viaje para antes de regresar. La subida al Circo de Troumousse.

El puerto que elegimos para el tercer y último día, el Circo de Troumousse, no es muy famoso ya que no es un puerto mítico del Tour, sin embargo, no nos equivocamos en nuestra decisión. Sin duda el puerto más bonito de los que hemos subido. Saliendo de nuevo directamente desde Luz St.Sauveur a unos 800m, nos esperaban 27 km de ascensión ininterrumpida hasta la cima situada a 2103m de altitud. La lluvia nos respetó todo el día y eso se agradeció después de lo del día anterior. Nos internamos por un estrecho y precioso valle boscoso en pleno otoño con una suave pendiente ascendente directos hacia el sur. Pasamos el Puente de Napoleón III y una espectacular central hidroeléctrica hasta el bello pueblo de Gédre, donde la pendiente cambió y empezó el puerto en sí. Pasamos el cruce de la carretera de Gavarnie y nos dirigimos hacia las espectaculares paredes nevadas del Circo de Troumousse tras las cuales se encontraba España.



Hacia el Cirque de Troumousse


Desde el pueblecito de alta montaña de Héas comenzaron las preciosas herraduras, por las cuáles, en gran parte, habíamos elegido este gran puerto. Todas seguidas, más de 25 curvas en este último tramo de más de 7km de ascensión con pendiente media de más del ocho y un descanso a mitad que se agradecía ya que restaban rampas de hasta el 13%. En Héas, donde había un peaje para vehículos motorizados, nos tomamos un ligero avituallamiento y fue cuando Jose Luis decidió intentarlo en solitario desde lejos. Con una renta de unos 50 segundos se mantuvo en cabeza incluso aumentando la ventaja hasta el minuto. La sucesión de curvas de herradura hacía sin duda más divertida la ascensión ya que en todo momento teníamos referencias hacia arriba y hacia abajo. La manera de ganar altura era espectacular. Tras el descansillo, donde había un refugio, las rampas se endurecieron aún más, y en gran medida. Carlos dio síntomas de hacérseles largos los tres duros días de alta montaña y Pablo lo aprovechó incrementando el ritmo del grupo y logrando cortarle poco después que a Javier. Juan aguantó muy bien, y en las rampas más duras se dio caza a Jose Luis. Las últimas rampas y herraduras fueron agónicas y por fin se coronó el último puerto de este gran viaje. Completamente fragmentado, el grupo de 7 fue llegando cada uno en solitario y con las fuerzas justas, pero con la satisfacción de haber hecho cima en estos tres colosos del ciclismo. Con la nieve de las laderas, o más bien los muros del Circo de Troumousse frente a nosotros, y con el pico de La Munia con sus 3133m de altitud adivinándose entre la niebla, comenzamos la última bajada, esta vez con buena temperatura para disfrutar del precioso descenso, donde se vivieron las últimas hostilidades llegando a Luz St.Sauveur en un vertiginoso final. Otro etapón. Dimos cuenta de la “almóndigas” que quedaban y volvimos a casa, parando en el Santuario de Lourdes, y con una satisfacción que no cabía en el pecho.

Los sueños de niño, una vez más se van haciendo realidad. Un gran finde, un gran viaje y un honor compartir carretera con tan buena compañía. El dolor de piernas continua todavía pero…¡Hemos coronado el Tourmalet amigos!



Grimpeur!

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