miércoles, 21 de marzo de 2012

MONTE AA

  • Salida-Llegada: Pista entre Ruente y el Monte Aa, 275m
  • Tiempo: 3h 30min
  • Desnivel: 340m
  • Máxima cota: Collado del Monte Aa, 615m
  • Nivel Dificultad: Fácil aunque algo larga.

17 de marzo de 2012. Soleado amenazando mal tiempo que solo llega al final de la ruta. Montañeros: Chisco y Pablo. Rastros: huellas de jabalí, corzo, zorro, tejón… Arboles singulares: Cagigas del Cubilón: el Mellizo y el Belén.

Ruta y perfil por el Monte Aa

Las previsiones meteorológicas anunciaban mal tiempo, pero habíamos estado planeando hacer una ruta toda la semana y no nos echamos para atrás. Increíblemente el día amaneció bien soleado. Llegamos a Cabuérniga y el tiempo era aún mejor. A los pocos metros de pasar Ruente, nos desviamos por una carreteruca que cruza el Saja por un puente y que se dirige directo al Monte Aa donde estaba nuestro objetivo: ir a ver las cagigonas milenarias. Como la pista estaba bien, pudimos avanzar con el coche hasta una gran estabulación donde aparcamos e iniciamos la marcha a pie.

Primeras curvas de la pista del Monte Aa

Con buen ánimo y sin parar de hablar fuimos ascendiendo por la pista que se encontraba en perfectas condiciones para el tráfico rodado. De hecho, durante todo el día nos encontramos con numerosos ciclistas que probablemente estarían entrenando para el Soplao, ya que es un tramo mítico de esta famosa carrera de bici de montaña. Pasamos una bifurcación tomando la pista de la derecha. Tras unas curvas y habiendo ganado altura sin casi esfuerzo llegamos en menos de una hora a una curva de herradura de izquierdas donde nos salimos hacia la derecha por un senderuco marcado que lleva hasta las cagigonas milenarias. No están lejos pero hay que avanzar un rato, disfrutando del bosque de robles y pisando la hojarasca que lo cubre todo.En unos minutos se llega hasta el Mellizo. Una vez que se descubre no hay duda de que es uno de las tres grandes cagigas. Un tronco ancho y alto aunque con la copa truncada. Un poco más adelante se encuentra el Belén, realmente espectacular, cuyo tronco abierto tiene tales dimensiones que pueden entrar varias personas en su interior, de ahí su nombre. Nos encontramos con una pareja y comentamos el calibre de los árboles. Se dice que son los robles más antiguos que se conocen en Cantabria, y probablemente cuenten con más de mil años. La tercera de las cagigas que era la más grande, El Cubilón, fue derribado por un rayo en los noventa, y ni la pareja ni nosotros conseguimos encontrar sus restos.

Roble milenario del "Belén"

Habíamos llegado al objetivo del día pero las fuerzas estaban intactas y el día favorecía para seguir aprovechándolo, así que continuamos para arriba, una vez vuelto a la pista, con la intención de llegar al collado que separa el Saja del Nansa. Hablando y hablando avanzamos sobre la pista que se puede hacer larga por lo monótono del piso y el trazado pero entretenidos llegamos con algo más de hora y media de caminata desde que salimos. Seguía haciendo sol y entonces tuvimos que decidir si bajábamos por donde habíamos subido o si por el contrario buscábamos un atajo atravesando el bosque hacia abajo. La pista continuaba y bajaba haciendo la ruta circular, pero la distancia de 17kms y lo duro del piso nos hizo decantarnos por salirnos del camino.

Vistas del Monte Aa desde el collado

Avanzamos un kilómetro más por la pista y nos salimos por un ancho camino de tierra lleno de huellas. No sabíamos bien a dónde llegaríamos pero eso lo hacía más entretenido si cabe. Atravesamos un par de riachuelos, prados abandonados y una cabaña caída, y por fin nos tiramos hacia abajo adentrándonos en el bosque. Sin camino alguno y con cuidado de no embarrancarnos descendimos con cuidado esquivando los acebos que crecían bajo la selva de robles que poblaba la empinada ladera. Realmente nos sentíamos en un lugar salvaje y escogimos un bonito enclave entre la espesura para comer, degustando el bocadillo de Chisco y unos emparedados riquísimos.

Último tramo de la ruta después de atravesar el Monte Aa bosque a través.

Sin saber lo que quedaría continuamos bajando y sorprendentemente poco después encontramos un camino que nos llevaría más adelante a la pista por donde habíamos subido. Nos había salido perfecta la estrategia. Comenzó a llover, pero sólo restaban 15 minutos para cerrar la ruta que al final fue de 3h 30min. Una merecida cerveza en Ruente fue el colofón a un bonito día de monte.

Grimpeur!

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