viernes, 27 de enero de 2012

BOSQUE DE CIEZA Y ALTO DEL TORAL

· Salida-Llegada: Area recreativa al fondo del Valle de Cieza 300m
· Tiempo: 4h 30min
· Desnivel: 597m
· Cimas: Alto del Toral 897m
· Máxima cota: Alto del Toral 897m
· Nivel de Dificultad: Intermedio aunque con la niebla se convirtió en nivel avanzado

21 de enero de 2012, niebla y agua. Montañeros: Carlos y Pablo. Fauna avistada: dos corzos desde el coche, dos ciervas en el bosque y aves y anfibios.



La climatología era malísima y era el día indicado para adentrarnos en un bosque y mancharnos bien de barro las botas. Elegimos Cieza ya que llevábamos bastante tiempo teniéndolo como objetivo pero nunca nos había coincidido entrar en este escondido valle del Besaya entre Buelna e Iguña. Como puerta a la Reserva del Saja, Cieza posee un extensa área cubierta por toda una selva de robles mayormente y hayas.


Desde el fondo del valle, justo en la señal que indica la entrada en la Reserva tras una zona recreativa, iniciamos la caminata con la idea de ascender todo el bosque hasta la divisoria entre Cieza y el Monte Ucieda. Pasamos un puente hacia la izquierda en un cruce de caminos llamado Entramborríos. Por un caminuco de los bonitos, subimos por una pequeña arista y nos adentramos en la densa floresta. Rapidamente nos vimos inmersos en un mundo aparte donde ya casi ni se escuchaban el flujo de torrentes y cascadas que provenían de los innumerables vallejos que daban a dar al valle de Cieza. Un mundo paralelo con un silencio increíble.


El barro y la hojarasca eran los protagonistas junto con la espectacular selva. La fina lluvia se filtraba entre las ramas de los árboles y poco a poco íbamos ganando altura. Es difícil entender como en un día tan infernal se puede disfrutar tantísimo. En otra bifurcación cogimos de nuevo el camino de la izquierda que subía con fuerza para arriba. De repente, de entre los troncos, Carlos avistó dos ciervas en medio del bosque que emprendieron la huida monte arriba hasta perderlas de vista. Antes desde el coche, ya habíamos visto dos bonitos corzos en un prado, siendo el día, de nuevo, otra gran jornada con fauna. Poco después y ya perdiendo la cambera entre las hojas, fuimos adentrándonos en la tenebrosa niebla que se colaba entre los robles y hayas. No había vistas pero la estampa era preciosa. La orientación entró en escena, y tirando de gps pero sobretodo de la brújula tradicional pusimos rumbo a Brañazarza, saliendo a la Llana de Salcín llegando por la pequeña arista llamada El Vitorón. Con niebla no muy densa, pero sin dejarnos ver ni vistas ni la cima del Toral, que era nuestro objetivo, cumbreamos por toda la amplia y embarrada divisoria durante un poco más de media hora. Después una última y dura rampa y tras de 2 horas y cuarto de caminata a buen ritmo, coronamos el Alto del Toral, de 897m.



Con condiciones desagradables de niebla, lluvia y viento, no tardamos mucho en poner rumbo a la divisoria que partía desde aquí hacia el Este. No teníamos muy claro por dónde iniciar la bajada pero sabíamos que tendríamos que hacerlo monte a través. La niebla en absoluto ayudó y quizá nos precipitamos, pero con ansias de aventura y conocer lugares escondidos y salvajes tiramos para abajo. Luego comprobaríamos que hubiese sido más fácil haber continuado un poco más, porque nuestra opción se complicó bastante. Éramos conscientes que iba a ser así por lo que supimos salvar los escollos que nos plantaba el bosque con prudencia y paciencia. El primer tramo cómodo de braña se perdió al adentrarnos en el bosque. Con gran pendiente, troncos caídos y zarzales nos costó avanzar aunque perdíamos altitud con rapidez. Pero lo más complicado fue salvar un par de cortados por donde el agua saltaba en forma de cascadas. Tras estos pasos, completamente perdidos en la selva, intentamos elegir la mejor opción en cada caso, siendo una auténtica prueba de orientación. Nos lo pasamos bien y al final, tras vadear algún barranco, alcanzamos un sendero que nos llevó a Entramborrios directamente. Pero casi al llegar, nos plantamos ante el último obstáculo. El sendero cruzaba el río, y este, al estar ya bien abajo, bajaba con mucho agua sin posibles pasos ni piedras para saltar. La única opción era vadearlo con todas las consecuencias, con el agua por encima de las rodillas.



Con las botas mojadas, eso sí, limpias de todo el barro que fuimos a buscar, cerramos esta preciosa y salvaje ruta circular de 4 horas y media donde, salvo vistas, hubo de todo. Fauna, barro, torrentes y cascadas, cima y retos de orientación para seguir aprendiendo de la montaña y como no, disfrutando del bosque y acompañado de un gran compañero de caminata.

Grimpeur!

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